(En Quilpué, el 30 de Junio de 1892) Hace más o menos cinco años apareció el nombre de este poeta al pie de bellísimos versos, en algunas revistas de la capital. Su nombre desconocido y modesto, y su poesía sin oropeles, sin aderezos subrepticios, nos simpatizó profundamente.
A juzgar por la corrección brillante de su estilo, por la serenidad de su verso y por el intenso sentimentalismo de su expresión, creíamos que el autor de aquellas estrofas sería un hombre ya formado, en reposo, viril, definitivo.
Sin embargo, cuán lejos estábamos de la realidad. Le conocimos a la hora del meridiano, en un restaurant de segundo orden de la calle Merced, hace tres o cuatro años. Nos lo presentó nuestro común amigo el dibujante Primitivo Cepeda-otro bohemio, aburguesado hoy a fuerza de arrastrarse-y congeniamos a la primera ceremonia de nuestra presentación. Era un muchacho, un imberbe de unos dieciocho inviernos, alto, pálido, triste, extenuadamente flaco y con unos ojos grandes, clavadores, de un azul desteñido, remoto.
Una gran corbata obscura, en forma de alas como para volar hacia adelante, y un chambergo de aristocracia pueblerina, inclinado levemente sobre el párpado derecho, revelaban a la simple vista que aquel adolescente prematuramente melancólico como un ave migratoria, no era un vulgar, un perdido, un vividor, uno de esos tantos artistas anodinos que acuden al corazón de las ciudades en busca del vellocino de un vivir fácil y barato, y a quienes aporrea la suerte en tal forma que más tarde se convierten en carne de presidio o espectros de hospital.
Era todo un poeta: sano, limpio, moderno. Sus versos, de una armonía deliciosa, de una música inefable, hacen llorar de ternura y amor a las muchachitas provincianas que sueñan asomadas al balcón de sus casitas solariegas, pensando en la sombra furtiva del amante vaporoso anhelado por sus corazoncitos en flor, y cuyas vidas se desvanecen lentamente en la esterilidad de las esperas y de las veladas interminables.
De la Vega tiene el don exquisito de emocionar sin violentar los músculos, ni entenebrecer el espíritu. Su poesía penetra en el alma como un rayito de sol a través de un vidrio empañado. Es el perfume delicado que adormece los sentidos neurasténicos de las mujercitas casaderas. Para los quintaesenciados, para los que adoran la psicología grave, los tortuosos laberintos del destino oculto de las cosas, las marañas inextricables del silencio exabrupto, talvez la poesía de De la Vega sea demasiado ingenua, demasiado epidérmica, demasiado sonajera.
Pero, así como hay senderos que se internan en la obscuridad de las selvas grises y apretadas, también existen caminitos risueños a través de los campos libres, cubiertos de sol y verdores.
La armonía es monótona. La luz y la sombra se han hecho para todos los mortales. Sin ambas cosas no podríamos existir. Es una ley natural que rige tanto para la materia como para el espíritu. Debemos ser amplios. El entusiasmo cambia, evoluciona con el tiempo y con el desarrollo y madurez del criterio. Muchos piensan que De la Vega nunca será un gran poeta, porque sus poemas son livianos, cristalinos, azulados.
Son los que creen que la poesía consiste únicamente en la emoción tenebrosa y violenta que puede hacer experimentar un Poe o un Baudelaire. No piensan en la poesía inefable, aligera, leve, de un Juan Ramón Jiménez. De la Vega ha escalado rápidamente uno de los primeros puestos entre los poetas de la generación actual. Si no tuviera un poco de orgullo,-hijo de su propia fe en el triunfo quizás su popularidad habría traspasado lejanas fronteras.
Para brillar no ha necesitado lucirse en público: en la tribuna del Ateneo o en la de cualquier otra Academia hospitalaria, donde triunfan generalmente los que tienen hermosa melena, actitud adorable y golpes de oratoria y audacia. Su primer tomo de poesías Al calor del terruño, publicado en 1912, le valió sinceros aplausos de la juventud intelectual a quien iba dedicado en un pórtico de magnético entusiasmo. Versos sonoros, broncíneos y musicales, son los de este libro que tiene el calor y el idealismo adolescente, los arrebatos y el vaivén de las canciones de Víctor Domingo Silva.
