(N. en Santiago, en 1861). Es el mejor representante y uno de los pocos nobles sobrevivientes líricos de la caduca escuela clásica que va abandonando ya sus fortines polvorientos, arrojada por la invasión gloriosa del modernismo reaccionario y brillante.
Hizo sus estudios en varias escuelas y colegios de la Capital, pero su principal maestro fue la lectura de los grandes libros.
Sosteniendo rudos combates con la vida, ha sabido imponerse de las vicisitudes humanas, por su actitud heroica de patriarca y por el esfuerzo imperturbable y resuelto de su carácter plasmado en vigorosos moldes. Desde muy niño fue filósofo. Sabía que en el estudio y el trabajo podría encontrar la ruta que le llevará a las alturas y se entregó a ellos con la fe en el alma y un gesto de santa resignación para las cruentas luchas.
Y decididamente ha llegado. Su vasta labor le ha abierto las puertas de una reputación bien merecida entre los poetas de la generación pasada. Su verdadera obra empezó el año 1889, figurando con numerosos artículos sobre historia nacional, crítica y filosofía, que publicó en diarios y revistas del país y en órganos ilustrados de Buenos Aires, Montevideo, Lima, Bogotá y Caracas.
A medíados de ese mismo año lanzó su primera obra Musas Chilenas, sobre la cual un crítico dijo: «Al lado de un perfil trazado en estrofas pulidas y armoniosas, estampa un rasgo en prosa, definiendo la filosofía moral e intelectual de cada uno de los que retrata. Este es un libro originalísimo y único en su género en el país, y de sumo interés literario e histórico por las innumerables noticias que consigna».
Hoy; transcurridos ya cerca de treinta años de la aparición de esa obra, nosotros no negamos su interés histórico, puesto que nos ha servido para obtener algunos datos importantes para nuestro libro; pero protestamos de los versos que coloca en ella al frente de los poetas que exhibe, pues se nos figura que, en algunos casos, faltan al respeto que se deben las personas del mismo sexo... De todos modos, fue en aquel tiempo un triunfo para su joven autor. Hoy, queda fuera de todo comentario.
A Musas Chilenas, han precedido las siguientes obras, por orden cronológico: Don Eduardo de la Barra, rasgos biográficos para servir de introducción a las poesías de este bardo (1.8 y 2. ediciones de la Casa Garnier de París, 1889-1890). América y Colón, poema lírico, 1892. Un héroe del trabajo, '1893. Las rosas, prosa y verso, 1902. Los cantos del Sabiá, traducción de artículos y poesías de los más ilustres escritores brasileros, (en colaboración con don Clemente Barahona Vega, 1903). Poseías líricas, 1910. Viñamarina, canción alegórica, 1906 i Cora, poema, 1910. A la patria, oda en la apoteosis del primer centenario de la Independencia Nacional, 1910. Corona fúnebre de Humberto Solari C., 1910. Reseña histórica del Liceo de Valparaíso, desde 1862 hasta 1912, obra premiada en el certamen abierto por la dirección de ese establecimiento para celebrar el 50.o aniversario de su fundación, 1912. Apuntes para una bibliografía chilena sobre Cervantes; Cervantinas.---Homero, Dante, Camoens y Cervantes, y Apoteosis de Cervantes en el Parnaso. Estos folletos fueron publicados en el presente año en conmemoración del tricentenario del Príncipe de los Ingenios, y muy aplaudidos por la crítica.
La más importante de estas obras es Poesías Líricas, que circularon triunfalmente por América y Europa, recibiendo el autor su consagración oficial como gran poeta. Conquistó por ella felicitaciones honrosísimas de Eusebio Lillo, Ricardo Palma, José Zorrilla de San Martín, Jules Lemaitre, Federico Mistral, Sully Prudhome de la Academia Francesa, de la Condesa Emilia Pardo Bazán, José del Castillo y Soriano, Hermenegildo Giner de los Ríos, Miguel de Unamuno, el célebre ex-Rector de la Universidad de Salamanca; del sabio orientalista y polígrafo Ángelo de Gubernatis, quien incluyo a Eliz, biografiado, en el «Dictionnaire Internationale des Ecrivains du Monde Latin» (tomo I, página 136), del filósofo Max Nordau y de muchos otros literatos eminentes de ambos mundos.
