(N. en Tongoy; 1881). Tuvo felices aciertos. El público se engañó. Algunos intelectuales también. Armando Donoso fue el más ciego y el que anduvo más lejos de todos. Aseguró en los «Jueves Literarios», difunta página de «El Díario Ilustrado», de 11 de Septiembre de 1913: que Gustavo Silva era «un buen poetas... Profundo error. Imperdonable ligereza y ofuscación indignas del talentoso autor de «Los Nuevos».
Gustavo Silva ha escrito buenos versos, porque sabe hacerlos, tiene comprensión artística y conoce intensamente el espíritu de la multitud. No es un poeta. Declaración espontánea suya y convicción íntima de nosotros. Un buen día vio las columnas de la prensa, invadidas por una lluvia de langostas poéticas. Vio cómo pululaban sobre el público con monotono ruido de pesados élitros, y se dijo: ¿Y por qué no he de ser poeta, yo, director de una revista, espíritu culto y aficionado al arte, hermano de Víctor Domingo Silva y autor de varios cuentos «al semanals y de un ensayo de novela? ¿Por qué no habré de enseñar a esa parvada de cantores chachareros la manera de hacer versos buenos, que, si no alcanzan a revelar la apocalipsis de un temperamento artístico propio y efectivo, por lo menos significarán algo, enseñarán algo en medio de tanta nadería? E hizo versos y versos correctos. Luego se presentó a algunos concursos públicos y salió premiado. Y alcanzó cierta fama de a tres cuartos, a pesar de sus pesares. Porque Gustavo Silva, debemos confesar, es, ante todo, honrado y sincero como pocos de los intelectuales que conocemos: De aquí el reconocimiento de su propia incapacidad poé. tica, que ha sabido salvar con ingeniosos ajustes, y del deleznable criterio de ciertos jurados, a quienes ha atacado en la prensa con verdadero fuego de justicia. De aquí también su escrúpulo de que tomemos en consideración su escasa obra poética, hecha para satisfacer-según el mismo momentos fugitivos de un capricho sentimental o de su egoísmo, y no para la conquista de un renombre o cediendo al impulso ciego e instintivo de su alma. Sus versos fueron perfectos y ligeros. Un afrancesamiento de la forma, sobria y chic, como para ser desplegada en aristocráticos salones, encerraba ideas galantes que no pasaron más allá de producir un ruido de cristalería agradable a los oídos. Hoy no hace versos; en cambio publica en la prensa artículos de trascendental importancia social y política. Ha entregado a la luz pública, una novela, El doctor Leroy, y un Estudio sobre Derecho Internacional. Se recibirá pronto de abogado. Ha sido director de la revista semanal «Sucesos» y de «La Mañanas, díario liberal fallecido no hace mucho. Fue también profesor de Castellano en la Escuela Naval de Valpa. raiso. Hoy es redactor del díario santiaguino «La Nación».
El espíritu se pierde en un inmenso vagar.. Hay mucho azul, mucho verde, bajo el cielo y sobre el mar. (El horizonte, imprecisa línea de nunca acabar, movible curva plomiza, ya del cielo se desliza, ya remonta sobre el mar). Ni una vela, ni una nube. Como un ansia de soñar del mar hasta el cielo sube, baja del ciclo hasta el mar. El mar verde, junto a mí, y el cielo azul, sobre el mar. Parecen decirme: «Aqui si que se puede soñar. Aqui se puede soñar, luchador atormentado de horizontes limitado... Ven a soñar junto al mar. Tu cerebro está cansado, tu corazón va a estallar: sueña, sueña, atormentado, bajo el cielo y junto al mar». Y el pensamiento se pierde en un inmenso vagar, bajo el azul, sobre el verde, sobre el cielo y bajo el mar. ………………………………………
El ósculo primero fue furtivo. Yo lo exigía con ardor sincero; tú lo negabas con desdén altivo, cuando, de pronto, sobre el labio esquivo... ¡Ah! fue furtivo el ósculo primero! Enrojeció tu rostro. El altanero desdén trocóse en un enojo vivo; y oi, saliendo de tu labio esquivo: «Torpe», «grosero», «ruin», «mal caballero».. ¡Ah! el ósculo primero fue furtivo!! Tú adelante, yo atrás, yo pensativo, tú enojada, tomamos el sendero, bajos mis ojos, tu mirar esquivo; y en el Parque vacío, un caballero alado, de experiencia y genio vivo, canto al vernos bajar por el sendero: «¿El ósculo primero fue furtivo? ¡siempre es furtivo el ósculo primero!» ………………………………………
TREN EN LA NOCHE
Despierto en la alta noche; no sé lo que me pasa; me incorporo anhelante; abro los ojos; nada. La impenetrable obscuridad en torno; el reloj, anda que anda. Un ruido se aproxima; entre la sombra avanza; un fogonazo súbito... ¡Ah! Es un tren en marcha! ¡Si será el tren nocturno en que los pobres viajan; el tren de los bohemios, de los tunos, del hampa; el tren de los que huyen, el tren de la desgracia el tren de la miseria que Pezoa cantara! ¡Si será algún prosaico y tardo tren de carga que sus enormes carros pesadamente arrastra! El tren en que la tierra sus tesoros nos manda: el cobre de sus minas, el vino de sus parras, el trigo de sus eras, la leche de sus vacas, ¡las reses que el cuchillo del matador aguarda! Resopla que resopla, prosigue el tren su marcha, cual si fuera escapando de la furia de los perros que ladran. ¿Duermo o velo? ¡Quién sabe! pero, al rayar el alba, me incorporo, y de súbito las manos se me van a la garganta... ¿Soy un ladrón que huye de la justicia humana? ¿O el bracero que busca el trabajo que falta? ¿Soy un hijo escapado de la paterna casa, o la res que el cuchillo del matador aguarda? Se rebelan mis nervios; ¡qué cosa más extraña! Los ojos se me nublan; no sé lo que me pasa... ¡Es como un ansia de llorar, como una desoladora angustia que desgarra. ………………………………………