De la Vega hizo su segunda jornada lírica en la prensa de Santiago, donde publicó, durante varios meses, poesías delicadas y sutiles, sobre temas tratados ya, con igual finura y deleite, por Martínez Sierra y Ramírez Ángel, en España. En su segundo libro La música que pasa, Daniel de la Vega ha sabido llegar al corazón de la multitud liviana que forman los burgueses, los estudiantes y muchachitas casaderas, las rezagadas del amor y la belleza, y las que, uncidas al yugo de un desengaño, llevan en las sienes amarillas el sello de la desesperanza y del desconsuelo.
Las obreritas y las muchachas provincianas que envejecen en la espera de un novio que no llega nunca encontrarán en La música que pasa, la armonía, el arrullo y la dulzura de esa canción redentora que solamente entre las vigilias o entre el sueño de las febriles sábanas, ha llegado a sus oídos a morir como un eco lánguido y remoto. Los estudiantes mirarán en cada nena, en cada chiquilla que atraviesa las alamedas floridas de esta obra, algo de ese amor romántico y delicioso que ha golpeado a las puertas de sus quince años con el divino prestigio de lo espiritual.
Las madres estrecharán a sus hijos contra el pecho, besándoles el rostro como si besaran al poeta, que, al comprender la malignidad de la vida, ofrece a Jesús Nazareno con toda la abnegación de un padre y de un poeta, el fruto de su sangre, «la rosa de su sangres, para que lo arranque dormido de la cuna y queme sus labios y alumbre sus ojos en el evangelio de su corazón.
Por último, los gitanos, las mujeres tristes bajo el mantón, que cruzan las calles como un alma en pena; las tísicas a quienes la enfermedad empequeñece sus actos y sus cuerpos; los artistas y los vagabundos empujados por la fortuna en caprichosos vaivenes; las amantes misteriosas que languidecen detrás de las vidrieras de sus viviendas humildes y escondidas en los barrios pobres; la extranjera que cruza los paseos llevando en la retina el cielo de su patria y la nostalgia de los suyos; y, en fin, todos los personajes y objetos que se mueven o actúan en el medio de La vida de siempre, de que habló Ramírez Ángel, encontrarán su rapsoda más digno, su trovador más inspirado, en este poeta tiernísimo y moderno como ninguno.
Su último libro Cielo de provincia, contiene pequeños poemas en prosa, azulados cuentos de la vida romántica de los pueblos, con olor a ingenuidad de amor y de ensueño. Hoy, el poeta es más sereno, tiene más hombría, es más escrutador y sentimental. Pasados los primeros vagidos de su adolescencia, se ha arreglado el cabello, tomado nuevos bríos y sigue tranquilo, sin nerviosidades, por una senda que conduce a la personalidad. De la Vega es también dramaturgo y de los de buen cuño. Será el primero si persiste en su ideal. Lleva ya representadas tres piezas teatrales de prosapia sana y fuerte:
El bordado inconcluso, El camino propio y Cielito, esta última premiada por la Sociedad de Artistas y Escritores de Santiago. El bordado inconcluso obtuvo un éxito honroso en un teatro de la capital, que auguró lisonjeras esperanzas para su autor y fue una amenaza para algunos fracasados que le miraron con odios de vencido. El camino propio fue recibido con frialdad por el público, quien, acostumbrado ya a los finales violentos o bien definidos, no alcanza a comprender la belleza de las escenas en que el silencio inmóvil y evocador parece gritar con más fuerza lo que los labios callan.
