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Juan N. Durán





(N. en Coronel de Maule; 16 de Mayo de 1889).
Desde sus primeros versos publicados en las páginas literarias de la prensa santiaguina, se descubre en él la influencia de los más refinados poetas franceses modernos: de Baudelaire, el sensualismo morboso y enmarañado de la expresión, y de Verlaine la idea mística y blanda, con la voluptuosidad de una espiral de incienso.

En 1913 publicó su primer libro, Flores del Bien y del Mal, que fue bien recibido por la muchachada intelectual de su generación, a quien iba dedicado fraternalmente.

Los versos de este libro, raros por la áspera belleza de su fondo filosófico agridulce y por su forma ya elegantemente clásica como en «Atavismos» o ya diabólicamente anarquista como en «Pereza
», obtuvieron en el Ateneo un aplauso unánime y espontáneo, sin formulismos ceremoniosos, producto de una pequeña reacción en el público acostumbrado a la música dulce o rotunda de ciertos tropicales chilenos o extranjeros, que fastidian a la patria, a la luna o a la amada, con la eterna ramplonería de sus versos endomingados

y de librería. Sus libros próximos a publicar: A raudales (versos) y A través del espejo (cuentos), marcarán la ruta definitiva de este poeta.



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ARROGANCIAS







Escucha, Princesa, yo te quiero por eso,
pues son tus ojos vagos remedos del azul,
y tus labios aroman la tentación y el rezo
y eres nerviosa como parpadeos de luz.
Es por eso, Princesa: eres carne y ensueño,
la novia deseada que forjaba el Poeta,
y es tu cuerpo tierra, tu espíritu risueño,
de ideales quiméricos, enfermo de fiesta.
Yo no miro la sangre que corre por tus venas
porque mi extirpe es regia de tiempos de Quijano.
No conozco mi historia pero siento a las Penas,
empujarme en conquista de blasones perdidos
y yo quiero, Princesa, llevarte de la mano,
porque tus labios tienen mi capricho escondido.


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MOTIVOS

 





Color de sol el campo... Color de oro!...  
Pasa la laxitud que me aletarga
y la lluvia de luz en que me doro  
me hace olvidar una tristeza larga!...

Fue una historia romántica, traviesa..  
«Ella y yo»... Uno muerto...otro rodado...  
Un cuadrito de vida... La tristeza  
de una bohemia alegre que ha pasado.

La tristeza...el recuerdo...¡Vida, Vida!
lucharemos los dos. Serás la amada
que poniendo los labios en mi herida
sabrás de una tristeza ya curada!...

Color de sol el campo... Vida mía,
llévame hacia la luz eternamente...
Llueve la tarde su melancolía;
líbrame con tus besos en la frente...

El recuerdo. ¿Por qué? Oye la historia:
Ruedan las copas del festín alegres  
en torno de la mesa ojos de gloria  
y me robaron unos ojos verdes...

Versos que van... Palabras que chispean...
Sobre las locas cabecitas, lluvias;
lluvias de flores que revolotean  
y me seducen unas hebras rubias...  

El piano vibra. Presta una Duquesa...
las armonías de sus manos blancas;  
desgranan exotismos las Princesas  
y la Duquesa mi delirio arranca...

Dice el Poeta. Bullen las miradas,
pupilas claras, levantado incienso,  
y dos pupilas verdes, apagadas,  
dialogan con mi alma mientras pienso...  

La danza rueda. Todo a mí ceñidas,  
giran sus apretadas carnes vivas...  
Y mis Flores del Mal ya coloridas  
perfuman sus maneras sensitivas.  

Ruedan las copas del festín alegres;  
entre una embriagadora algarabía;
en tanto a la Duquesa de ojos verdes  
le he hurtado un beso que la ha dicho mía.  

                                        *

Sederías. Un saloncito rojo.   
La Duquesa...  
Sorbimos el placer hasta el dolor...  
Náufrago del abismo de sus ojos
me embriago  
en el licor de su rareza…

Sederías. Un saloncito oscuro.  
La Duquesa...  
Riman los cirios la melancolía  
y entre sus labios de color impuro,  
bebo una esencia fría  
de tristeza!...

La tristeza...El recuerdo...¡Vida, Vida,  
lucharemos los dos!... Serás la Amada  
que poniendo los labios en mi herida  
sabrás de una tristeza ya curada...

Color de sol el campo... Color de oro!...  
Pasa la laxitud que me aletarga  
y la lluvia de luz en que me doro  
me hace olvidar una tristeza larga...!

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