Nace en Úbeda 1560 - fallece en Concepción 1617 Gobernador 1601-1605 y 1612-1617
Tras el levantamiento de Lautaro, su posterior muerte y en refriega por el ajusticiamiento de Valdivia, el segundo gran levantamiento se produjo en 1598.
Pelantaro, líder indígena, destruyó las ciudades españolas levantadas al sur de Biobío, excepto la ciudad de Valdivia.
Solo la viruela y el tifus frenaron a los Mapuches antes de llegar a Santiago.
Esta situación llegó a su punto más alto tras la Batalla de Curalaba en 1598, donde el gobernador Martín García Oñez de Loyola fue decapitado y los españoles se vieron obligados a replegarse más arriba del Bío-Bío,abandonando las ciudades fundadas en el sur.
Por su parte el ejército español distó de ser profesional y fue descrito por el gobernador Alonso de Ribera en términos lamentables, dada su precariedad material y moral.
Éste estuvo compuesto por los encomenderos de Santiago y Concepción quienes debieron costear sus propias armas y pertrechos junto a un gran número de indios de encomienda.
Estas tropas realizaron incursiones cada verano para realizar las llamadas campeadas, la destrucción de las sementeras indígenas y toma de prisioneros de guerra como esclavos, lo cual explica, en gran parte, el odio que los araucanos sentían hacia el invasor español.
Los distintos gobernadores españoles ensayaron diferentes estrategias para hacer frente a la guerra; sin embargo, todas ellas tienen en común, la idea de una frontera con lo cual se solucionó el problema inicial de la sobre extensión del dominio español.
Una de las reformas más importantes fue la impulsada por el gobernador Alonso de Ribera, quien suplicó al rey Felipe III la creación de un Real Situado, para pagarles un sueldo a los soldados y así crear un ejército profesional.
Para Carlos V, Felipe II, Felipe III, Felipe IV y el Virreinato del Perú, la Guerra de Arauco fue un quebradero de cabeza por su irresuelta situación constante en el tiempo y su alto coste de vidas.
En una ocasión, el Emperador Carlos V resumió con sátira el asunto: “Chile le cuesta al Imperio la flor de mis guzmanes”.
Contacto con los Europeos.
Los Españoles, tuvieron algunos problemas iniciales con los habitantes originarios, ubicados al norte del río Itata, pero con el tiempo, aceptaron la presencia de los conquistadores, colaborando con ellos como “yanaconas”. Antes de la conquista, los mapuches resistieron los intentos de los Incas, de someter e incorporar el territorio Mapuche, al Tawantinsuyo (Imperio Inca). Cuando los españoles llegaron a su territorio, los mapuches presentaron fiera resistencia, y a pesar de la superioridad militar española, los conquistadores fueron incapaces de someterlos.
El Mestizaje
Este tema cobra actualidad debido a la creencia de que el origen del Pueblo Chileno, es producto del mestizaje Español-Mapuche. Si consideramos la gran cantidad de pueblos “yanaconas”, que se mezclaron con “europeos”, y considerando el carácter indómito de los Mapuches, se concluye una duda razonable sobre nuestro origen.
Ahora, si agregamos el aporte europeo de culturas no-españolas, queda claro que el mestizaje Español-Mapuche, tuvo una importancia mínima, frente al mestizaje Europeo-Indígena en general.
La Colonia
En Chile, el período de crecimiento llamado "Colonia" se extiende desde del primer gobierno de Alonso de Ribera en 1601 y la instalación de la Primera Junta de Gobierno en 1810. Para comprender mejor el cambio que se produjo en la estrategia Española durante este período, es necesario volver un par de años atrás y analizar las consecuencias del Desastre de Curalaba.
El Desastre de Curalaba - 1598
Pelantaro (del mapudungun “Águila luminosa") era un Toqui o caudillo militar mapuche que protagonizó la segunda rebelión mapuche de 1598 y fue el autor de la muerte de un segundo gobernador español Martín García Óñez de Loyola durante la Batalla de Curalaba, el 21 de diciembre de 1598.
