Revista Chilena.com


           

            Manuel Magallanes Moure

                                

Nació en La Serena, en 1878

Si colocáis sobre la cabeza de este poeta nazareno el turbante legendario de los hijos de la Vedia Luna, os figuraríais encontraros delante de un joven Ministro turco apaciguado y silencioso ya a fuerza de luchar en las montoneras y altibajos de la política y de los negocios públicos.

Su aspecto exterior revela intensamente la espiritualidad, el modo de ser y obrar de su poesía, única entre nosotros por la dulcedumbre y el rumor inefable de sus ritmos.

La labor de este poeta es bien definida, sin vacíos obscuros, sin esas evoluciones imprevistas y asombrosas que levantan dudas o protestas, cuando nó negaciones rotundas de originalidad.

En 1900, más o menos, apareció Magallanes Moure entre ese grupo radioso que Cabrera Guerra destacó soberbiamente en su revista «Pluma y Lápiz», y que hoy ocupa el recinto de los consagrados en nuestro Parnaso.

Desde los primeros versos se nota en el poeta una tranquilidad de conciencia, una manera mesurada y dulce, inconfundibles, al formular sus himnos que cantan con la misma expresión íntima al amor, al mar o a los cielos.

En 1902 apareció en Santiago su libro Facetas, con prólogo de aquel mal versificador, buen Ministro de Estado y magnífico ironista que se llamó Efraín Vásquez Guarda.

En este libro como en el siguiente Matices (1904), que prologó el malogrado artista colombiano Isaías Gamboa, fuera de esa cualidad peculiar de dulcificación, de delicadeza y de ternura, que encontramos en toda la obra de Magallanes, no presentíamos al gran poeta que más tarde iba a incorporarse al núcleo de los virtuosos:

Eduardo Marquina, Francisco Villaespesa, Juan Ramón Jiménez y Amado Nervo, con sus canciones inauditas, sus himnos emocionantes al Amor que nadie ha cantado como él con esa suavidad, ese sentimiento exquisito y esa intimidad sobrehumana y el arrullo inefable «de un secreto dicho al oído» de que habla Ibsen.

Facetas y Matices representan el período de su evolución del romanticismo al modernismu: ideas semiarrancadas a las antiguallas líricas, sometidas a la estructura de un molde substancioso de carne joven y envueltas en un ropaje lustroso y moderno que le dan un aspecto viril de mansa rebelión.

En Matices encontramos la dualidad pecaminosa del poeta y del pintor sin rumbos definidos, extraordinarios.

¿Quién prima sobre quién?

La dulzura, el sentimiento del primero se colocan de un golpe al costado del colorido y las pinceladas del segundo.

En una fusión de arte se neutralizan los esfuerzos de ese dúo intelectual, esparciéndose al viento, en inútiles vaivenes, los oros de su núcleo.

   O se es buen pintor o se es buen poeta.
   O se es alto en ambos grados.
   O no se es nada.

Pues, si es maldad ser un artista mediocre, es un verdadero delito ser dos artistas mediocres a la vez.

Pero, Magallanes Moure, con sus últimos libros ha salvado a gran distancia esa maldad y ese delito inconsciente que cometiera hace más de un lustro y que mereció algunas frases ceremoniosas de péñolas europeas interesadas en una réclame segura para sus libros; frases a las cuales prestan fe ciega y rinden culto homenaje muchos de nuestros escritores consagrados, que sacan a relucir triunfantes y olímpicos esos certificados o condecoraciones artificiales de montana, cuando la conciencia del crítico nacional suele mostrarle sin interés clandestino los lunares y cojeras de sus obras artísticas.

En 1910 publicó La Jornada, poemas hermosos que, por una diestra metamorfosis a que fueron sometidos por su autor, alcanzaron a dos ediciones consecutivas.

Canta en los versos de este volumen a todo aquello que lo arrastra honradamente a esa necesidad imperiosa de vibrar con las sensaciones multiformes que se experimentan en el preciso momento azul de la tensión psíquica.

En ellos no hay temas escogidos, problemas teosóficos de abstrusa resolución, propuestos al espíritu por una imaginación ardiente.

No hay ideas que revelen el trabajo acerbo, la fiebre laboriosa del obrero que modela fatigosamente la argamasa para la resurrección fugitiva....

Sus pensamientos son fluidos, llvianos e intensos.

Tienen la misma esencia, el mismo perfil y la misma substancia de las flores de Marquina.

Pero, los versos de Magallanes incorporan una personalidad que no tiene aquél.

Es la marca de propiedad que los distingue, es el blasón revelador de su prosapia.

Nos referimos a su estilo eternamente sereno, augustamente apacible, profundamente enternecedor.