Cielito es una comedía dramática, vigorosa y profunda, la mejor de Daniel de la lega, la que debió obtener el primer premio en el concurso abierto por la Sociedad de Autores y Escritores, por ser superior, a mucha distancia, a «El Rey Consortes de Pedro E. Gil. Los intelectuales y el público en general discernieron con justicia sobre ambas obras. Cielito fue aplaudida con entusiasmo y representada varias veces; en cambio, «El Rey Consortes en sus dos o tres representaciones, no ha obtenido más que el aplauso ceremonioso de la gente educada. Hasta el público grueso ha comprendido la arbitrariedad del jurado de la Sociedad de Artistas y Escritores. Daniel de la Vega publicará próximamente: Palabras de Gaspar Max, ensayo filosófico; El contemporáneo, comedía y La eredita del sol, versos.
Palideció la tarde. El oro ardiente bruñó el perfil de una montaña vieja. Un charco de agua sueña santamente en medio de la calle. En él refleja
la tarde su pasión desfalleciente, y loca de oro y de esplendor se aleja. Y parece que el charco de agua siente la lumbre de nostalgia que le deja.
Se durmió la aldehuela, arrepentida. Las calles se borraron. Y la vida inciertamente se marchó por ellas....
Cuando los horizontes se escondieron, los últimos caminos se perdieron y el charco de agua se llenó de estrellas…
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OFRENDA A JESUS
Jesús Nazareno, tú que los querías, tú que los buscabas, tú que defendías las blancas mañanas de sus alegrías, tú que a tus hermanos siempre les decías: «Dejad a los niños que vengan a mí»… toma este florido rayito de luna, carne de mi carne, sin mancha ninguna, candorosamente dormida en su cuna, Jesús Nazareno, te lo entrego a ti...
Te pido que nunca la dejes perdida en las fragorosas aguas de la vida. Está por tu propia sangre redimida. ¡Jesús Nazareno, te la doy dormida! Su corazoncito también está así... Su madre ha querido que te la dé plena. Tómala así humilde, tómala así buena, tómala, maestro, por ella y por mí…
Su madre ha querido que te la dé plena. Haz que sea dulce, haz que sea buena, haz que sea un rayo de luna serena sobre las angustias de nosotros dos... Yo quiero que sea su fe la más viva, yo quiero que sepa mirar hacia arriba con hambre de altura, de lumbre, de Dios.
Tómala, maestro, tómala inocente, quiero que te rece fervorosamente, y que en las mareas de su vida ardiente ame humildemente, ame dulcemente, todas esas cosas que su padre amo... Y tú, Jesús, déjale esas ilusiones. esas alboradas, esas devociones, esas alegrías, esas oraciones, esas inquietudes que he perdido yo…
Señor Jesucristo, es mala la vida... Señor Jesucristo, la fe está perdida, la esperanza muerta, muerta la ilusión... Tú, Jesús, apártala de nuestros abrojos, y quema sus labios y alumbra sus ojos con el evangelio de tu corazón....
Toma este florido rayito de luna, es rosa de sangre, sin mancha ninguna. Jesús Nazareno, tómala en la cuna. Ella me ha pedido que te la dé así.... Es luz de nosotros, es luz de mi vida. Tómala, maestro, ¡te la doy dormida! Tómala, maestro, por ella y por mí!...
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GRITO
Quiero vivir conmigo mismo, perfumarme de soledad, sentir pasar las horas llenas de mi ternura y mi pensar.
Quiero sangrar serenamente mis rimas llenas de emoción, y oír las misas del recuerdo en mi encendido corazón. Quiero cantarme todo entero, pues mi vida es una canción, y sólo encuentro palabras muertas sin locura y sin vibración.
Oh, el dolor de no cantarse! Oh, el dolor de no encontrar la cifra, el número, la nota, el alarido, el ademán que desgarre el alma para poder vaciarla en un cantar!
He de hallar la música cálida que transparente mi emoción, y mis paisajes interiores y mi desorientación.
Mi cantar tendrá un espasmo como de ansiosa posesión, y después quedaré mudo con la única ambición, de convertirme en una cosa, en una piedra, en un cerro, en un árbol y dormirme bajo el sol....
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VELANDO TU SUEÑO
Mientras duermes, yo pienso aquí en la cabecera de tu camita. Dulce es mi pensar; sereno mi sentir. Acaricio tu loca cabellera y siento la alegría inmortal de ser bueno. Tú duermes y yo pienso. Mi altivo pensamiento ahora se levanta sin inquietud ninguna. Mi pensamiento ahora es más hondo, y yo siento que tiene la humildad de una canción de cuna.