Los españoles bautizarán dicha batalla como "El Desastre de Curalaba", donde perdieron la vida 50 españoles además de su Gobernador, dando a Pelantaro el prestigio suficiente para convocar bajo su mando a todas las tribus.
Este hecho provocó una sublevación general de los indígenas asociados a la etnia mapuche y destruyó casi todas las ciudades al sur del río Bio-bío, con la excepción de la Isla de Chiloé, la que por su parte, sería asolada por piratas holandeses.
La gente de Pelantaro tenía en su poder los cráneos de Pedro de Valdivia y Martín Óñez de Loyola como un preciado trofeo y los usaba como contenedor de chicha los que luego los cedió como muestra de pacificación en 1608.
Después de este desastre, el siguiente gobernador don Alonso de Ribera, fijó una frontera y tomó algunas iniciativas del padre jesuita Luis de Valdivia estableciendo la llamada guerra defensiva. El Desastre de Curalaba pone fin al periodo llamado "Conquista" en la historiografía chilena.
Asaltos a Osorno (1599 y 1602)
El miércoles 1 Diciembre de 1599 en el contexto de la segunda insurrección indígena que se detonó en 1598, las ciudades del sur de Chile se vieron asediadas por los naturales de la región.
A fines de noviembre de 1599 había sido destruida Valdivia y los indígenas pusieron en serio peligro a la plaza de Osorno.
El virrey del Perú envió una fuerza de doscientos ochenta hombres al mando del coronel Francisco del Campo. Las tropas desembarcaron en Valdivia el 5 de diciembre de 1599 cuando esta ciudad ya estaba en ruinas y marcharon con cuidado en dirección a Osorno formándose un contingente de hombres de cerca de cuatrocientos efectivos.
En una noche, los indígenas atacaron la ciudad, pensando que los españoles estaban desprevenidos, pero Francisco del Campo logró repelerlos e incluso realizó correrías cercanas a la plaza.
Confiado en esta victoria, Francisco del Campo regresó a Valdivia dejando en Osorno a una parte de sus hombres.
La ciudad fue posteriormente cercada por indígenas huilliches y destruida en 1602 y desaparece así la presencia Española en la zona.
La mayor parte de los colonos huyen a Chiloé, junto con indígenas leales que fueron recompensados con el derecho a portar armas, constituyéndose en la fuerza armada llamada “reyunos”, acantonados en Calbuco.
Luego de un siglo de abandono y predominio huilliche en la zona, Osorno es reconstuida y repoblada en 1796, bajo la gobernación de Ambrosio O’Higgins, quién recibe el título de “Marqués de Osorno”.
Asedio de Villarrica - 1602
Villarrica, fundada por Jerónimo de Alderete en 1552, fue destruida por los mapuches rebeldes en Enero 1553, luego de la Batalla de Tucapel, y luego reconstruida en 1554. En 1599, la sublevación mapuche dirigida por Kumiñanko, las defensas de Villarrica lograron repeler ese ataque.
Durante los próximos 2 años, la ciudad sufrió constantes ataques que fueron reduciendo las defensas a sólo un fuerte ubicado en el margen occidental de la ciudad en lo que hoy es el sector de las calles General Urrutia, José Manuel Balmaceda y San Martín.
Hambruna en Villarrica
Pasaron tres años en que el asedio indígena fue aumentando, lo que imposibilitó la recolección de alimentos en las afueras de la ciudad, por lo que los sobrevivientes tuvieron que recurrir a la Antropofagia o canivalismo.
Los Mapuches le ofrecieron en muchas veces la rendición a los defensores de Villarrica, pero éstos no la aceptaban con la esperanza que llegarían refuerzos, los cuales nunca llegaron. El 7 de febrero de 1602, el Toqui Kuminawel, inicio el último ataque al fuerte de Villarrica, el cual quedaba con 11 hombres y 13 mujeres.
