(N. en Santiago, en 1895.) Olga Azevedo es, después de Gabriela Mistral, la poetisa cuya obra nos inspira la sensación más encantadora de sinceridad espiritual y riqueza artística, y la seguridad más absoluta de su triunfo no lejano.
Le sigue, triunfalmente, a pesar de sus defectos y decadencias de novicia, Berta Quezada, espíritu preparado en fuertes disciplinas artísticas.
Más atrás, y a mucha distancia, con pasos lentos y penosos, viene Juana Inés de la Cruz, a quien pretenden darle alcance T. Brito Letelier, Victoria Barrios, Gricelda Jiménez y María Stuardo, que marchan en un grupo compacto disputándose tenazmente el puesto delantero.
Y por último, a paso de tortuga, van haciendo su jornada tomadas de la mano y rezagadas en una empresa imposible, las anémicas del arte, la mala yerba de nuestra literatura femenina: Loreto Urrutia, Blanca Vanini Silva y Blanca M. de Lagos.
Es necesario que estas tres últimas depongan sus quimeras artísticas.
Es inútil oponerse al impulso práctico de sus temperamentos; jamás podrán dar algo bueno en materia de poesía. Sus primeras producciones deben ser las últimas.
Cuando más allá o al borde de los treinta años, no se ha hecho nada revelador, y, por el contrario, la labor producida es añeja e insignificante, y la que se va produciendo demuestra, no estancamiento (que al fin y al cabo en esto podría abrigarse una ligera esperanza) sino un receso visible, es mejor, para tranquilidad de propias y extrañas conciencias, que rompan para siempre sus péñolas mohosas y estériles.
Olga Azevedo es una enamorada del arte de Gabriela Mistral y ha llegado tanto a saturarse de él, que, en algunos casos, sus estrofas se confunden en un mismo gesto y actuación psicológicos.
Pero, casi siempre encontramos en la poesía de aquella un sentimentalismo morboso, apasionado, una voluptuosidad erótica, que delatan el espíritu intensamente femenino de que están impregnados sus versos.
Su estilo es moderno y a veces inclasificable, sin llegar jamás a tomar actitudes añejas. Vocablos audaces, de interpretación defectuosa, imprecisa, suelen desperfeccionar bellísimas ideas de arte simbolista. Con todo, en el acto de leer sus versos se adivina que Olga Azevedo es una poetisa auténtica; que es sincera a fuerza de sufrir enormemente, y honda a fuerza de comprender los modernos ideales estéticos.
Şi prosigue por tan magníficas rutas triunfará inevitablemente, será un orgullo para nosotros, y lle. gará a colocarse al lado de Delmira Agustini y frente a frente de Gabriela Mistral.
Lejanía! Lejanía! ¿sabes tú donde estará? Ayer fui a verle a la estancia. Y está revuelta y vacía.... Y lo he buscado y no está!
Lejanía! Lejanía! Tú has de saber dónde va.... Busca su sombra de oro. Busca su vida que es mía.... Y luego di.... donde está!
Yo le he llamado asombrada dentro la alcoba en sopor.... Y ha sido un halito frío de soledad angustiada con amargor de ironía, el responder a mi amor!
Lejanía! Lejanía! ¿sabes tú donde estará? ………………………………………
SERENATA....
(Para ti... Luna de mis silencios... Luna de mis tristezas).
Rayo de luna suave que llegas a mi estancia.... Entre tus velos blancos mi Carne disolved! Este espíritu puro puede ser la fragancia del espíritu blanco de tu buena merced! Rayo de luna suave que llegas a mi estancia a ponerme de blanco «la tristeza de ser».... Ya que en tus albos tules soy como una fragancia ¡hazme como una nube que no pueda volver! Llévame entre los pliegues de tus rasos plateados! Tómame con tus manos que son flores de amor.... Vedme como una novia con los velos rasgados y con los azahares deshojados en flor!.... Rayo de luna suave que llegas a mi estancia.... ¡Vedme como una novia que no habrá de ser más! Ya que en tus blancas gasas soy como una fragancia ¡hazme como una nube que no vuelva jamás!
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LILAS MUSTIAS
Estas horas no tienen como entonces... los astros de sus ojos inmensos que nutrieron mi ideal. Estas pasan cual nubes con los gélidos rastros derramados al cáliz de este triste Rosal! En sus frías neblinas se diluyen los restos de la nupcia deshecha, de aquel pacto de Amor, Se deshojan mis rosas con los ásperos gestos de su hiel prolongada por mi huérfano hondor.. Los postreros acentos en el alma del piano se atenúan llorando su lejana Canción. El salón me pregunta por el pálido hermano que hace tiempo no viene ni se asoma al balcón....
Y las flores se atristan en los vasos de plata. Los cojines se duelen de su tibia virtud. En los versos se dobla su visión escarlata como el llanto perenne de un exangüe laúd.
Todo muere en la niebla de estas huérfanas horas. Ya no están sus estrellas que nutrieran mi Ideal. Todo queda en suspenso sin sus rubias auroras.... hasta el piano y los versos, y el salón.... y el Rosal! ………………………………………
DE MIS PÁGINAS....
Este gemir del agua por el sendero quieto y este deshojamiento de románticas rosas.... esta es la estrofa bella.... este el triunfal soneto de mi vida extenuada por tan trágicas cosas! Esta azucena yerta que por sobre las ondas marcha al reino encantado de mi amiga la Muerte... esta es la dicha mía que murió entre las sombras cuando me maldecía....(el Señor de la Suerte»!
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LOS MALOS VIENTOS
Yo venía rosada de fresca adolescencia, por la campiña verde, bajo el azul de Dios... Yo venía cantando mi sana florescencia con el cristal sonoro de mi cándida voz.
Yo venía rosada. Yo venía fragante oliendo a agüita clara y a risueño botón... Tú estabas a la vera de mi huella triunfante para torcer mis pasos hacia tu corazón!
Y como fascinada yo seguí el laberinto de tus suaves pendientes todas llenas de Amor... Yo venía rosada con olor a Jacinto Yo venía cantando sin saber del Dolor…
Y hoy... que un viento de olvido sacudió mis hondores vengo triste y velada por mortal palidez.... Yo venía rosada con mis sueños cantores y hoy me vuelvo amarilla de temprana viudez....