(N. en Santiago; 1880). La lira de este poeta tiene cuerdas finas que rumorean arpegios dulces, suaves, harmoniosos. Detesta las clarinadas épicas. Nada de frases rimbombantes. Su principal objetivo es halagar el oído con la música del verso y extremecer las íntimas fibras. Su poesía no es trascendental; no hace con sus versos ni filosofía ni obra doctrinaria. Tampoco se preocupa de dar vigor o novedad a sus ideas. Sus estrofas resultan livianas, simpáticas, gustables. Las mujeres adoran a Mauret. Lo prefieren y se lo aprenden de memoria. Él ha sabido corresponderles: ha sido con ellas galante, fino delicado. Las idealiza, las endiosa. Las compara con las flores. Las coloca en medio de un Edén, con aleteos de brisas, perfumes deleitosos, claros de luna, cantos de mirlos y ruiseñores.
Mauret Caamaño recuerda los tiempos de «La Lira Chilena», el popular semanario dominguero de Samuel Fernández Montalva. En esa revista barata, dicharachera, sustanciosa como una «cazuela a la chilena», publicaba Mauret sus versos románticos, serios o graciosos, para regocijo de castos enamorados. Poca novedad hay en sus versos, si se quiere; pero su espíritu es sano, inocuo, al revés de lo que ocurre con algunos vates de hoy, cuyas frases destilan veneno de escepticismo y de grosera sexualidad.
En 1908 publicó su primer volumen de poesías, Alma. Pedro Pablo Figueroa dice de él en su «Antología Chilena: «Fecundo y afanoso, ha llevado sus producciones a la prensa americana y europea, como el «Album Salón», de Barcelona, «La Prensa», de Buenos Aires, «El Cojo Ilustrado», de Caracas, y «Mundíal la célebre revista del insigne Rubén Darío, de París.
Mauret ha dirigido y redactado «El Búcaro Santiaguino» y «La Prensa», de Valparaíso, y formado parte de la redacción de «Zig-Zag» y «Corre-Vuela». Organizador del Ateneo de Valparaíso, fue su presidente en varios períodos.
Bibliografia.-Alma, poesías líricas, dos ediciones; Notas críticas, (estudio literario); Héroes y patricios, (sonetos); En el regazo de Venus, (poesías líricas), obra editada en Valdivia, 1914; y A la hora del café, (versos).
Una noche romántica de Enero en que lucía el cielo esplendoroso, llegó hasta mí, turbando mi reposo, la suspirante endecha de un jilguero. Era un canto, a la vez que lastimero, dulce gemido de embriaguez y gozo, una esperanza en flor hecha sollozo, de un ave enamorada de un lucero. Y en medio de la noche blanca y grave, lleno mi corazón el aire suave del aria pasional, llorosa y bella... Y al cielo alzó mi pecho su querella; que hace tiempo que sueño como el ave, con el amor de una lejana estrella!
Viaje romántico.
Tengo hastío del mundo, tengo hastió de las caricias que con fiebre loca al brindar el placer en dulce boca, dejan el corazón árido y frío. Fragancia virginal, albo rocío para mi juventud el alma invoca... Ir donde nadie, con su planta toca, mas allá del azul, es lo que ansío. Si tu amor me otorgase la fortuna, sería mi deseo niña hermosa, que en esta noche blanca cual ninguna, nuestras almas, en fuga milagrosa, viajasen por un rayo de la luna sobre fragante pétalo de rosa!
El alma de las rosas.
El fugitivo aroma de las rosas lleno de una sutil melancolía, hace vivir en la memoria mía los tiempos idos y las muertas cosas: Las mañanas de sol y las hermosas noches de claridad y de armonía, cuando era el alma, que al azul se abría, enjambre encantador de mariposas. Hoy, en la angustia de un pesar acerbo busco la flor que en mi poder conservo, pálida rosa que al partir me diste; l levo a mis labios su corola trunca, y siento renacer, más hondo y triste, el dulce amor que no te dije nunca!
Amada, sé la flor...
En un jardín alegre y floreciente vivían sin zozobras ni deslices, una rosa de vívidos matices y alado insecto de color luciente. Al soplo de las auras, blandamente el follaje estendía sus tapices donde el insecto y el botón, felices soñaban con amarse eternamente. Al aspirar la esencia de la rosa en deliquio ideal, la mariposa daba a la flor el iris de sus alas... Amada, sé la flor. Y así, risueños, sobre tu aroma virgen y tus galas dejaré el polvo de oro de mis sueños!
Cerca de ti.
Que te dijera yo, qué te dijera de lo más hondo de mi amor nacido, que, melódica música en tu oído, cándido ensueño para tu alma fuera! Una rima sutil de primavera llena de arrullos y gorjear de nido, un verso pasional recién florido con alas de ilusión y de quimera... Yo te diría lo que el alma siente cuando a tu lado estoy, y en el ambiente bebo tu aliento que mi dicha labra; cuando mi corazón gime de antojos al dulce fuego de tus lindos ojos y al eco arrobador de tu palabra!
Alas y besos.
Brilla el sol y el ambiente se embalsama; entre sus giros, juguetón el viento, de mil rumores el fugaz concento recoge y por los cármenes derrama. Tendido bajo un árbol, en la grama, volaba a ti mi dulce pensamiento, cuando dos aves con afable acento se posan a cantar sobre una rama. Estrechan en un beso su destino, y el pico junto, delicioso trino sube al azul en trémulas escalas... Para soñar en embriaguez secreta, de tu ilusión a las celestes alas enlazaré mis alas de poeta!
Vida diáfana.
Desde la cuna a la atisbante fosa como un suspiro la existencia rueda; ¡feliz quien al morir escuchar pueda de la esperanza la canción hermosa! No vive aquel que la ambición hospeda nutrido de estultez y servilismo; ¡vive la larva al sol, que de sí mismo teje y desteje su vellón de seda! Así, tu alma suave y luminosa: en un minuto de embriaguez de rosa transforma tu existir... Bebe las galas de la luz y del ritmo y de las flores; ¡y teje la ilusión de tus amores con el azul y el oro de tus alas!