De éstos, sólo 11 vecinos hispanos lograron evadir el cautiverio e incorporarse a la vida cristiana que logró subsistir al norte del río Bio-Bio. Las ruinas de la antigua ciudad de "Villarrica", estuvieron abandonadas durante 280 años, en los cuales hubo variadas misiones para repoblarla, pero ninguna de ellas tuvo éxito, sino hasta el 31 de diciembre de 1882, luego del Parlamento de Putué, que se firmaría entonces entre la República de Chile y la Nación Mapuche.
La primera campaña de Alonso de Ribera
Alonso de Ribera llegó como Gobernador de Chile en 1601, llegando con 260 soldados bien equipados, muchos de ellos mestizos traídos desde Perú, Ecuador y México.
En su primera campaña, de la llamada Guerra Defensiva, Alonso de Ribera salió con 540 soldados de Concepción en febrero de 1601 y se internó por el camino de la cuesta de Marigueñú en la costa de Laraquete sorprendiendo a los mapuches y arrasando sus sembrados, obligándolos a huir.
Luego vuelve a Concepción, hizo preparativos para una defensa de sitio y luego se encaminó a Santiago, fundando de paso Lonquén en el río Itata. Ribera tenía fama de mundano en especial del obispo Juan Pérez de Espinosa y los vecinos de Concepción y Santiago por estar en concubinato con una hermosa limeña María Lisperguer, tía de Catalina de los Ríos y Lisperguer, conocida como “La Quintrala”.
El obispo Pérez de Espinoza y vecinos trataron por todos los medios hacer llegar a la Inquisición en Perú de la conducta liberal del gobernador.
Creación del Ejército de Chile
Alonso de Ribera propuso al rey Felipe III, la creación de un ejército permanente y profesional como un modo de mantener con algún grado de éxito la Guerra de Arauco, para no expoliar a los sufridos habitantes de la colonia.
Así lograría la pacificación de la provincia en tres años, si contaba con un refuerzo profesional de al menos 1.000 hombres y se les daba un sueldo a los 1.200 que ya tenía bajo su mando.
Creó una economía autónoma para proveer a este ejército, conocido también como los "Tercios de Arauco", de los elementos materiales que requería, pues los que venían del Perú se demoraban demasiado.
De este modo nacieron fábricas artesanales y talleres de confección de herrerías, telas y zapatos, que dio trabajo a sastres, herreros y carpinteros que se agruparon en asociaciones estatales.
Estos costos eran pagados con dinero del virreinato o del mismo reino y evitó las llamadas "derramas" o contribuciones forzadas de aprovisionamiento por parte de los vecinos.
Prohibió la presencia de indígenas en las ciudades y fuertes y suprimió la prostitución de soldados españoles con las "rabonas" o indias mestizas como un modo de asegurar que la información no se traspasara al enemigo.
La segunda campaña (1602 y 1603)
Durante el verano a fines de 1602 el gobernador Alonso de Rivera lanzó una nueva campaña contra los indígenas, logrando vencerlos en Purén y Paicaví. Se solicitó además el envío de unos 5.000 soldados españoles, proyecto rechazado por la Corona española, dicho contingente formaba parte del plan de Ribera de tener 2.700 hombres reguarneciendo la línea del Bio-bío y otros 4.000 en Valdivia que se encontraba aislada.
Tuvo que, además, ir en auxilio de los pobladores de Osorno y Valdivia, quienes estaban padeciendo de hambre.
Dejó 100 hombres en la primera a cargo de Francisco Hernández Ortiz y en la segunda 220 soldados al mando de Rodrigo Ortiz de Gatica. El 24 de septiembre en Valdivia rechazaron un asalto de los indígenas pero Ortiz murió en la refriega, quedaban 60 o 92 soldados, por lo que el fuerte fue sitiado.
Hacía diciembre se les agotaron las provisiones a los defensores y se vieron impedidos de salir a buscar alimentos.
En enero de 1603 Ribera avanzó con 1.000 hombres por la costa hasta el Bio-bío y fundó varios fuertes, como el de San Pedro de la Paz en el vado de Chepe.
El día 24 de Enero el general Juan de Añasco llegó a Valdivia con refuerzos y una orden de Gobernador de Ribera por medio de la cual se despacharan a las mujeres y niños sobrevivientes a Chiloé, de la guarnición quedaban 34 hombres, se dejaron 40 a 50 soldados en el fuerte.