Hija mía, tu padre, ante tu sueño santo se confiesa. Mi espíritu ahora está encendido. de verdad. Y mi clara confesión será un llanto de felicidad sobre tu corazón dormido.
Hija mía, tu padre no ha tenido un momento que no pueda ser visto por tu casto cariño. Juro que ha sido siempre noble mi pensamiento... Y lo juro llorando sobre el sueño de un niño.
Contra todas las dudas, y todos los dolores siempre yo me estrellé, frente a frente, en la altura; te lo afirman ahora mis voces interiores ¡a ti que eres la carne de mi vida futura!
El padre de tu padre te lo dice en la herencia de esta sangre caliente de orgullo que te ha dado; y para levantar la luz de tu conciencia la sangre ha de gritarte del fondo del pasado.
Hija mía, eres noble. He volcado en tus venas la nobleza de ser buena porque eres fuerte; y te hablará tu abuelo en las acciones buenas, por encima del tiempo y al través de la muerte.
Hija mía, yo siento que tus blancos bracitos cuando me estrechan quieren arrastrarme hacia el cielo; tú fuiste uno de aquellos ensueños infinitos de la noble y cansada cabeza de tu abuelo.
Hija mía, en la altura de la noche te arrullo el sueño con mis versos y mis meditaciones; y beso tus dorados cabellos con orgullo porque los siento llenos de amores y ambiciones.
Tú y yo somos lo mismo. Es tuya mi heredad. Hacia un mismo horizonte caminamos los dos. Yo te daré el orgullo de amar la soledad y de poder a solas mirar de frente a Dios.
Mi juventud revuelta, sedienta y errabunda la vivo, hora tras hora, con terrible violencia. Mi alegría es altísima; mi tristeza es profunda.... Tú, hija de un poeta, tómalas como herencia... En tus ojos enormes, hondos y espirituales veo que se reflejan las cosas que he vivido, y en ellos resucitan los gritos inmortales de todos los más nobles arranques que he sentido.
Y miro absorto cómo resucitan temblando mis sueños que murieron entre flores y abrojos y ahora me conocen y me están contemplando con amor desde el fondo sin fondo de tus ojos.
Los hijos en los ojos llevan la vida inquieta de sus padres. En ellos canta nuestra alegría, por eso es que en tus ojos, ¡tú, hija de un poeta! llevas esa incurable y errante poesía!....
Y al verte así dormida dulcemente, me inunda una claridad llena de alegrías extrañas al sentir que mi historia bohemia y vagabunda está dormida bajo tus rizadas pestañas.
Y descanso pensando aquí en la cabecera de tu camita. Dulce es mi pensar; sereno mi sentir. Acaricio tu loca cabellera y siento la alegría inmortal de ser bueno.
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INCOHERENCIAS
Siento que me consumo en inútiles sueños que de lujuria enferma mi carne desfallece, y que mi pobre espíritu se atormenta en la triste claridad de un crepúsculo sonoro y decadente. Siento que estoy muriendo entre mis afiebradas contemplaciones místicas y arrebatos sensuales, y que, como una carga, en mi espíritu llevo el dolor taciturno de la luz de la tarde.
Siento que estoy muriendo. En mis miembros hay una modorra voluptuosa de deseo saciado, y corre por mis nervios una tristeza enorme cuando escucho la música las noches de los sábados…
Sobre las horas grises de mi vida aburrida dejo las enfermizas sonatas de mi Otoño, y camino y camino con mi mudez escéptica, con mi boca sin besos y con mis nervios rotos.
A veces el recuerdo de unas muchachas rubias que tristes me sonrieron detrás de una ventana, llena de amor mis horas, y entonces resucita melancólicamente mi vida provinciana.
Y pienso en los amigos que ya tenían novias, que hablaban de política y organizaban zambras, y charlaban conmigo de noche, largas horas, parados en la acera al frente de mi casa.