Hasta ahora no hemos encontrado entre nosotros otro poeta que, como Magallanes, haga del Amor una filosofía tan sana, tan mística, tan saludable y tan emocional.

Sus versos se nos figuran inspirados al calor de una lámpara oriental bajo la suavidad temblorosa de un crepúsculo rosado.

La última labor poética de Magallanes le acerca en forma visible a Mauricio Maeterlinck, por el desenlace sugerente de sus ideas.

Arde en éstas el encanto misterioso, el silencio inaudito de las lejanías azulosas, el esplendor remoto y espectral, que conmueven y alumbran los versos del gran maestro belga.

Manuel Magallanes, como buen poeta, es un excelente crítico de arte.

En «El Mercurio», en «Zig-Zag» y otras revistas, ha publicado con el pseudónimo de M. de Avila, magistrales estudios sobre diversos pintores nacionales y extranjeros y análisis profundos de las obras de algunos de nuestros poetas, escritores y músicos.

En 1905 fue director de la revista santiaguina «Chile Ilustrado».

Es Director del Ateneo de Santiago y miembro de varios Ateneos americanos.

Como dramaturgo ha hecho representar, entre otras piezas, su hermosísima comedia El pecado bendito, que pudo naufragar por falta de conocimientos de su autor en el desarrollo del movimiento escénico, pero que se salvó brillantemente debido a la sutileza y al encanto de sus diálogos saturados de una miel de poesía exquisita.

En 1912 la Compañía Borrás estrenó con gran éxito su comedia La Batalla, una verdadera joya de arte teatral que fue un triunfo elocuente para su autor.

En 1914 se nos presenta el filósofo delicado, el estilista incorruptible, vaciando su temperamento artístico refinado en las páginas de Qué es amor, colección de bellos cuentos, de los cuales «Sol de estío» obtuvo uno de los primeros premios en el certamen de «El Mercurio en 1913.

Prepara en la actualidad un nuevo libro de poesías y algunas obras dramáticas.

Ha figurado en política y ha sido primer alcalde de la Municipalidad de San Bernardo.

Es uno de los innumerables hermanos del círculo artistico “Los Diez».



                                                      ……………………………







                                    

APAISEMENT




                                  Tus ojos y mis ojos se contemplan
                                  en la quietud crepuscular.
                                  Nos bebemos el alma lentamente
                                  y se nos duerme el desear.

                                  Como dos niños que jamás supieron
                                  de los ardores del amor,
                                  en la paz de la tarde nos miramos
                                  con novedad del corazón.

                                  Violeta era el color de la montaña.
                                  Ahora azul, azul está.
                                  Era una soledad el cielo. Ahora,
                                  por él la luna va.

                                  Me sabes tuyo, te recuerdo mía.
                                  Somos el hombre y la mujer.
                                  Conscientes de ser nuestros, nos miramos
                                  en el sereno atardecer.

                                  Son del color del agua tus pupilas:
                                  del color del agua del mar.
                                  Desnuda, en ellas se sumerge mi alma,
                                  con sed de amor y eternidad.


                                                   …………………………………


                                                  

                                 

EN LA SOMBRA




                                             La viva luz del fósforo
                                             brilla en la obscuridad
                                             e ilumina tu rostro...
                                             ¡No he de olvidar tu sonrisa jamás!
                                             A la breve vislumbre
                                             me quisieron mirar
                                             tus ojos entornados...
                                             ¡No he de olvidar tu mirada jamás!


                                             Nuestras vidas .fundíanse
                                             en el beso total.
                                             Suspirabas inquieta.
                                             ¡No he de olvidar tu ternura jamás!
                                             De pronto tu belleza
                                             se hundió en la obscuridad.
                                             De tu voz en la sombra
                                             ¡no he de olvidar el acento jamás!


                                                       …………………………….





           



                                  

HIMNO AL AMOR




                                        Como la luz, eres, Amor.
                                        Todo lo envuelves, todo lo bañas
                                        y a todo das calor.

                                        Eres rayo de sol en la alegría
                                        y en el ensueño suave resplandor;
                                        eres penumbra en la melancolía
                                        y eres noche sin fin en el dolor.

                                        Eres sombra propicia en pleno día,
                                        en mitad de la noche eres albor;
                                        eres contradicción y armonía,
                                        destruyes y eres creador.

                                        Como la luz, eres Amor.
                                        Todo por ti se transfigura:
                                        el fango en brillo y la carroña en flor.

                                                                 *

                                        Como el agua, eres, Amor.
                                        Todo lo rozas, todo lo penetras
                                        y a todo das frescor.

                                        Eres loco torrente en la alegría
                                        y en el ensueño lago encantador,
                                        lluvia sutil en la melancolía
                                        y ola amarga del mar, en el dolor.

                                        Eres canto de gloria en la sequía,
                                        eres calma y ternura en el ardor;
                                        eres la onda bravía
                                        y el arroyo adulador.