La tropa dejada se sublevó y arresto a su jefe, el capitán Gaspar Doncel, pero este escapó en un bote.
Enterado el gobernador reunió a sus hombres y se ordenó la retirada a Concepción.
Batalla del fuerte Nuestra Señora de Ale - 1603
El gobernador de Rivera adelantó la "frontera" hasta llegar al Bio-bío y fundó un fuerte llamado Nuestra Señora de Ale.
Con 500 españoles aprovisionó la guarnición del fuerte de Santa Fe fundado un año antes, pero fue emboscado por Nabalburi con 4.000 guerreros.
Ribera que iba en la vanguardia ordenó retroceder hasta encontrar al resto de sus tropas, ante esto los mapuches se retiraron. Los hispanos tuvieron un muerto, el capitán Pedro Silva, y 3 heridos graves. Ribera prosiguió su camino.
Cuando llegó al fuerte se enteró que en el invierno, Pelantaro con seis o siete mil lanzas sitió el lugar e intento tomarlo, de los 140 españoles originales quedaban en febrero de 1603 solo 39 soldados y su capitán Alonso González de Nájera.
Durante el asedio muchos soldados desertaron o murieron de hambre, por lo que su comandante tomo drásticas medidas contra la cobardía.
Ribera reabasteció y reparó el fuerte, luego con 400 hombres atacó Mulchén arrasando todo a su paso. Sin embargo, solo tres caciques con 23 guerreros pidieron la paz, tras esto volvió al norte.
En octubre partió de Concepción al sur con un poderoso ejército cruzando la cordillera de Nahuelbuta saqueando y quemando, rescató algunos cautivos pero otros se negaron ya que se habían integrado con los mapuches y tenían familias con ellos.
Ya en diciembre, Ribera y sus hombres volvieron al norte, pero cuando atravesaban las ciénagas de Lumaco fueron emboscados, al ser inoperante su caballería se les ordenó a los yanaconas cubrir el camino con totoras y luego los arcabuceros dispararon hasta dispersar a los araucanos.
El día 24 se fundó el fuerte de Nacimiento en la confluencia del río Vergara con el Biobío.
Campañas de 1604 y 1605
En 1604, Ribera creó un ejército permanente de 1.500 hombres, pagado de réditos reales para concentrar las fuerzas españolas en una serie de fortalezas a lo largo de la frontera y consolidar la energía española, que podría entonces avanzar al sur.
En su primer período de gobierno, pudo avanzar en el territorio de mapuche y construir 19 fortalezas.
El 18 de febrero llegaron desde Lima, 361 soldados de refuerzo a Concepción.
En febrero de 1604, Ribera salió de Concepción con un batallón punitivo de 590 soldados en dirección a Catiray y Purén, pero los indígenas no presentaron batalla limitándose a darles paso.
Ribera tuvo que contentarse con asolar las sementeras y quemar rucas vacías, logrando liberar 20 cautivos.
El 1 de abril penetró en la comarca de Arauco donde no encontró resistencia y ordenó trasladar el fuerte al río Curaquilla para abastecerlo desde el mar.
Mientras esto sucedía, los indios atacaron los alrededores de Concepción, Hualqui y Quilacoya, estas dos últimas eran estancias del rey.
Durante el invierno, Ribera cifró sus hombres en 1.219 y tras un consejo de guerra efectuado en Santiago el 18 de julio mandó como pedido al Rey un refuerzo de 1.500 hombres.
Mientras que en el fuerte Arauco, Pedro Cortés y 500 soldados derrotaron 32 veces a concentraciones de guerreros de cuatro mil o más, recuperándose 800 caballos y tomándose 400 prisioneros.
En Nacimiento el sargento Garcia López Valerio y 19 soldadosdesertaron y se pasaron al bando mapuche.
A finales de septiembre el gobernador volvió a Concepción y su subordinado, Pedro Cortés, tras acosar constantemente al cacique Antemaulén, toqui de Lavapié, logró que este pidiera la paz, dejando sometida toda la provincia de Arauco, los jefes prestaron 500 lanzas al servicio del hispano.