Y pienso en esas horas de confidencias tibias murmuradas temblando junto al piano que duerme, y en el placer de oír de labios femeninos hablar de amores idos desencantadamente.
Y pienso que una tarde recorriendo las sucias callejuelas de un barrio desconocido, al doblar una esquina hallé un vals de otros años en el alma gitana de un antiguo organillo.
Y camino y camino, y pienso en muchas cosas deshojando las cálidas sonatas de mi Otoño.... Y camino y camino con mi mudez escéptica, con mi boca sin besos y con mis nervios rotos.... ……………………………….
YA SE VA LA FARÁNDULA….
Vieja tienda bohemia, te dejamos! Mañana se irá por el camino la alegre caravana. Pájaros que persiguen el temblor de una estrella, nosotros, los gitanos, nos marchamos con ella…
Cuando suenen lejanas nuestras últimas voces y los pañuelos blancos te manden sus adióses, en ti han de sollozar recuerdos angustiados de músicas dormidas y aplausos apagados.
Vieja tienda bohemia, en nuestra alma pusiste la emoción angustiosa de tu música triste, y ahora resucitan con un dolor sereno esos valses oídos en las noches de estreno....
Nos vamos! Tal vez nunca nuestra suerte consiga volvernos a juntar bajo esta tienda amiga.... La farándula loca ya dispersa y dolida va a perderse en la inmensa soledad de la vida....
Gitana, ¿tienes pena? Consuélate, gitana, que el cariño nos une y el dolor nos hermana, y en la quietud piadosa de este amor que bendigo cuando tú tengas pena yo lloraré contigo.....
Ya se va la farándula! Gitana, dile adiós a la tienda que fue techumbre de los dos. ¿Te entristece la música de nuestra caravana? Ahora vas conmigo... ¡consuélate, gitana!
No importa que se acerquen los días dolorosos y la melancolía te asalte en la jornada. No importa! Ahora tienes mis hombros amorosos donde inclinar tu triste cabecita adorada....
Ya se va la farándula! Sonrisas, carcajadas.... pero debajo de ellas hay flores deshojadas.... La farándula loca ya dispersa y dolida va a perderse en la inmensa soledad de la vida....
Vieja tienda bohemia, mis más humildes cosas, en las pasadas noches vibrantes y olorosas, sintieron nuestros sueños y oyeron nuestras charlas... Yo no podré olvidarlas.... Yo no podré olvidarlas....
Farándula risueña, aunque las sendas cruces dichosa, evocarás con intensa emoción, cuando se marchó el público y apagaron las luces después de terminar la última función.....
Ya se va la farándula, ya se va! Apasionado te contaré la historia de mi ensueño sonoro, tanto tiempo escondido, tanto tiempo callado.... Algún día sabrás desde cuándo te adoro!
-Nos vamos, adiós vieja tienda bohemia! Adiós vieja tienda que fuiste techumbre de los dos.... La farándula loca va dispersa " dolida va a perderse en la inmensa soledad de la vida!...
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DEVOTAMENTE A TI
Dame la mano, amada, vámonos lentamente por la senda sombreada de los días felices. dame la mano, amada, vámonos lentamente conversando de muchas cosas tristes…
Da tu adiós a las calles y a las cosas ruidosas donde canta el sonoro gorrión del regocijo, dame la mano, amada, vámonos lentamente perfumando el silencio del camino.
Tú, amada, eres un blanco milagro en la jornada, un reposo, una senda, un árbol en la linde de un camino y una queda canción de primavera.
Cogidos de las manos te rezaré ferviente: te amo cuando te ríes, te amo cuando meditas, te amo cuando me llamas, te amo cuando me olvidas.
Te recuerdo en mis dudas, te recuerdo en mis gozos, cuando me hallo triste, i cuando me hallo solo, venero tus silencios, venero tus palabras, ! tus ojos serenos, y tus manitas blancas.
Te amo porque sonríes y porque sueñas siempre porque hablas de todo, amarga y locamente, porque sabes reír, porque sabes pensar, porque sabes querer, porque sabes llorar.