                                        Como el agua, eres, Amor.
                                        Por tí se enternece la roca,
                                        rómpese el hierro y ábrese la flor.

                                                                 *

                                        Como la tierra, eres, Amor.
                                        Todo lo acoges, todo lo fecundas
                                        y a todo das vigor.

                                        Eres jardín florido en la alegría
                                        y en el ensueño bosque adormidor;
                                        huerto de otoño en la melancolía
                                        y desierto infinito en el dolor.

                                        Eres montaña ríspida y sombría,
                                        eres sendero alegre y seductor,
                                        eres estéril serranía
                                        y eres campo de labor.

                                        Como la tierra, eres, Amor,
                                        Por ti la simiente germina,
                                        y el fruto surge en la violada flor.

                                                                 *

                                        Como el fuego, eres, Amor.
                                        Todo lo enciendes, todo lo devoras
                                        y a todo das ardor.

                                        Eres chispa riente en la alegría
                                        y en el ensueño lánguido fulgor;
                                        eres tibieza en la melancolía
                                        y frialdad de muerte en el dolor.

                                        En mi hogar fuiste lumbre y poesía
                                        y te trocaste en rayo abrasador.
                                        Fuego del alma mía,
                                        purifícame, oh purificador!

                                        Como el fuego, eres, Amor.
                                        Y las almas en círculo alado
                                        giran en torno de tu roja flor.


                                                    …………………………………







                                    

LA LLAMA





                                             Aguza su llama la vela,
                                             como la hoja de un puñal.
                                             Inmóvil como ella, mi alma
                                             piensa en el término fatal.

                                     Sin tu amor que a la vida me amarra
                                     fuera hasta dulce de pensar....
                                     ¿La muerte? Olvidarse de todo,
                                     y descansar , y descansar.

                                     Mas, tu amor, que hace un bien de la vida,
                                     de la muerte hace un mal, un mal
                                     tan horrible, que ante el tiembla el alma
                                     como llama que al viento está.

                                             Seguirán tus ojos amados
                                             bebiendo sombra y claridad
                                             Buscarán otros ojos los tuyos....
                                             ¡Los míos no te verán más!

                                             Tus labios, tus labios queridos
                                             como ahora sonreirán,
                                             y otros labios acaso los besen....
                                             ¡Los míos nunca, nunca más!

                                             Tus brazos en viva guirnalda
                                             de amor se entrelazarán,
                                             y quizás a otro cuerpo se ciñan....
                                             ¡Los míos a ti, nunca más!

                                             Este amor que a la vida me amarra
                                             con mi vida también se irá.
                                             Otros hombres podrán amarte....
                                             ¡Y yo nunca, nunca más!


                                                     ……………………………….


           







                                   

EL ESTANQUE








                               En el vacío estanque caía la cascada
                               del agua alegremente. Como una carcajada
                               plena de regocijo, caía el agua adentro
                               y los trenzados chorros en incesante encuentro
                               daban los claros timbres de una cristalería
                               que rodara hecha trizas. La buena agua reía
                               llenando aquel estanque, y según se elevaba
                               la onda temblorosa, en ella se ahogaba
                               la risa de los chorros, hasta que una vez lleno,
                               el estanque durmióse dulcemente sereno.

                               Los grillos ensayaban sus ásperos acordes
                               y las flores silvestres, erguidas en los bordes
                               del agua perfumaban su sueño. Suavemente
                               la luz languidecía en la tarde silente.

                               Entonces desde el fondo del estanque dormido
                               surgió un débil murmullo, un rumor parecido
                               al murmullo de sedas que produce la brisa
                               cuando va a campo abierto: armonía indecisa
                               como la de un suspiro; música de un aroma,
                               perfume de una música que como incienso toma
                               vaguedades de ensueño. Y aquel rumor suave,
                               que pudo ser el último gorjeo de alguna ave,
                               o el lejano recuerdo de alguna voz amada,
                               o el rumorear del aire, o el lenguaje de un hada,
                               fue llenando mi espíritu de una melancolía
                               dulce, así como el lánguido desfallecer del día.

                               El estanque durmiendo su sueño misterioso
                               decía en un susurro: «Oh! tu amor delicioso,
                               buena agua! Amada mía, cómo me has poseído
                               por entero! Al principio tus risas despertaron
                               en mi seno alegrías inmensas; agitaron
                               dentro de mí los claros cascabeles de oro
                               de la suprema dicha. Tu lenguaje sonoro
                               de voces cristalinas, llenó mi ancho seno
                               con la divina música del amor grande y bueno.