Para su nueva campaña el gobernador partió al sur con 900 yanaconas y 400 españoles. En diciembre de 1604 y enero de 1605 Ribera ordenó abandonar Arauco retirando la frontera al Biobío. Jorge Ribera, hermano del gobernador, atacó Catiray con 80 hombres encontró a los locales haciendo una fiesta, los atacó y masacró, llevándose 86 mujeres. Tras esto, las tribus de la comarca pidieron la paz.
En Tucapel dos jefes pidieron la paz, siendo atacados y asesinados por sus congenéres.
El gobernador marchó a Tucapel donde aplastó la resistencia de las tribus.
En la desembocadura del Lebu fundó el fuerte de Santa Margarita de Austria. El gobernador en Claroa fue atacado por una columna de 2.000 a 3.000 mapuches pero la derrotó, marchó a Tucapel pasando por Ilicura y Lleolleo. El 9 de abril de 1605 en Paicaví fundó un nuevo fuerte, donde se reuniría el con su sucesor.
Los mapuches de las zonas de Angol y Mulchén realizaron guerra de guerrillas, con ataques menores que generalmente buscaban hacerse de elementos materiales evitando atacar las mayores guarniciones en la línea del Biobío.
El 28 de enero en Yumbel una guarnición de 40 españoles del teniente Cristóbal Delgado salió del fuerte en busca de forraje, fue una emboscada y 25 fueron muertos y 3 son capturados, los sobrevivientes volvieron al fuerte, heridos en su mayoría, la tropa principal fue a atacar a los indígenas pero estos se dispersaron y ocultaron.
El gobernador mandó a los alrededores de Laja, Yumbel y Angol al maestre de campo Pedro Cortés con 30 soldados, quien saqueó los poblados alrededor de los fuertes de Nuestra Señora de Ale, Nacimiento y Santa Fe, cruzando el Biobío al sur, atacando las tierras del cacique Nabalburi donde arrasó un campamento, matando unos 60 indígenas.
Los mapuches no presentaron batalla en ningún caso, ni tampoco establecieron sitios a las ciudades importantes como en antaño.
Muy probablemente esto se debía a una epidemia de tifus que los diezmaba.
Al final, las intrigas de la iglesia en contra de Ribera dieron fruto y el gobernador fue relevado de su puesto y reasignado a Tucumán, siendo reemplazado por Alonso García Ramón, mientras se llevaba un juicio de residencia en contra de Ribera.
Campañas de Alonso García Ramón
Entre la primavera y el verano de 1606 el gobernador español Alonso García Ramón armado con refuerzos traídos desde Mendoza, Buenos Aires y Lisboa contaba con más de 1.000 soldados, considerándose lo suficientemente poderoso como para la conquista definitiva ya que contaba con el apoyo de la Corte de España y la Iglesia católica.
El 15 de enero García Ramón partió su campaña con 1.200 soldados y 500 yanaconas, dividió sus fuerzas en dos columnas, la primera de 500 hombres al mando del coronel Pedro Cortés y el maestre de campo González de Nájera marchó por la costa, atacando a los rebeldes de Arauco y Tucapel para volver al valle central a Purén para reunirse con el gobernador. La segunda columna dirigida por el mismo gobernador y el maestre de campo Diego Bravo de Saravia contaba con 600 tropas y recorrió el valle central hasta Purén, el punto de reunión.
En ambas marchas los indígenas presentaron poca resistencia, retrocediendo a zonas boscosas, montañosas o pantanosas. Solo Pedro Cortés encontró batalla en el valle de Elicura tras recorrer la zona de Tucapel. Por el lado del gobernador, cerca de 150 yanaconas de su columna lo traicionaron y dejaron solo matando al jefe Nabalburí que había dado muestras de sometimiento.
Reunión en Purén
El 2 de febrero ambas fuerzas se reunieron en Purén cuando llegó la columna de Pedro Cortés, el gobernador ya había llegado el día 30 de enero. García Ramón sabía que en los vados de Purén y Lumaco se refugiaban miles de guerreros con 200 cautivos, sin embargo, no logró liberarlos ni por medio de las armas ni por el intento de intercambiarlos o comprarlos.
