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Armando Carrillo-Ruedas





(N. en Rengo, 21 de Agosto de 1887).
De entre los intelectuales que conocemos personalmente, de entre aquellos con que nos rozamos a cada instante en la intimidad abstrusa de la vida ordinaria, Armando Carrillo Ruedas es al que más apreciamos como hombre y amigo, y el que menos fe nos inspira como poeta que tiene pretensiones de traspasar los umbrales de la mediocridad en que vegeta desde hace más de seis años.

Y, sin embargo, tiene estrofas que valen por todo un poema.
¿Qué será? ¿Prejuicio? Pero ¿por qué?... Con él menos que con nadie!
¿Acaso no es un amigo noble, un artista moderno y un temperamento personal?, ¿Acaso sus versos son vacuos e insignificantes?
Nosotros, que somos más poetas que graves Aristarcos, que somos poetas porque así hemos nacido, no por eventualidades de la suerte, tenemos un profundo espíritu de introspección, de profecía; adivinamos los dramas humildes que se desarrollan detrás de las paredes de la carne; palpamos, como con los dedos, la visión del presente y del futuro en los hombres y en las cosas; dejamos que nuestros espíritus cumplan sus invisibles destinos rasguñando los secretos rincones del corazón y el alma ajenos; sentimos en nosotros mismos el ruido que hace la vida en los extraños cuerpos que se transfiguran ante nuestros ojos; conocemos sus misterios, sus suplicios, sus júbilos, sus actos y sus empresas imposibles; sabemos dónde se encuentran los verdaderos y los falsos tesoros, las grandezas, las medianías y las insignificancias, y casi no nos equivocamos nunca.

Las pupilas se han hecho brillantes, sibilinas, a fuerza de escarbar en nuestro propio yo y ante las voces imperceptibles y recónditas con que nos hablan al oído los fluidos psíquicos que surgen del corazón del universo y buscan su órbita propicia en nuestros actos mismos.

Tenemos un deber inviolable de ser sinceros, de decir lo que pensamos, aun cuando se levanten polvaredas que nos cieguen; aun cuando los otros se confabulen y piensen en forma distinta; los otros, los vulgares o profanos, mezquinos o egoístas, ignoran, desconocen, lo que sucede más allá de su diminuta esfera de acción. Si nos equivocáramos, siempre cumpliríamos con nuestra misión, ya que habremos propendido a refinar más el estudio de la psicología humana, a aguzar mejor el instinto de adivinación, y las generaciones venideras llegarán con el espíritu reforzado, madurado ya sobre nuestros propios errores.

Las víctimas de un día se levantarán y caeremos nosotros los victimarios. No importa, si se salvan la sinceridad y el Arte. Las vacilaciones de hoy, son errores de ayer y serán triunfos de mañana. Perdonesenos, no por nuestra obra presente, sino por lo que ella significa para el futuro.

Arm. Carrillo-Ruedas ¿es un poeta? (Me refiero al verdadero poeta, no a los mediocres ni a los versificadores.
En poseía se es o no se es. No hay término medio).

Repito: Carrillo ¿es un poeta?
Vosotros que leeréis sus bellos trozos transcriptos más atrás, que no comprendéis el verdadero signinificado, el prestigioso trascendentalismo que encierra la palabra poeta, me diréis indubitablemente que sí. Y yo os diré entonces que no.
--Pero, ¿por qué no, cuando hace buenos versos, y, si se quiere, mejor poesía, en ciertos casos?
Y yo os responderé: Porque, conociendo intensamente la labor lírica de Carrillo, sé de sus obscuros procedimientos mecánicos, sus visibles padeceres ante lo divino que se escapa y deja entre sus dedos el polvo de la escoria dorada, su lentitud evolutiva, sus versos febriles, tirantes y sudorosos, aderezados a fuerza de ordinarios menjurjes, y sus propios silencios mojigatos ante cualquiera declaración nuestra sobre su arte, agresiva, y franca como siempre.