                               Después, según tú ibas entrando en mí, tu risa
                               desfalleció, tu alegre voz se tornó sumisa
                               cual la voz de una esposa que ama. Aquí, en mi seno,
                               tu alma clara, durmióse con un dormir sereno
                               y mi ser poseído por tu ser transparente
                               en un dulce desmayo sumióse lentamente.

                               Los batracios ritmaban sus místicos acordes
                               y las flores silvestres erguidas en los bordes
                               del agua conserva ban aún en sus corolas
                               una tenue luz húmeda. En sus ásperas violas
                               los grillos preludiaban la canción del crepúsculo.

                               Cayó sobre mi frente un insecto minúsculo
                               y ahuyentó mis ensueños.... Me alejé silencioso 
                               bajo los grandes árboles, llevándome este hermoso
                               pensamiento que siempre florecerá en mi mente:
                               Como el Agua, el Amor. Como el Estanque, el Hombre.


                                                         ……………………………..




                             

ELEGIA


                                  (En la muerte del poeta Isaias Cambra).


                               Así, en la sombra, hermanos, acerquémonos
                               para hablar del hermano que se ha ido.

                               ¿Recordáis su semblante atormentado?
                               Eran sus ojos, que agobió el hastío,
                               tristes como la llama de una lámpara
                               que ardiera en pleno día; cual dos cirios
                               ante un rayo de sol. Y en lo más hondo
                               de sus hondas pupilas, el fatídico
                               desfile de las negras obsesiones.
                               Y se cumplió el destino.

                               Así, en la sombra, hermanos, agrupémonos
                               para hablar del hermano que se ha ido.

                               ¿Recordáis sus canciones melancólicas?
                               Como una sombra errante tras el níveo
                               y tembloroso velo de la niebla,
                               lentamente camina por el lívido
                               paisaje de sus cantos la Tristeza
                               Con el temblor de un largo escalofrío
                               va el dolor al través de sus canciones.
                               Y se cumplió el destino.

                               Así, en la sombra, hermanos, estrechémonos
                               para hablar del hermano que se ha ido.

                               Como ave moribunda, ávidamente
                               se fue en busca del sol, y en lo sombrío
                               de la selva cayó. Como las aves
                               fue a ocultar en el bosque el cruel martirio
                               de su muerte. Revuelan nuestras almas
                               errantes, ignorando que escondido
                               rincón de tierra guarda sus despojos.
                               Y se cumplió el destino.

                               Así, en la sombra, hermanos, abracémonos
                               para llorar a nuestro hermano ido.


                                                   …….……………………………

                             




                                                      

AMOROSA



                               Deja tu mano confiadamente
                               bajo la mía. Quiero deleitarme
                               palpando tu piel fina, suave al tacto
                               y al espíritu. Deja tu mirada
                               sobre la mía. Tu mirada es suave
                               como tu piel, y cuando tú la posas
                               sobre mis ojos, siento suavizarse
                               todas las esperanzas de la vida.

                               Porque tu encanto es ése, amada mía,
                               Tú haces que para mí las cosas sean
                               todas amables. Tú haces que yo encuentre
                               dulcemente adorables las violentas
                               llamaradas del sol, plácidamente
                               onduladas las líneas del paisaje,
                               serenamente melodioso el canto
                               de la naturaleza. Cuando tengo
                               tu mano entre las mías y en tus ojos
                               se bañan mis miradas, me parece
                               que todo es suave como tú, y advierto
                               que hasta las rocas ásperas poseen
                               contornos como curvas femeninas.

                               Cuando tu mano está bajo mi mano
                               mi adormecido espíritu se olvida
                               de maldecir la obra de los malos.

                               Porque tu encanto es ése, amada mía,
                               hacerlo suave y endulzarlo todo.


                                                  …………………………………………

          









                         

SUEÑOS, SUEÑOS MIOS






                                        Sueños, sueños míos
                                        de felicidad....
                                        Dadme, mis sueños, esa dicha,
                                        que me negó la realidad.

                                        Voy al sueño como a una cita
                                        porque sé que la he de encontrar
                                        en la penumbra del misterio
                                        con su belleza en claridad.

                                        Sueños, sueños míos
                                        de felicidad,
                                        obscureced aquellas lámparas
                                        que brillan con luz espectral.

                                        En silencio nos enlazamos.
                                        Ella sonrie sin hablar.
                                        Yo en sus labios pongo mis labios
                                        y ella en mis ojos su mirar.

                                        Sueños, sueños míos de felicidad,
                                        llevadnos por el buen sendero
                                        que al país de la sombra va.

                                        El fulgor de sus ojos buenos
                                        languidece con el mirar.
                                        El sabor de sus tiernos labios
                                        se acrecienta con el besar....

                                        Sueños, sueños míos
                                        de felicidad....
                                        Id más al fondo, más al fondo,
                                        donde no llegue el despertar.


       



                                                      ……………………………