En sus intentos lanzó varios ataques en la zona del río Cautín y donde estaban las ruinas de La Imperial y Villarrica, por esto tomó la decisión de fundar el fuerte de San Ignacio de la Redención de Boroa. Durante la construcción sufrieron dos feroces ataques, los nativos esperaron que la tropa principal saliera para hacer su ofensiva nocturna, siendo rechazados gracias a la acción del sargento mayor Diego Flores de León.
Tras esto el gobernador volvió a la ofensiva pero en la orilla norte del río Colpi fueron emboscados y derrotados el 2 de abril, muriendo los capitanes Juan Sánchez Navarro y Tomás Machín.
Al invierno vuelven al norte llegando a la ciudad de Angol,fundado un fuerte a cargo del capitán Núñez de Pineda, quien solicitó refuerzos, unos 150 hombres al mando del capitán Antonio de Villarroel fueron enviados desde Concepción. Cuando estaban cerca de Angol tuvieron que pasar por un estrecho paso donde la retaguardia formada por reclutas novatos traídos desde México fue emboscada y derrotada, sufriendo 20 bajas, incluidos dos oficiales.
Tras esto las comarcas de Angol y Tucapel se rebelaron y los españoles se vieron forzados a despoblar el fuerte dejando aún más aislado al de Boroa, la rebelión indígena empezó a extenderse en diversos lugares.
Desastre de Boroa - 1606
En Boroa, el maestre de campo Juan Rodulfo Lísperguer fue el único comandante español que se ofreció a quedarse a cargo de la plaza, se dedicó a hacer varias salidas consiguiendo rescatar varios cautivos, tomar prisioneros y un amplio botín.
Pronto el fuerte tuvo gran cantidad de provisiones, armas y víveres lo que lo hacía un blanco importante pero varios soldados desertaron por las malas condiciones de vida, pasándose al enemigo y dándoles información vital.
En agosto Lísperguer supo de una gran masa de indígenas, en su mayoría de Purén y Tucapel, se reunió en las afueras del fuerte al mando de los caciques Pelantaro, Aillavilu II y Paillamachu y el desertor mestizo Juan Sánchez. Sin embargo, Lísperguer continuó con sus salidas mientras los mapuches se mantuvieron quietos esperando el momento oportuno para el ataque.
En las cercanías de aquel lugar el cacique Pelantaro reunió unos 3.600 guerreros con los que planeaba emboscar a la columna mientras otros miles de mapuches con los demás jefes procederían a atacar el fuerte de Boroa. El 29 de septiembre Lísperguer salió del fuerte con entre 150 y 293 soldados por el carbón, al entrar en la quebrada la avanzada fue atacada pero prevaleció por el fuego de arcabuces, pero el grueso de la fuerza española llevaba las mechas apagadas, los mapuches se enteraron y atacaron destruyendo las columnas, dividiendo a los españoles en pequeños grupos aislados.
Tras una feroz lucha, los españoles agotados y rodeados por masas compactas de guerreros cayeron uno a uno tras sucesivos ataques desde todas partes.
Lísperguer animó a sus hombres primero a caballo y luego cuando mataron a su animal combatió a pie hasta que cayó quedando la quebrada quedó cubierta de cadáveres pues ningún español logró escapar, aparte 10 o 15 fueron capturados para sacrificios o por canje de prisioneros.
Fue por el número de muertos la mayor derrota de los españoles en Chile. Las tropas españolas en el fuerte que quedaron pasaron sin saber de lo sucedido por días pero sospechando al no volver sus compañeros y tras varios días el alférez Alonso Gómez que había sido capturado logró escapar y llegar al fuerte donde los hispanos se prepararon para un largo asedio.
En el fuerte quedaron 94 soldados al mando del capitán Francisco Jil Negrete de 25 años quien mandó a imponer activa vigilancia, retrocedió de las posiciones indefendibles y mantuvo un estricto racionamiento. Fue capaz de rechazar dos grandes ataques, sin embargo poco a poco sus hombres empezaron a perder la moral.