Carrillo-Ruedas hace versos porque sabe hacerlos, ha leído mucho, aprecia a los poetas y tiene un buen espíritu de artista. Y, sinceramente, es un artista.

Pero, poeta, no. Hay una gran diferencia entre éste y aquél.
¿Y porque Carrillo-Ruedas suele hacer correctos versos y construir lógica poesía, es un poeta, sabiéndose que sólo acude a los recursos indirectos de la métrica, la retórica y la gramática, que posee como buen pedagogo, y a los auxilios directos de su talento de artista y de su conocimiento que tiene de todas las escuelas literarias y de su fervor por el arte y su pasión por lo raro?

¿Es poeta virtuoso, de esperanza real, quien declara cierto día haberse equivocado de rumbos y en otras ocasiones lo contrario; quien se siente asfixiado en los moldes líricos y escribe versos que no suelen serlo y que a veces son una prosa alambicada o de silabario, deshechos y con pujos revoltosos?

¿Es poeta quien hace versos premeditadamente desarticulados; quien siente la infinita voz de la poesía agitarse en su alma y se desespera y sufre porque no puede sacarla a flote convertida en palabras que sean el reflejo cristalino de sus emociones, de su estado interior, de sus momentos hondamente vividos?

No, no es poeta. O es un dilettanti o es un artista versificador.
En este caso, Carrillo-Ruedas-bien lo conocemos-es un artista, apasionado del verso más que de la prosa. Y esto le perjudica. Como artista que es, no debe abusar de los estrechos y sagrados moldes para vaciar sus sentimientos e ideales, ya que aquellos se rebelan ante él; ya que, por encajonar sus pensamientos y dignificarlos para el verso, relame las palabras y deteriora la forma que debe ser inviolable para el poeta, hasta que no se modifiquen los consagrados mamotretos de la literatura oficial; y ya que puede valerse de otros medios más al alcance de su mano para ver desdoblada su personalidad, frente a sí mismo, como ante un espejo, tal cual lo sueña su ambición artística.

Carrillo es un literato muy artista, no un poeta.
En la novela, en el cuento, en la prosa en general, estamos seguros encontrará su verdadero yo. Porque es un escritor de virtudes eficaces y propias, de frases sobrias, macizas y elevadas, de espíritu generoso con tendencias humanistas bien acentuadas, y de sentimientos magnánimos de libre pensador.

No es poeta Carrillo, y conmigo está de acuerdo la casi totalidad de todos los que han leído sus versos, intelectuales y cerebros romos, consagrados y principiantes.

Se inició con Gotas de opio (1910), libro de versos que valen, más que por su mérito intrínseco, por el gesto de rebeldía y orgullo y por el valiente reto contra el clasicismo encastillado, que se yerguen altivos en el introito de su obra, y en el que hace una vibrante y entusiasta profesión de fe artística, que no ha podido cumplir a pesar de sus buenos propósitos.

Esta obra fue recibida con fieros latigazos por la crítica, que levantó indignada su férula, unísona y justiciera esta vez, para pulverizar con sus golpes de fuego una poesía mediocre--negación rotunda de la profesión de fe artística de su autor-y un gesto bizarro y sincero, nacido al calor de un juvenil prejuicio, que fue interpretado por la mayoría como una vulgar pose de galopín.

Los versos de Gotas de opio, son algo prosaicos y faltos de emotividad, pero personales dentro de las tendencias de nuestro Parnaso. Sus temas nievos, casi siempre diálogos con fervor panteísta, cogidos de la vida ordinaria, contienen momentos psicológicos-inadvertidos por la generalidad. Vaciados en el estuche de un verso impecable y saturados con la substancia de un verdadero temperamento poético, habrían sido aplaudidos sin reservas.

Sin embargo, Carrillo-Ruedas logró hacer poesía original, extraña para nosotros, no por el volumen de las palabras, sino por la novedad de sus ideas, por el alcance ultraterreno de ellas.
Fue tal vez, así mediocre y todo, uno de los primeros líricos fuertemente simbolistas.

