Cuando en «Pluma y Lápiz» (primera época), en «Luz y Sombra»e «Instantáneas», Zúñiga publicaba sus hermosos y violentos poemas en que se advertía la «influencia del viejo león mejicano» de que habla Armando Donoso en su deteriorado Parnaso Chileno, muchos intelectuales y gente culta le auguraron un feliz porvenir literario, superior al de los muchachos talentosos que compartían con él los laureles en aquella época. Y no se crea que era hiperbólico semejante augurio, ya que entre esos muchachos figuraban Pezoa Véliz, Víctor Domingo Silva, Lagos Lisboa, Boza y otros idealistas que hoy ocupan un lugar prominente en nuestra literatura.
Los versos de Federico Zúñiga sobresalían por la macisez de la idea caldeada en moldes ciclópeos, por la efervescencia romántica a veces, reivindicadora y altruista otras, que bullía en ellos como una ola hirviente, y por el relieve vigoroso de su innegable personalidad. Sin embargo, cuán léjos de la realidad estaban aquellos que pensaban en el porvenir glorioso de Zúñiga como poeta.
Su imaginación, creadora y fértil un tiempo, pasó veloz como un meteoro por la constelación de nuestro azul poético. Su bohemia forzosa le origino aquellos cantos de rebelión que murieron con la entrada del poeta temporario al recinto absorbente del tálamo nupcial.
Hoy le tenemos en San Bernardo gozando del crepúsculo de un amor feliz, de sus rentas y de la lectura de sus poetas favoritos para quienes-como ha dicho alguien-tiene un dulce recuerdo de hermano descarriado.
¿Callar? ¿Por qué? Mientras brame la tempestad del delito será mi cántico un grito que la justicia reclame; la frente de cada infame he de escupir y además le arrancaré de la faz el nimbo de la mentira. ¡Que se haga astillas mi lira, pero callarme jamás! Nada me importa que el necio se befe de mi pasión: No hay más negro bofetón que el bofetón del desprecio! En todo combate recio como hoy lucho he de luchar, aunque el dolor a abrazar me venga, como serpiente: ¡El dolor, como el torrente, siempre depura al pasar! Siempre huyendo de las calmas lucho, idólatra del sol: ¡El combate es un crisol donde se templan las almas! Con ramilletes de palmas a la cima, con mi acero me abriré paso, el primero entre la gran muchedumbre. ¡El cóndor vuela a la cumbre y hacia el boscaje el jilguero! Yo he de bregar hasta que un patíbulo no quede, hasta que el último ruede, de los tiranos en pie, hasta que alguien sienta fe y los jueces con temor sepan sintiendo dolor que condenar no es sublime, que un crimen no se redime con otro crimen peor! De la gloria siempre en pos hacia los Gólgotas corro; ¡Yo clavaré en este Morro la bandera de mi voz! Siento el empuje de un Dios y en la lid trágica y fiera yo seré como la hoguera que a la tiniebla derrota y que si un viento la azota con más fulgor reverbera! ………………………………………
En cascadas satánicas de nieblas el crepúsculo estalla y en derroche bate espléndidas palmas de tinieblas a la sombría Emperatriz; la noche. Brilla el ocaso, cual si en él se hubiera dado un brochazo de rubí; parece que allí un incendio de oro reverbera o que un lago de sangre resplandece. Se escuchan por doquier voces extrañas al sentir del misterio los bautismos... ¡La aurora es oración de las montañas y la noche oración de los abismos! De las líricas arpas del follaje cual trovadores, mágicos los vientos arrancan triste su canción salvaje, como una bocanada de lamentos! El piélago al sentir que el sol se aleja, como un sultán sonámbulo desmaya y preludía las notas de su queja en el tambor de rocas de la playa. El dolor en el alma se dilata y está la luna en la extensión vacía como un broquel de cincelada plata puesto en el seno de la noche umbría. Ya la bóveda azul está de fiesta mientras las sombras a la tierra asaltan, y en el zenit, mientras el sol protesta, cual perlas de oro las estrellas saltan. Esta es la hora en que el amor risueño sobre el olvido sus fulgores vierte... ¡El amor es la gloria de un ensueño y el olvido es el triunfo de la muerte! Es la hora en que aspiro la fragancia de un sueño azul, en tanto que golpea a mi cerebro, en la embriaguez del ansia, como un martillo de cristal, la idea! Esta es la hora en que el amor gigante vomita semilleras de embeleso y tiembla el alma al escuchar vibrante la musical detonación del beso! Es la hora en que ansío las miradas de una mujer que es, cuando la veo un manojo de frescas alboradas ceñidas por la cinta del deseo! Es hora del Amor! Mi alma suspira y todo, todo de pasión se engríe: fulgura la oración, tiembla la lira, cantan los sueños y el deseo ríe!