El gobernador pasó el duro invierno el Concepción, el 9 de octubre se enteró de la rebelión en Tucapel y el día 15 marchó a Purén, lugar que sometió y luego al fuerte de Arauco donde acabó con las fuerzas nativas que estaban en sus cercanías, partió a liberar el fuerte de Paucaví arrasando el valle de Cayocupil.
Durante su victoria en Purén un soldado de apellido Rivas sobreviviente del desastre de Boroa le llegó con las noticias del desastre, el hombre había sido capturado y había escapado y sobrevivido oculto en la selva, el soldado desconocía lo sucedido con la guarnición del fuerte.
Muchos oficiales aconsejaron a García Ramón volver al norte creyendo nulas las esperanzas de hallar sobrevivientes pero este ordeno marchar con todo el ejército al sur. El 24 de noviembre el gobernador llegó con un ejército de 2.000 hombres a romper el asedio, las condiciones dentro del fuerte eran terribles, de los sobrevivientes al desastre inicial 42 habían muerto o desertado, de los aún vivos muchos estaban enfermos o heridos.
El día siguiente el gobernador ordeno una investigación oficial de los sucedido, el 26 de ese mes los españoles abandonaron el fuerte y retrocedieron desmoralizados a Tucapel y Paicaví, el gobernador, sus hombres y los colonos perdían así las esperanzas de someter definitivamente la región.
Hubo pánico y desmoralización en la población, el 19 de diciembre el Cabildo de Santiago se reunió de emergencia por temor a una posible rebelión en el Maule se desarmó a los indígenas pacificados y con el tiempo la calma en la colonia.
Ante la derrota, con sus fuerzas cansadas, menguadas y notando la negación de los mapuches a la paz el gobernador ordenó la retirada al norte y el fin de la campaña de ese verano. Poco después llegaron unos 500 hombres desde el Perú. El plan de pacificación de García Ramón fundando fuertes en la Araucanía fue abandonado y se tuvo que volver a la frontera del río Biobío incrementando la resistencia de los mapuches y el aumento en financiación y personal para los Tercios de Arauco pero también llevara a que la Real Cédula autorizara en 1608 la esclavitud de todo indio rebelde.
Batalla de Puren - Año Nuevo 1610
Entre 1607 y 1608 durante el verano el gobernador reorganizó sus tropas, cifradas en 2.000 hombres, con 1.000 yanaconas y lanzó una nueva campaña y sus tropas se concentraron en el río Biobío sucediéndose enfrentamientos en el río Lebú y en las provincias de Arauco y Millapoa. En 1608 una Real Cédula autorizó la esclavitud de los indios rebeldes, las tropas llevaban cinco años de guerra continua y sin descansos por lo que las deserciones eran masivas a la Gobernación del Tucumán.
La siguiente campaña de verano (1608-1609) fue bastante ambiciosa gracias a que el capitán Pedro Martínez de Zavala, ex-gobernador de Buenos Aires, llegó con los refuerzos encargados, 150 soldados y 1.500 caballos desde el Paraguay y Tucumán en mayo de 1608. El gobernador llegó a Purén pero en mayo del 1609 retrocedió a Concepción por el inicio del invierno, ese año hubo fuertes inundaciones en todo el reino.
Por su cuenta el coronel Pedro Cortés lanzó un ataque sorpresa contra el campamento del cacique Paillamacu cerca de Tucapel, siendo capturado y colgado sumariamente con los demás prisioneros.
En la que sería su última campaña (verano de 1609 y 1610) García Ramón tomó fuertes castigos contra los indígenas, estos escarmientos provocaron una nueva sublevación.
Durante noviembre y diciembre de 1609 el gobernador preparó e inició su campaña en las provincias del sur.