El arrojó la semilla, un tanto raquítica, que iban a recoger más tarde nuestros mejores hijos de Baudelaire maestro.

En 1912 publicó su novela Bendito sea el fruto..., premiada por el Consejo de Bellas Letras de Santiago, que es una obra de cierto mérito, escrita en prosa viril y gruesa, en la que reveló su carácter indomable de célibe empedernido, de apóstol del amor libre e igualitario, sin prejuicios sociales ni cadenas perpetuas. Fue injustamente atacado por el sectarismo de la prensa clerical que vio en su libro no la obra de un artista joven, talentoso y rebelde de ideales, sino el atentado de un profano contra los inviolables ritos de la moral encubierta.

Vencerá en este sitio de lucha, sin duda alguna, a pesar de la escabrosa concepción que posee de los deberes sociales y de su falsa apreciación acerca de la legislación humana que, aunque deficiente, tiene rigores que son frenos poderosos para la inmoralidad y que, suprimidos, desorganizarían las familias y los hogares, haciendo del mundo una desvergonzada ramería.
En las últimas producciones líricas de Carrillo-Ruedas, díalogantes y panteístas por lo común, muchos encontrarán pedazos de poesía incrustados entre mucho pedrusco. Siempre se adivina en ellas al obrero que, a blusa quitada, machaca y machaca tratando de horadar la piedra milagrosa, pero en vano. Sus músculos febriles se cansan y apenas hacen saltar una que otra chispa lejana.
Publicará: Vidas ajenas, cuentos; Diálogos, versos; y El secreto, novela.
                       



                                                                                                                     --------------------------------------------------------------



                                  

SIN BRÚJULA




                                                    Salir un día de alba; nudo ciego
                                                    echar al sentimentalismo, y luego
                                                    dejarse arrebatar por el destino
                                                    que nos salga a la vuelta del camino.

                                                    Darse al amor incondicionalmente,
                                                    y a cualquiera alegría del presente,
                                                    y lavar, con unción, nuestras heridas
                                                    en la misma corriente de la vida.

                                                    En adelante no pensar jamás
                                                    en la suerte que nos aguardará;
                                                    pues, buena o mala, así, nuestra fortuna
                                                    por lo menos será como ninguna.

                                                    Y al fin, cuando mañana recordemos
                                                    nuestro vivir multicolor, creeremos
                                                    hallar en nuestra ruta, contenida
                                                    como una multiplicidad de vidas.


                                                  ……………………………………
                     


                                                                
                             

¡ANÁLISIS! CORAZON






                                                    ¡Corazón, corazón! quiero sentir
                                                     sin pretender en números saber
                                                     el valor de los hechos impalpables!

                                                    ¡Análisis, análisis, análisis,
                                                     cómo librarme de tu criticismo!

                                                    ¡Si me fuera posible conformarme
                                                     con beber en las fuentes del espíritu!

                                                    ¡Corazón, corazón! ¿por qué no hablas?
                                                     Dame tu sencillez que me hace falta,
                                                     quítame tanta pretensión que sobra!

                                                    ¡Análisis, análisis, análisis!
                                                    ¿Me dirás la importancia de tu obra?

                                               …………………………………………
                      
                                       
                  

SI YO TE HUBIERA CONOCIDO ANTES!



                                              ¿Por qué tu parte no guardé mujer?
                                              ¿Por qué no adiviné que tú vendrías?
                                               y no como me quejo me quejara.

                                               Al bañarme en tu gracia: mancharía
                                               la esencia de tu ser. Quemé en el ara
                                               de otros amores mi salud triunfante.
                                              ¿Por qué tu parte no guardé mujer?

                                               Mi juventud está desvanecida
                                               para tus veinte años desbordantes
                                               de ilusiones
-primicia de la vida-

                                              ¡Si yo te hubiera conocido antes!
                                               si hubiese hallado ayer en mi camino
                                               tu risueña ternura y la frescura
                                               de tus labios-no solo pan y vino.

