(N. en Chillán, en 1893). Parece destinada a ocupar un sitio de preferencia en nuestra literatura. Aunque de cuño inferior a Gabriela Mistral y a Olga Azevedo, tienen sus poemas rebeliones de fondo, que no encontramos en aquéllas y que ponen en su personalidad artística una coloración original, individual, nobilísima a veces, degenerada otras, pero nunca a medías tintas como señal de mediocridad.
Su estilo tiene impetuosidades de mujer neurótica; estruja la idea para un feliz alumbramiento o aborta desgarros que repugnan al espíritu menos exigente. No hay aburguesamiento en su poesía. Sólo hay extremos que acusan grandes esfuerzos o grandes cretinismos.
Esta poetisa, que ya sería una realidad para las Bellas Letras si no viviera aplastada por los prejuicios del cuadrilátero de hierro en que encierran ciertos padres de América a las «hijas de familiar, posee un fuerte temperamento artístico que dará bellos frutos cuando la vida misma sature sus ideales con esa cultura necesaria e imposible de capturar en las bibliotecas o en el estrecho círculo de un hogar hostil a sus aspiraciones.
Tienen, algunas de sus estrofas, todo el vicio de una literatura parlamentaria, hecha o deshecha con el temor de ofender la norma imperante en cuestiones de moralidad y con la satisfacción de sentirse buena para las personas que pueden juzgar sus actos de mujer. En otras ocasiones sus pensamientos se internan por el camino de la virtuosidad, de la sinceridad emocional, de la emoción desnuda de paramentos artificiales, y entonces su poesía es audaz, libertaria, combativa, de renovación; se ve lucir al fondo de ella un pedazo de espíritu moderno, heroico y macizo. Así, diríamos que la damisela escrupulosa se encierra tras las puertas de sus quehaceres domésticos y aparece la artista, únicamente la artista, prestigiada por la aureola triforme de alma, corazón y cerebro.
Con un mayor conocimiento del valor estético del ritmo en los versos y con un criterio más firme sobre las tendencias de la poesía contemporánea, a la que Berta Juezada suele aproximarse, llegará en pocos años a ser una poetisa distinguida.
Hoy su estilo es indefinible: tiene pensamientos de romántica, mezclados con substancias de un modernismo ya fogueado y con girones de anatomía clásica.
Como carreta vieja cruje la vida y deja una lágrima negra en el camino. Como algo impalpable penetra por los poros de la vida el rey sutil: Amor, y la vida florece su belleza delante la gloriosa mentira del amor.
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Tengo una hambre infinita de pan espiritual. Sacie, Señor, mis ansias tu mano celestial, y yo vertiendo mi alma en la belleza augusta que, como pan divino, tus bondades me den, coma y dé a mis hermanos en una santa unción mi pan espiritual vuelto ritmo y canción en las cuerdas sagradas que cantan mi emoción. ………………………………………
AQUELLA TARDE...
Charlábamos los dos aquella tarde. Yo tenía a mi espalda la ventana entornada. Conversábamos de arte. Leíste tus poemas llenos de honda poesía... Afuera el sol, inquieto, por ver lo que hacíamos, cruzó como un hilo por una rendija de aquella ventana, y una madreselva que en vano empinaba los diez arabescos que teje una rama, moviendo sus finas hojas, suspiraba... El sol, aburrido de no mirar nada, se escurrió corriendo como lagartija... Seguimos charlando; yo abrí la ventana y como en suspenso penetró la sombra... Una fresca rama de la madreselva entró curioseando. Yo entre mis tristezas sonreía pensando que el sol blanquecino y la madreselva y también la sombra, que acaso creyeron mirar un secreto, oyeron tan solo el murmullo suave que hacían tu alma y mi alma al charlar sobre arte... ………………………………………
MI FUENTE
Mi alma es como una fuente que en un jardín soñara... Su agua limpida y pura cuando copia la vida la hace más delicada... Mi alma es como una fuente que cantando a la vida arrullara a la muerte... Tiene mi fuente notas que al mundo suenan raras, y por eso mi fuente es murmullo, en el día, en la tarde, elegía, y un cántico en la noche. Mi alma es como una fuente... En nocturnos idilios conversa con la luna melancólicamente... ………………………………………
ANUNCIACION
Siento como el preludio de una orquesta invisible... Veo cómo la vida se agita en derredor; cómo sale al mundo la vanidad humana, cómo vence en las luchas el Dolor! Oigo el salmo a la vida que canta el Universo en las flores, el aire, en el agua y el verso... Quiero aunar a la orquesta una nota vibrante de alegría sonora, pero, ¡siento un olor a muerto que mana de mi alma! ………………………………………
DESENCANTO
Siento una soledad desoladora en torno de mi alma dolorida... Afuera suena a cascabel la vida y aquí en la soledad crece mi herida. Se hace sombra mi vida lentamente y me parece un sueño mi existir... ¡Abre tu puerta Eternidad sombría, mátame de vivir! ………………………………………