El maestre de campo Diego Bravo de Saravia llevó varias correrías militares en la provincia de Tucapel, dirigiendo una fuerza de 350 hombres, pensando en que la larga guerra había debilitado a los nativos el español marchó confiado, inicialmente atacó y persiguió a los mapuches sin que estos ofrecieran gran resistencia, abandonó Tucapel y continuó por la cordillera de la Costa. Sin embargo, a mediados de diciembre en un lugar llamado Cuyuncaví fue emboscado por guerreros de Purén, donde no pudo oponer una resistencia organizada, 34 españoles murieron o fueron capturados y más de 60 fueron heridos.
Los mapuches llevaron un gran botín en caballos, municiones y armas, durante su regresó a sus tierras fueron acosados por un destacamento del capitán Pedro de Escobar Ibacache, sin embargo, éste no pudo derrotarlos y volvieron vencedores a sus tierras.
Al saber del desastre el gobernador ordenó que tal afrenta no quedara sin castigo y García Ramón salió con 470 hombres desde Concepción, rápidamente marchó y atravesó la sierra de Catirai y el 26 de diciembre llegó al Valle de Purén, lugar de origen de los guerreros que emboscaron a Bravo quemaron los sembradíos y construyeron un campamento en el mismo lugar donde Pedro de Valdivia fundó un fuerte, sin embargo, no encontró resistencia.
El 31 de diciembre, sabiendo que las tribus costeras eran las que ofrecían mayor resistencia, se preparó a atacar los valles vecinos, pero su plan se interrumpió cuando tras levantar su campamento ordenó a su vanguardia explorar los alrededores pero esta fuerza cruzó un arroyo y quedó separada del resto de la tropa española. Un enorme ejército de mapuches salió a su encuentro, eran las fuerzas unidas de los caciques Aillavilu II, Anganamón, Pelantaru y Longoñongo. El ejército araucano que se dividía en cinco grandes cuerpos cargó sorpresivamente contra la tropa española y García Ramón intentó salvar a su vanguardia, pero la resistencia mapuche resultó tan feroz que él y el resto de su ejército se hallaron durante un largo tiempo al borde de un desastre militar.
Finalmente los españoles lograron que los indianos rompieran filas por lo que se retiraron sin ser perseguidos.
Los españoles resultaron en su mayoría heridos y tuvieron dos muertos, los mapuches tomaron sus cuerpos y los decapitaron mandando sus cabezas a la costa como mensaje para que las tribus de aquel lugar se alzaran.
En tanto que con los yanaconas nunca se mencionaron ni cuantos lucharon ni cuantos murieron en la batalla.
El mensaje de rebelión tuvo éxito, los locales de Lebú se rebelaron creyendo al gobernador muerto y su ejército destruido extendiéndose la rebelión pero García Ramón retomó la marcha y sometió Lebú y alrededores. Luego mandó llamar a los jefes de Tucapel y Arauco a un parlamento, ahí decapitó a 20 asistentes y ahorcó a seis mensajeros. García Ramón volvió a Concepción a inicios de febrero de 1610 para recibir 200 refuerzos enviados desde el Perú, estos fueron apenas suficientes para reemplazar las bajas de la campaña, como los 23 ahogados al hundirse un bote cuando cruzaban el Biobío o el capitán que con sus 12 hombres fueron emboscados y masacrados alrededor del fuerte Nacimiento. El gobernador volvió al sur de la frontera y el capitán Nuñez de Pineda fundó el fuerte de Francisco de Montes Claros en Angol, al finalizar el verano se dio por finalizada la campaña, que terminaba como las anteriores, con altas perdidas y ningún avance hacia la pacificación.
García Ramón se retiró a Concepción por el invierno y murió el 2 de septiembre de 1610. Durante su gobierno murieron 414 españoles en batalla y más de 600 por enfermedades o capturas o desertaron con casi ningún avance en la guerra.
Guerra Defensiva.
Eu sucesor de Alonso García Ramón fue don Luis Merlo de la Fuente, quién organizó una campaña punitiva arrasando todo a su paso, capturando esclavos en Purén. Por esas fechas se implantaría la guerra defensiva en la frontera en la que los misioneros católicos tomarían una importante influencia en las negociaciones, esto fue posible en particular gracias al fracaso político-militar de las campañas de García Ramón.