(N. en Santiago, el 4 de Agosto de 1896) Quisiera que esta nota preliminar no fuese una impresión crítica de la labor de este poeta original y único. Quisiera que fuese una glosa poética, un ditirambo estruendosamente lírico, al margen de su poesía sentimental y mística. Al entrar a la capilla artística de Daniel Vásquez, hay que descubrirse como al trasponer el pórtico de una deífica morada que estuviera al pie de una montaña, frente a una enorme llanura y a un enorme océano.
Al través de la vida ondula el sendero que lleva hasta esa capilla de fe sin ritual, amor incorpóreo y. pensamiento extrahumano. Muchos dirán: «hemos divisado ese divino sendero»; pero la verdad es que se desviaron para seguir por las rutas que huella la uña del sátiro perseguidor de ninfas. ¡Inmersiones del pensamiento a lo inmenso y eterno! Lo cognoscible y finito! ¡Lo intangible y etéreo! ¡Lejanos reflejos del orbe estelar! ¡Retroversiones al mundo intimo, grande o pequeño! ¡Sentimiento de inmenso amor y de inmensa gratitud! ¡Un corazón materno que ritma lejos de un corazón filial! ¡Aislamiento sin egotismo! ¡Recogimiento fervoroso! ¡Abandono del espíritu ante el Misterio y ante la Vidal... He ahí lo que flota en el sacro ambiente de ese templo que ha levantado este artista al término de aquel divino sendero. En él salmodian las sentimen tales flautas del órgano una serie de himnos breves, elegíacos, plenos de arpegiante y luminosa armonía.
Es de desear que este precoz artista publique en breve un libro que lleve hasta muy lejos el nombre de su país en alas de los poemas más intensos que hayan producido nuestros poetas nuevos.
Porque Daniel Vásquez, no es como esos árboles estériles de superabundante ramazón. No; se parece a esas plantas en cuyas precoces yemas eclosionan bellas flores entre escasas hojas, las precisas para completar armoniosamente el conjunto. Sus concepciones entrañan éter poético. Claridad y concisión son rasgos característicos de su dicción natural y espontánea, cualidades eminentes en nuestro mundo literario, si se considera que en él abunda el abuso de lo ininteligible verboso y de las incomprensibles concepciones rebuscadas y obscuras.
Daniel Vásquez es un visionario de cosas misteriosas y ultraterrenas. Sus micro poemas, -mejor dicho, sus poemas breves,- entrañan ideas trascendentales expresadas con un bello esplendor que aparece realzado por la aristocracia de su estilo. Cada pensamiento, cada verso suyo, son como embriones de vastos poemas inexpresables. Por eso, al leerlo, hace vibrar nuestro cerebro con un estremecimiento en que brotan múltiples mirajes de escondidas bellezas.
Si continúa laborando en sus vírgenes filones hasta hacer obra definitiva, saludaremos en él a un novísimo, a un máximo poeta hispano-americano. Será un nuevo desentrañador del Enigma; la reencarnación del espíritu poemiano, sin duda.
No es inoportuno recordar la precocidad de este poeta que a los dieciséis años de edad publicó su opúsculo Rebeldías líricas (1913), colección de poesías de una marcada índole acrática que contrasta de un modo increíble con la actual tendencia mística y elegíaca de su poesía. Publicará: «La sonrisa Inmóvil)); <Las Fuentes Encantadas» y «Los Jardines de la Muerte».
Como un milagro siento que la vida florece con la sangre de mi herida. (Sobre mi corazón pongo la mano…
Siento cómo se pudre mi tristeza). El éxtasis de Dios es mi belleza, y el éxtasis de Dios no está lejano. (Tiembla mi corazón estremecido: sobre mi corazón Dios se ha dormido).
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MOTIVO
La tristeza en mi carne se ha tornado elegía... (Presiento los gusanos que han de roer mi carne). Se ha llenado mi vaso con la melancolía. (Con sólo abrir los brazos soy cruz de mi martirio). (El viento enreda símbolos por todos los caminos). En mis silencios graves pienso llegará un día que sentiré a la tierra sobre mi boca fría y entonces los gusanos de mi carne sombría descosiendo el sudario me dirán la armonía que fue perenne ensueño para mi exantropía... (Tórnense en mariposas y en flores los gusanos) La tristeza en mi carne se ha tornado elegía… ………………………………………
MISERERE...
La juventud, amor, lo que se quiere; han de irse con nosotros: ¡miserere!
La belleza del mundo y lo que fuere morirá en el futuro: ¡miserere!
La tierra misma lentamente muere con los astros lejanos: ¡miserere!
Y hasta, quizás, la muerte que nos hiere también tendrá su muerte: ¡miserere! ………………………………………
ARS
La belleza inmortal no resiste la norma de la muerte, del ritmo, del verbo, de la forma: a veces en la música de algún verso se enreda o en un símbolo deja su tactación de seda. Inefable y desnuda se va del pensamiento, pero a veces ¡milagro supremo del momento! transfigura en divinos los éxtasis humanos, torna en estrellas de oro los carnales gusanos... (Y luminosamente, y silenciosamente, la eternidad nos pasa temblando por la frente).
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RUEGO
Déjame, madre, solo, frente al cielo dormido; no digas mal del cierzo ni protestes querellas; no importa que la noche me dé besos de olvido: quiero sentir mis ojos florecidos de estrellas. ¿Qué me hará mal? No importa; sólo así, madre mía, tendré resignación de morir cuando muera y podrá sonreír de la melancolía con la sonrisa inmóvil mi propia calavera.
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ELEGÍA
Madre: cuando hayan muerto nuestra carne y el mundo; cuando ausentes del cuerpo las almas tengan alas; cuando armoniosamente lo invisible y profundo nos lleve por divinas ascensiones de escalas: supervive la esencia de mi triste palabra, supervive tu amor, pues en él me consagro para la vida eterna, y espero que Dios abra para tus santidades las manos del milagro; y cuando nos gocemos de la vida futura supervive el pasado de este valle desierto para que entonces, juntos, lloremos con dulzura por esta tierra de hoy que será un astro muerto…