(N. en Santiago; el 6 de Julio de 1896). Estilo llano, a veces hondamente sentido y otras evocador de lo pasado. Es un concienzudo estudioso de los bardos franceses y un admirador de la belleza helénica. «Acepto todas las evoluciones artísticas, siempre que se respeten siquiera las más elementales reglas estéticas. No creo, como pretenden algunos, que el Modernismo sea una nueva interpretación del Arte. Esto es un absurdo e importa desconocimiento de la historia de éste. El Modernismo es la evolución lógica y natural a que han tenido que llegar todas las manifestaciones de la belleza de acuerdo con los nuevos estados del alma modernas. Así ha encontrado Molina Herrera su norte literario con ese buen sentido que es una de sus características.
En los Juegos Florales de San Juan (República Argentina) obtuvo un primer accésit, con su trabajo «El Poema del Amor» y en el concurso del Consejo Superior de Letras y Música de Chile (1914), un segundo premio, con su colección de versos Rosales perfumados.
Fue el mantenedor de los Juegos Florales de Ñuble (1915). Durante algún tiempo dirigió la revista literaria «Primeroses. Esta revista fue fundada en Chillán el 2 de Noviembre de 1913, por un grupo de jóvenes de aquel pueblo, bajo la dirección de Alberto Carrasco y Jocelyn Robles, sucesivamente. Desde Marzo de 1916, «Primerose» cambió de rumbo, modernizándose a gusto del núcleo de jóvenes intelectuales que le dieron nueva vida. El hogar de la revista en Santiago fue el mismo cenáculo en que se ha formado esta «Selva Lírica».
Molina Herrera ha inventado, al menos él así lo cree, -una tendencia sinfonista. Dicha tendencia es «una adopción de las formas, métodos y elementos musicales, a la Poesía». Así sus «Sonatinas», siguiendo la técnica musical, constan de tres temas, caracterizado cada uno de ellos por un motivo distinto, pero estando todos ligados por una idea principal. En esto procura imitar verbalmente la sonata musical, en la que por lo general se distinguen tres partes: una amplia y vibrante; otra más reposada y grave, y otra más ligera y alada.
Ese gañán apuesto, de contextura recia, que maneja el arado como una leve pluma, que en sus músculos tiene la potencia del puma y la belleza enérgica de los dioses de Grecia, el que domeña toros, con gesto torvo y fiero, y derriba los robles con su hacha cortadora, al hallarse delante de su bella señora, se torna dulce y tímido como un manso cordero... Ese gañán apuesto, de contextura recia, que tiene la belleza de los dioses de Grecia y que une una dulzura al gesto fiero y torvo al mirar una tarde de Otoño encantadora contemplar un retrato a su bella señora, lo ví ponerse pálido y acariciar su corvo!
Adagio
El viejito canoso que nos contaba cuentos en las noches heladas del Invierno lluvioso, al calor del brasero, con ritmo tembloroso, mientras que los muchachos oíamos atentos, el que contaba historias y combates sangrientos en que luchó, en la Guerra del Perú, siendo mozo alegre y atrevido, peleador, bullicioso, y ahora no servía más que para los cuentos..., aquel buen viejecito de cabeza canosa, en una noche oscura, helada y tempestuosa de un invierno lluvioso, dobló serenamente, rodeado por nosotros, su marchitada frente.. ¡Y rugían los truenos cual la voz de un gigante que contase algún cuento macabro, horrorizante!
Rondo
Aquella muchacha de grandes ojeras y ojitos hermosos, color verde mar, que cuenta tan solo quince primaveras, como quince lirios prontos a brotar, es toda una perla brillante y preciosa de nuestra campiña, de nuestro lugar; vagando en los campos, parece una rosa que mueve atrevido el viento al pasar... Aquella muchacha de grandes ojeras, que cuenta tan solo quince primaveras, como quince lirios que están en botón, un día de Estío me dio una mirada, y bajó la vista, muy ruborizada... Y yo sentí un golpe sobre el corazón…