                                              ¡Si yo te hubiera conocido antes!

                                                     …………………………………

                                                    


                                     

JUVENTUD!




                                     Heme aquí en tus dominios, Juventud obsequiosa,
                                     dentro de mí la fe que tomé por esposa.

                                     Me hallo en pie desde el alba, y al evocar su aroma,
                                     me parece más blanca verla en mi alma que asoma.

                                     Soy, sin duda, un poseso; pero mi encantamiento
                                     me eleva y me idealiza como a la voz el viento.

                                    ¡Juventud! hoy tus suaves, eglógicas veredas
                                     se ofrecen a mi espíritu que preso en ellas queda,
                                     y cuelga de tus árboles, ebrios de melodía,
                                     como fruto de oro, la fragante alegría.
                                     Que ella me dé sus mieles, hoy... mañana... pasado...
                                     La pena no nos muerde cuando hemos pecado.

                                    ¡Juventud! que mañana seas como eres hoy,
                                     el alma del sendero de luz, por donde voy!
                                     que no caiga la sombra jamás en mi camino,
                                     que al llegar a mis lares se extravíe el destino,
                                     que cuando el sol no brille, me dejen ver la huella
                                     del amor de la víspera, la luna y las estrellas.

                                     Y en caso que al fin suene la hora de perderte,
                                    ¡Juventud! ¿Habrá algo más allá de la muerte?

                                                 ………………………………………
                 
                                     

IMPOSIBLE




                                                      Van ya varias veces
                                                      que coincidimos en pensar
                                                      cómo frente al deseo palidece
                                                      la posesión de que podemos disfrutar.
                                                      Cómo en un espasmódico momento
                                                      beberse el uno al otro, y estrujar
                                                      hasta la última gota de su aliento
                                                      para siempre jamás.

                                                      Cómo (para los otros intangibles)
                                                      poderlo en cuerpo y alma contener,
                                                      y cómo a lo que somos y pensamos
                                                      poderlo unir también;
                                                      pues, aunque lo sabemos imposible,
                                                      hay veces en que ¡vamos!
                                                      uno no se quisiera convencer!

                                                     ……………………………….

                          


                              

EL AMOR A LA BRUTA





                                                   Ah! sí, me acuerdo; aún siento
                                                   mi espíritu cansado vagar en otros días,
                                                   allá... cuando, mareada con mi aliento,
                                                   en darme besos cortos, achi... te entretenías.
                                                   Eras muy tonta; vamos! con tu mirada incierta
                                                   me hacías gozar mucho... de aquel mirar de asombro
                                                   lo raro me agradaba: cuando, la boca abierta,
                                                   adormida quedabas sobre mi hombro.

                                                   Mareado por tus ojos de muñeca,
                                                   floreaba con mis dedos tu cabellera de oro,
                                                   y al jugar, como un niño, con tu cabeza hueca
                                                   tu amor de tonta, eso era, eso era mi tesoro.
                                                   Loco de atar: lo raro
                                                   ha sido para mí la mejor fruta;
                                                   te quise porque pude quererte con descaro,
                                                   y te amé, nada más que por lo bruta!

                                                    ………………………………


  

    

                                 
                                     

GESTACION







                                            Sentí que me envolvía la onda de su aliento
                                            y el cálido contacto de sus muslos en flor.
                                            Me ví reproducido más allá del momento
                                            y devolví anhelante sus dádivas de amor.
                                            Oración sin palabras. Me la concedió plena
                                            de virtudes el goce del fecundo querer.
                                            Creí sentir mi sangre circular por sus venas
                                            y ver que en sus pupilas retoñaba mi ser.

                                            Y unimos nuestros labios hasta dejar el alma,
                                            y cerramos los ojos como para morir...
                                            Hubo un segundo... un siglo de fervorosa calma.
                                            La gestación solemne del que habrá de venir.

                                                         ………………………….