Rosita Renard

Rosa Amelia Renard Artigas, fue una famosa pianista nacida en Santiago, 8 de febrero de 1894 y fallece el 24 de mayo de 1949.

Primogénita del catalán José Renard y la chilena Carmen Artigas.
Tuvo dos hermanos: Pedro José Juan, médico tisiólogo espacialidad en tuberculosis y Blanca Victoria, también pianista de éxito internacional quien llegó a ser directora del Conservatorio de Alabama, Estados Unidos.

A temprana edad sus padres se separan y su madre asume el cuidado de los tres hijos en un estricto régimen de austeridad y dedicación, que forjó la personalidad de Rosita.

A los cuatro años Rosita tocaba en el piano los aires de Rigoletto condición que motivó a su madre matricularla en el Conservatorio Nacional de Música en 1902 siendo su maestro Roberto Duncker.
El 16 de diciembre de 1908, con solo 14 años recibió el diploma que la acreditaba como profesora de piano.

Al año siguiente, se presentó en el teatro del Conservatorio Nacional y por sus dotes musicales, le otorgaron una beca estatal para continuar sus estudios en Alemania.

Sus estudios en Alemania

Junto con su familia viaja en junio de 1910 a Berlín e ingresa al Städtisches Konservatorium für Musik (más conocido como Stern'sches Konservatorium, 'Conservatorio Stern' junto al maestro Martin Krause, quien también fue preceptor de Claudio Arrau.

Martin Krause fue discípulo de Carl Reinecke y de Franz Liszt quien había estudiado con Carl Czerny y este, a su vez, con Beethoven.
Una estirpe pianística que tanto Rosita Renard como Claudio Arrau heredan, por los más ilustres de la música docta como son: Beethoven, Czerny, Liszt, Krause, Renard y Arrau.

El gobierno de Chile le suspende la beca a Rosita y su profesor Martin Krause, la inscribió en el Conservatorio como alumna honoraria.

Sus progresos tuvieron tal impacto en sus maestros alemanes que el 29 de junio de 1913 se le concedió, «en atención a su sobresaliente desempeño como pianista», el diploma de honor al mejor alumno del Conservatorio, galardón que se había entregado solo en una ocasión antes de ella.

Además, se hizo acreedora del premio Liszt y de la beca Mendelsohn.

Sus excelentes críticas:

«Ha sido revelado un nuevo y extraordinario talento pianístico.
Su juventud (aparenta unos 18 años), la disculpa en Beethoven, de una que otra imperfección en la forma», declaraba el Dr. Paul Ertel a través de la prensa local el 9 de diciembre de 1913.

Por su parte, Paul Schwers presagiaba que «se desarrollaba una pianista de primer rango».

En 1915 por la Primera Guerra Mundial, Rosita regresa a Chile con su familia donde realizan presentaciones en distintas ciudades como en el Club Alemán de Puerto Montt el 14 de abril de 1916, en los que interpretó obras de Mozart y Chopin.

Su nueva vida

Rosita Renard en 1928 inicia una gira por Estados Unidos, logrando tocar en Nueva York.
Su madre Carmen Artigas siempre ejerció un control implacable sobre Rosita la persuadió para retornar a Chile al punto de llegó a fugarse de la casa materna.

Desde 1925 a 1930, Rosita Renard residió en los Estados Unidos.
Se casó en Manhattan, Nueva York, el 25 de agosto de 1928, con Otto Stern, un cantante lírico checoslovaco.

En Los Estados Unidos no consiguió lograr sus anhelos y vuelve a su tierra natal.

En 1941 tocó en la Orquesta Sinfónica de Chile; en 1944 inició una gira por Latinoamérica y el Caribe y en 1945 por Estados Unidos y Canadá.

Tras impartir clases en Caracas y jubilarse en 1948 del conservatorio, realizó conciertos en Buenos Aires, Bogotá, Medellín, Montevideo, La Habana, México, Puerto Rico y Curaçao.

En la Facultad de Artes de la Universidad de Chile

La Universidad de Chile la contrató en 1930 como profesora de piano y la nombra como Jefe del Departamento de Instrumentos de Teclado.

Durante este periodo encaminó a pequeños valores (1930-1941) que hoy son eximios intérpretes y maestros como: René Amengual, Inés Gebhard, Flora Guerra, Elvira Savi y Elena Waiss, entre otros.

Su Consagración

Por la Segunda Guerra Mundial llegaron a residir a Chile grandes músicos europeos como el director de orquesta austriaco Erich Kleiber.

Luego de asistir a una audición le dijo:
«No, señora, en Chile no, en el mundo entero tendrá que interpretar usted los conciertos de Mozart conmigo y hasta que no lo logre no me marcharé de Santiago de Chile», fue la sentencia que pronunció con firmeza el maestro Kleiber.
Pero Kleiber, debió luchar contra la extremada humildad de Rosita que se negaba a seguir dando recitales, hasta que consiguió que viajara a Nueva York y el 19 de enero de 1949 se presenta en el Carnegie Hall, donde obtuvo uno de los mayores éxitos de su carrera.

Su enfermedad mortal

Su carrera estaba en todo su apogeo con numerosos contratos en las salas más prestigiosas del mundo:
El 6 de octubre debía tocar con la Orquesta de la NBC de New York para la cadena de televisdión estadounidense National Broadcast Company.
El 7 y 8 de diciembre en Viena bajo la dirección de Erich Kleiber.
Otros conciertos en Bruselas, en Viena, Zúrich, Londres y París.

Sin embargo, una encefalitis letárgica la postró y la llevó a la muerte falleciendo en la Clínica Santa María en Santiago el 24 de mayo de 1949.

Su muerte truncó prematuramente una brillante carrera como intérprete.
Su madurez, seguridad de su interpretación, más una excelente crítica de importantes personalidades, indicaban que tal vez habría opacado a su más aventajado condiscípulo, Claudio Arrau.

Rosita Renard donó su fortuna personal, constituida por su parcela «Diolufay», ubicada en Pirque, a la "Fundación Rosita Renard", protectora de los ancianos, hoy hogar de ancianos de Nos.

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