(n. en Valparaíso, el 11 de Octubre de 1877). Descendiente por la rama paterna de Don García Hurtado de Mendoza. Es uno de los pocos poetas que, a pesar de nuestra evolución lírica de los últimos años, ha podido conservar incólume la tendencia que imprimió a sus primeros trabajos literarios.
En 1902 se nos presentó con sus Vibraciones que cimentaron su reputación de parnasiano puro, no obstante cierta inflexión subjetivista allegada a algunas de sus composiciones líricas.
Sus poesías, claras, precisas, impasibles, van encerradas en un molde impecable. No emocionan, pero dejan sobre los ojos, aquello que no alcanza a penetrar al espíritu: la visión luminosa de lo que canta. Son verdaderas vibraciones que quedan un momento temblando bajo los párpados.
En 1907 publicó un segundo libro Sobre las ruinas, gritos arrancados a los horrores de la catástrofe que sacudió a Valparaíso y ciudades vecinas el 16 de Agosto de 1906.
Pasó inadvertido para el público azorado aún por la catástrofe, a causa de la escuela artística demasiado sobria de su autor y a pesar del esfuerzo de éste por empapar la rigidez del parnasianismo incorruptible de su verso, en un baño de subjetividad que le resultó superpuesta, raquítica. Las lamentaciones, los dolores y los espantos erguidos en esta obra, no llegan al corazón, no alteran el ánimo, pero dejan prendidas en las pupilas una atmósfera vaga, indefinible, de la inquietud y malestar percibidos por el poeta en una forma y transcritos al papel en otra distinta.
Por esto, su libro alcanzó solamente algunas apreciaciones demasiado ligeras de la crítica.
Luis A. Hurtado, como autor, es un encastillado, un impasible. Hasta él no alcanzan las pedradas de la censura porque las desprecia y no las teme. Trabaja indiferente bajo las tempestades. Casi despreciado. Se le niega talento poético y no se le discute. Y, sin embargo, vale más que muchos otros. Porque es un temperamento de artista disciplinado en esa escuela gloriosa y positivista que diera cantores como Leconte de Lisle y José María de Heredia. Es, además, un propulsor ardoroso de las letras. Lleva catorce años de colaboraciones periodísticas. Ha obtenido diversos premios y menciones honrosas en los Juegos Florales de Valparaíso y Chillán y en certámenes celebrados en Santiago. Últimamente obtuvo el primer premio con su poesía «La Agonía de una Raza», en el concurso abierto por el Ateneo. Ha sido director propietario de simpáticos semanarios artísticos prematuramente muertos, como «Selecta» y «Novedades», y colaborador de varias revistas extranjeras. Publicará próximamente un tomo de poesía y otro de prosas.
Risa femenina, fresca como un chorro de agua cristalina que brota en la peña, vibrante y sonoro cual timbre de mezcla de bronce con oro.. Risa femenina, que bates tus notas como una ocarina, con ruido de choques de acero y cristales, con el cuchicheo de besos nupciales... Risa femenina, gentil, picaresca, vibrante, sonora, espléndida y fresca; risa cristalina, risa que aletea como golondrina, risa coquetona, dúctil y burlesca... Risa, yo te adoro por el tintineo de tu timbre de oro, por tu noble audacia, por el abolengo de tu aristocracia y por tu opulento arpegio sonoro que nunca se sacia... Risa, yo te adoro, risa toda gracia...! Risa en que me quemo como en un chispazo; risa que eres nota de un himno supremo que junta a los hombres en un solo abrazo y vas de un extremo del mundo a otro extremo hiriendo a las almas con un aletazo... Risa, yo te temo como a un latigazo!...
……………………………………
RONDA DE AMOR
Pobrecilla doliente, que te vas por la vida bajo el fardo pesado de tu ingrata labor: es tu vida un misterio y es tu boca una herida; hay ensueño en tus ojos, y hay en tu alma dolor.
Tú naciste, cuitada, como nace la aurora, para dar luz y vida; como nace la flor, para dar su perfume; como el ave canora, para el tibio regazo de su nido de amor.
Pobrecilla doliente! Mariposa nacida para el vuelo incesante de una ronda de amor; al cogerte la racha de huracán de la vida de tus frágiles alas ha tronchado el primor…
Tú naciste a la vida, como nace la nube blanca y pura, naciste de un rocío de amor; para ampliar tu horizonte eres astro que sube, más que el ave y la espuma y la nube y la flor.
Y te pasas la vida como flor agostada, mientras tanto se duermen en un triste sopor, en tus pálidas manos la caricia increada, la sonrisa en tus labios y en tu pecho el amor!
¡Cuántas veces, volando tu febril fantasía, mientras exangüe tu mano se durmió en la labor, ha soñado un mancebo que la despertaría al volverte a la vida con un beso de amor!
¡Cuántas veces tu anhelo de mujer ha creado, para darte el encanto de un idilio de amor, la leyenda galante de un palacio encantado y una esclava amorosa que se da a su señor...!
¡Cuántas noches de insomnio tu ilusión ha sentido que ha llegado a tu alcoba tu galán seductor: un poeta romántico que te dice al oído madrigales y rimas y secretos de amor...!
Yo seré tu poeta, tú serás mi, elegida; yo seré en tu palacio tu galante señor; y en tus nervios de enferma que maltrata la vida yo pondré vida nueva con un beso de amor.
Deja, sólo un instante, la angustiosa tarea, tira el fardo pesado de tu ingrata labor; da más fuego a tus ojos, y verás que aletea la sonrisa en tus labios... ¡Y despierta el amor!
Y verás que la vida tiene encantos supremos; y verás que la vida tiene amable dulzor y encantados jardines; ¡y que allí rondaremos desflorando misterios con caricias de amor! …………………………………………
TENGO EL VINO ALEGRE…
Tengo el vino alegre! Cuando un beso imprime en mi frente pálida el dolor sublime, con su helada boca que infunde terror, busco en las burbujas de mi alegre vino, como un caminante que abrevia el camino, la franca alegría que irradia el licor...
Tengo el vino alegre! Mi musa sonríe picaresca y tierna, y su amor deslíe en mi copa el zumo de una flor vital; vibra en mis oídos su voz que me abrasa, y su aliento tibio por mi frente pasa como una caricia de luz auroral…
Tengo el vino alegre! Mi cerebro siente vagas armonías, germina en mi mente la idea sublime de forma gentil; y a mi vera entonan risas cristalinas rojos pulchinelas, frescas colombinas y pierrots risueños de faz de marfil…
Tengo el vino alegre! Mi barca, el Ensueño, se estremece y rompe del pleaje el ceño, en el hondo abismo del mar del Dolor; y surca las aguas amargas su quilla, gallarda y ligera, como una chiquilla que busca en el prado su cita de amor…
Tengo el vino alegre! Busco de la vida la faz más alegre, por ser más querida; la eterna quimera me canta doquier; todo me seduce, todo me enamora: la vida es risueña, dulce y seductora como una graciosa boca de mujer...! …………………………………
DEL CREPÚSCULO
Cae la tarde gris. La opalescencia del crepúsculo de oro que agoniza, tiene la sutileza de una esencia que muere diluyéndose en la brisa. Quiebra un beso de azul fosforescencia sobre el lomo del mar que el viento enriza, y, como en un desastre de opulencia, la riqueza del sol se pulveriza. Admirando esta tarde que se aleja, como el eco muriente de una queja, de la sombra sutil ante los rastros; en la resurrección que el alma invoca, acaricias mi frente con tu boca y aparece la gloria de los astros. ………………………………………