De mi breviario amante he sacado este rezo musical y ferviente, y te lo he de decir, con las manos unidas, melancólicamente, melancólicamente…
Y después de rezarte te besaré en la boca para que el beso sea como una comunión, y después seguiremos por el blando camino, amándonos, besándonos, tomándonos los dos.
Por la acera sombreada, de los días felices echemos a rodar nuestro cariño siempre, humildes, ignorados, silenciosos, felices... Dame la mano, amada, vámonos lentamente.
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MI PADRE
Padre! Bajo el estruendo de este luchar odiado a solas te recuerdo cuando me hallo cansado, y suelo arrodillarme para dejar mis besos sobre la tierra santa que recogió tus huesos…
Padre, yo no estoy solo. Aún siento en mis manos el calor de las tuyas; aún en mis hermanos veo resucitar tu nobleza y tu altura; y cuando me fatiga esta batalla obscura contra todos los hombres que me cercan, hay una mano que me acaricia, una canción de cuna que mece mi encendido corazón, una santa palabra que me riñe dulcemente y me canta ternuras de otra edad... !
Eres tú, padre mío. Eres tú, que no estás en el nicho sombrío, sino que te hallas siempre, inmortal, en el fondo de mi fe, en lo más íntimo de mi alma, en lo más hondo de mis nervios, y surges, sereno, del pasado cuando tu pobre hijo está triste y cansado... Padre, yo no estoy solo; yo no quiero estar solo. En esta lucha larga y ruda en que me inmolo apoyo mi cabeza sobre tu pecho fuerte que no me lo ha podido arrebatar la muerte!
¡Qué sería de mí si a veces no cayera tu mano de perdón sobre mi cabellera! La lucha es larga; el viento contrario no reposa de golpear mis carnes; la vida tumultuosa se arrastra indiferente, pero voy defendido por tu recuerdo, y nada todavía me ha herido!
¡Cómo no he de seguir seguro la jornada, cómo no he de tender radiante la mirada sobre todo, si llevo en mis venas ardientes el inmenso latido de tu vida!
Frecuentes han de ser los obstáculos que me ponga el destino, ruda será la cuesta, agrio será el camino, y contrarios los vientos y las dudas ajenas de ocultas amarguras vendrán las horas llenas, pero yo iré contigo por la senda hosca y dura recibiendo la vida de frente, a plena altura! Y por eso, te entrego, tal como un homenaje, esta fe en el futuro, esta fuerza en el viaje... Ninguno supo nunca de tu altiva nobleza, ni comprendió tu fuerza, ni sintió tu tristeza, ni vio tu corazón de roble secular que luchó con la tierra, con el cielo y el mar… Pero un día, un gran día de loco amanecer y de tarde larguísima, tendrás que renacer todo entero en mis versos, hecho lumbre y canción tal como yo te llevo dentro del corazón! La sangre de los mártires renace hecha tristeza, despierta hecha ternura, florece hecha belleza! En los versos que cada poeta arroja al cielo, se hace luz el espíritu de algún lejano abuelo que en silencios heroicos, hace siglos, sufría y su nieto en la sangre heredó poesía! Cuando en las altas horas de la noche yo escribo bajo la llamarada de un soplo fugitivo de pasión y misterio, que no sé si ha llegado del fondo del futuro, del fondo del pasado, y del fondo ¡quién sabe! de Dios, suelo sentirme más cerca de tu pecho noble, sereno y firme, contra el cual ¡tantas veces!, cuando yo era un chiquillo solías apretar mi corazón sencillo.... Desde entonces conozco el ritmo de tu pecho; y todo lo que he sido y todo lo que he hecho lleva el sello triunfal de tu espíritu. Pobre será mi vida; tranquila mi canción, pero sobre estos desnudos versos vibra el secreto aliento de un muerto, se estremece el fuerte pensamiento de un inmortal. Yo, ebrio de verdad y de emoción, lo juro con las manos sobre mi corazón!
Sobre todo el futuro se proyecta la sombra de mi padre. Por eso voy solo. No me asombra ninguna de las dudas que nos deja la vida. Yo he vivido en la sangre gloriosa y encendida de mi padre; he vivido en las horas de duelo y en las horas de triunfo cuando se ensancha el cielo.
