(N. en Angol, el 1.o de Abril de 1886). Su lírica tiene todas las regularidades, protuberancias y raquitismos de la escuela romántica, pero se adivina en ella una secreta inclinación hacia los modernos ideales estéticos.
La asendereada literatura de poetas como Campoamor, Zorrilla, Núñez de Arce y otros del siglo XIX, parece haber influido poderosamente en la formación de su temperamento artístico; y, en la evolución progresiva que sus versos van experimentando en los últimos tiempos, la lectura de la obra poética de nuestros jóvenes autores que son los representantes del más formidable movimiento modernista que se haya desarrollado en toda la América Latina y en la propia España.
Los cantos de Méndez Bravo tienen motivos, aderezos y fáciles psicologías de mujer. Atraviesan por el alma, inanimados, ligeros, sin dejar huella de su paso. No son varoniles como deben ser los de un hombre que frisa en la edad más vigorosa de la vida.
Es un perfecto orfebre de la estrofa mecánica; casi un onomatopéyico. Si su espíritu tuviera emociones más hondas y si sus pensamientos abandonaran la pesada envoltura de metáforas en desuso, podría llegar a ser un poeta. Hoy, no es más que un versificador afortunado. El mismo está convencido del escaso mérito de sus producciones. Sin embargo, estimamos que no es un caso completamente perdido...
En 1910, obtuvo el primer premio en un certamen literario que se llevó a efecto en la ciudad de Talca.
En 1912, publicó un folleto de cantos patrióticos, Lira heroica, y en Septiembre de 1915, fue laureado con la flor de oro en los Juegos Florales celebrados en la provincia del Ñuble (Chillán). Estos Juegos Florales han sido, sin duda alguna, los que en Chile han llamado más la atención por su verdadero fracaso artístico). Leyendo los versos premiados nos hemos convencido de que el jurado procedio con inmoralidad, cobardía o incapacidad de criterio, pues ninguna de las composiciones merecía el premio de honor, y, en consecuencia, debieron declararse desiertos los referidos juegos... Formaron el jurado los poetas: Samuel A. Lillo y Jerónimo Lagos Lisboa, chilenos, y Abel Alarcón, boliviano.
Es autor de Vislumbres, versos. A última hora, en prensa ya «Selva Lírica», el poeta nos envía su bella composición «Polvo y Eternidad), que viene a confirmar nuestro augurio de que Méndez Bravo no es un caso completamente perdido.
Eres la misma! Tiempo y olvido pasan por tu alma sin dejar huella: ¡así el vetusto peñón erguido rompe la ola que en él se estrella. No sientes dichas, ni sientes penas; pasa tu vida como un letargo y en tus sonrisas se nota apenas de tus recuerdos el dejo amargo. Tu misma cara, tu mismo ceño... ¿Eres soberbia, tímida o fatua? ¿Eres la esfinge de algún ensueño o el alma errante de alguna estatua? Dudas presentes, placeres idos me martirizan cuando te veo. Son nuestras almas desiertos nidos sin un arrullo ni un aleteo. Tú disimulas. ¡Intento vano! Bajo el ropaje de tu faz mustia te baña en sombras el hondo arcano de tus insomnios y de tu angustia. Estás al borde de la pendiente del hondo abismo de tu destino; llevas la noche sobre la frente y en tu alma llevas el torbellino. Aún tengo abierta la cruel herida mi joven sangre por ella brota: riego del germen de nueva vida, de un nuevo idilio primera nota. Vivo y espero! Pasa la noche; viene la aurora y el sol calienta: todas las flores rompen el broche con el chubasco de la tormenta. Vivo y espero! Soy árbol verde; tengo promesas de hojas y flores y hasta de un nido que me recuerde el ya deshecho de mis amores. No me da envidía tu fría calma. tu indiferencia no me exaspera:... para el sombrío yermo de tu alma no tendrá flores la primavera... ………………………………………
Venimos del misterio, vamos hacia el enigma por la vieja y curvada ruta de los destinos, un soplo de esperanza mueve nuestras ideas, un ansioso egoísmo turba nuestros sentidos La vida nos seduce con albores de cima, la muerte nos aterra con vértigos de abismo y así vamos y vamos como nube en el viento, como arena en la playa, como espuma en el río. Pobre carne que sientes, pobre carne que anhelas, ansia cristalizada de un espasmo divino, ¿por qué no fuiste tono del paisaje lejano, por qué no fuiste bruma, por qué no fuiste trino? Santificada sea la belleza inconsciente que en la tierra es aroma y en el éter fluido. Dolorosa atadura de materia y, espíritu, vas como sombra errante por un largo camino y eres en el enorme libro de los arcanos una página blanca y un sarcástico signo. Lloras?... Tu sentimiento será soplo en el aire. Amas?... Besos y labios se plegarán marchitos. Todo lo que eternizas con febriles anhelos no son mas que emociones, sueños y desvaríos, tenues espasmos de ala que en la selva agostada dormirán en silencio cuando se rompa el nido. Que en el seno del tiempo la existencia prosiga y que fluya y refluya como un mar el destino; volverán las tristezas de los días de invierno y las noches de luna del ardoroso estío, rugirán nuevas olas en los mares lejanos, rozarán nuevas alas las espumas del río, pero yo cual corriente de agua que del desierto quiere saciar el ansia ya me habré consumido, seré sólo recuerdo, página del arcano ¿quién sabrá comprenderme si no sabe de signos? ¡Hacia que otro misterio se abrirán las pupilas de los que mueren? ¿Tiene su alma nuevos latidos? Arcano: tú lo sabes, tú que todo lo creas, tú que todo lo agotas, tú que el largo camino pueblas de luz y sombra, de rosas y de espinas, de silencio y aroma, de pájaros y ritmos. Gracias porque eres sólo transformación perpetua, maravillosa fuerza que del lodo mezquino hizo constelaciones en el espacio y ojos en la tierra y entre ellos el misterio infinito. Que se desate el nudo, que se vaya mi espíritu, que me cubra la tierra como el follaje al nido y que la mano sabia de la muerte transforme mi carne en cosa bella, sana, sin apetitos. Lo que tanto he querido lo besaré en mi nada, lo que tanto he aspirado lo ahogaré en mi olvido. Y que broten las flores y que trinen las aves y que rujan los mares y que murmure el río; yo como virgen ala pasaré por el bosque, yo como nota errante pasaré por los trinos o tal vez seré un árbol que proyecte su sombra sobre la fatigada silueta del camino. La carne dolorosa que retoñe mañana ¿abrirá las pupilas cuando yo sea brillo?