Sus poesías son hondamente claras y de un corte clásico insuperable, afiligranado, tanto que podría confundirse con las de cualquier maestro de la llamada edad de oro de la literatura. Eliz, es miembro honorario de la Academia Pernambucana de Letras» y del Instituto Arqueológico y Geográfico Pernambucanos, de Recife; de la «Academia de Letrasy, de Bahía; del «Instituto Geográfico e Histórico de Minas*; del «Centro de Ciencias, Letras y Artes», de Capinas; del «Gremio Literario», de Bahía (Estados Unidos del Brasil); miembro fundador de la Sociedad Heleno Latina de Roma», etc., etc.
Con frecuencia publica traducciones del francés, italiano y portugués, y ha colaborado en diarios y revistas de toda la República y en las «Páginas Intelectuales», de San Juan (República Argentina) y en «La Revista de la Unión Ibero Americanas, de Madrid.
Tiene en prensa una segunda edición corregida de su poema Cora y en preparación un nuevo volumen de Poesías Líricas.
En la actualidad es vice-Rector del Liceo de Valparaíso, y, sin disputa, uno de los escritores y poetas más ilustres de los que figuran en esta serie.
No te descuides, niña, del azulado cielo, ni del bello oceáno con su brillante espejo, ni del blando susurro del ambiente sereno. No vivas confiada, porque vivir es sueño, y es un sueño la vida con mucho sufrimiento; que todo es vario giro, pues se nublan los cielos y ruge el mar airado por conturbados vientos, y hasta la flor se agosta y hasta el aroma fresco de bosques y jardines se va en el aire presto, como el amor y el goce de un inconstante pecho. No te descuides, niña, del dios desnudo y ciego, voluble y malicioso, y que se pasa riendo, sus flechas disparando a corazones tiernos. No busques imposibles, que muchas, en sus sueños, tomaron otra senda y tristes sucumbieron p por ambiciones locas! Mas, para ti, yo veo, Teresa, dulce amiga, un porvenir risueño donde la dicha luzca; porque tienes talento, virtudes, y atractivos como tu hermoso cuerpo, como tu voz tan pura, como tu rostro bello! ………………………………………
Estaba tiernamente enamorada del Cefiro una Rosa, y cuando más lozana y olorosa se erguía en el rosal entronizada, el Cefirillo blando ocultose en sus hojas suspirando. -“¿Qué traes, dueño mío?”- -“Un beso de María, que es bella como el alba en este día, y guárdalo entre púrpura y rocío, que un beso virginal es un tesoro!”
Y el Céfiro voló. La flor amante suspiró de terneza y un suave rayo de oro ilumino su espléndida belleza. ¡Qué dulcísimo instante! Entonces comprendi, casta María, el amor de las flores y el beso de las vírgenes hermosas que los céfiros guardan y las rosas. ¡Si aquella flor tuviera!... ¡En sus olores el beso tuyo siempre encontraría! ………………………………………
SENSITIVA
Las rosas son mi amor, mi flor más pura; porque de rosas, coroné su frente cuando la vi mirando su hermosura en los limpios cristales de la fuente. Y se oyeron mis voces angustiosas cuando muerta la vi mirando al cielo, y su cabeza coroné de rosas y su frente besé con desconsuelo!
En cada Primavera el alma mía recuerda alegre aquella edad pasada, porque en el campo y en la selva umbría vivio siempre feliz mi niña amada. Y cuando vuelve el frío y torvo invierno, recuerdo triste al caro bien perdido; porque csc amor que yo creía eterno, coronado de rosas se ha extinguido!... ………………………………………
RECUERDO
Por la tosca ventana entreabierta contemplé de la luna el brillar y el vaivén de la fronda en la huerta, oyendo el murmurio del viento al pasar. Un profundo silencio reinaba; en la estancia no había una luz, y muy triste y enfermo me hallaba, cual ave que muere y oculta un sauz. Al besarte las manos de armiño, tus cabellos, tu púdica tez, en tus ojos veía el cariño que tú me juraste por más de una vez. Y te dije:-No olvides un día al que canta tus gracias y amor, cuando duerma en morada sombría, borrado su nombre, sin lauro ni flor!... Tú, llorando, besaste mi frente, y los dos no pudimos hablar; pero, ¡cuánto lenguaje elocuente ocultan las almas que saben amar! Continuaba alumbrando la luna la alquería y cl campo sin flor; más, la brisa en la extensa laguna rizaba las ondas con suave rumor. Ya son idos los años, bien mío, y recuerdo, con hondo pesar, tus palabras, el triste bohío y el viento de otoño gimiendo al pasar! ………………………………………