Yo he venido arrastrando mis pensamientos, como grandes peñascos. Solo, trepando por el lomo de la sierra, he dejado que pasaran los vientos contrarios, las ajenas voces, los elementos.
hostiles. Ante mí no había senda, pero a medida que andaba iba haciendo el sendero, y sobre las promesas de mis santos amores la Cruz del Sur abría sus brazos redentores!...
Tú me diste este empuje, tú me diste esta fiera energía, que salta rotunda y altanera en todos los momentos de mi vida. Tus labios destilaron copiosos esos consejos sabios, que a golpe de verdad y a golpe de pasión cincelaron-con ritmo y luz-mi corazón.
Áspero, amargo y solo, va mi espíritu. Cada día voy penetrando mejor la claridad y la altura que esconden la noche y la alborada, el agua y la armonía, la tierra y la verdad.
Mis virtudes son rudas, terribles y conscientes, como los viejos vicios de un señor feudal; tienen orgullos sólidos, tienen gestos ardientes y una intensa y viril tristeza intelectual.
Mi orgullo fuerte y hondo adora el casto brillo de la escondida senda que muy pocos verán. Bendito eternamente será el vivir sencillo, y benditas las flores y la risa y el pan.
Profundamente solo seguiré por la vida, algunos ojos hondos me mirarán vivir.... Mientras yo, firme, mudo, con el alma encendida, iré como una proa rompiendo el porvenir.
A mis viejos rincones no llegan los halagos ni las injurias. Sueña en la altura mi hogar. Vivo solo. Mis ojos son distraídos, vagos y hondos, como de tanto meditar frente al mar....
Me asomo a mi ventana a mirar el camino. Pasan los caminantes con precipitación. Y yo me quedo solo, cara a cara al destino, pues sé que no me tiembla jamás el corazón.
Me escupirán los odios, me gritarán las dudas, cruzaré por abismos de tedio y de rencor, pero cada mañana estas manos desnudas volverán más ardientes que nunca a la labor.
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EL BORDADO INCONCLUSO
(Prólogo de una comedía)
Las muchachas detrás de los balcones contemplan florecer las primaveras, entretienen sus locos corazones
La monótona vida provinciana rueda olorosa, tímida, inocente; llora un cantar, rezonga una campana y las tardes se apagan mansamente.
¿No viene el novio?. Y tienden la mirada sobre las soledades de la vía.... ¿Viene el novio?-preguntan-¿viene? -Nada- Y suspiran-No viene todavía!
Todo es monótono en el pueblo. Todo duerme una siesta blanda y conventual, todo sigue rodando de igual modo, igual la angustia y el paisaje igual...
Alguna vez penetra en una casa el amor loco, lírico v triunfal: deja en el aire ensueños... pero pasa... Y el pueblo sigue exactamente igual...
¿Pasó el amor:-pregunta la campana. Un curioso pregunta: -¿Quién lo vio? ¿Pasó el amor y en la quietud poblana ninguno sabe si el amor pasó....
Pero el poeta que escribió este cuento dice que cuando empieza a atardecer, los corazones saben que en el viento hay humedad de llanto de mujer....
Sobre este asunto rueda la historieta tejida con vellones de emoción, la escucharéis de labios del poeta como de corazón a corazón. ….………………………………………...
LOS MOMENTOS
Estoy viviendo mal. Vivo preparándome para vivir mejor otra vida que no deja nunca de acercarse.
Vivo atropelladamente sin gustar los amores ni las dudas de estos días veloces.
No le doy importancia a nada del presente, pues me parece que mañana, cuando llegue esa vida, todas estas mismas cosas las viviremos verdaderamente.
Cada sensación de hoy me parece que no tiene más valor que el de un pequeño accidente que sucedió en un viaje.... y así voy derrochando una gran cantidad de vida....
Todo lo espero del futuro, y al presente no le pido nada, y me aterro pensando que el futuro tendrá que ser presente, yo que sueño que el futuro sea siempre futuro! ….………………………………………...