Aquí viene la jornada más ingrata para los autores del presente libro: la publicación de la lista de nuestros pseudos poetas, que es necesaria, imprescindible, para integrar el estudio sobre la poesía chilena. Hubiéramos querido no incluirla en estas páginas, para evitar malas horas a los que en ella se ven representados; pero, por lealtad artística, nos vemos forzados a hacerlo a fin de impedir que se continúe desprestigiando á esta tierra pródiga en magníficos poetas, con producciones de versificación aguachirle, que, trascendiendo muchas veces hasta los países extranjeros, sirve para que con ellas se prejuzgue nuestra capacidad lírica. Es necesario intentar, siquiera alguna vez, la extirpación de la ramplonería que infesta a nuestro Parnaso. Figuran en este capítulo, los últimos, la broza de nuestra actual literatura. Algunos tienen cierta popularidad por haber recibido certificados de competencia en algunos concursos literarios y juegos florales; por haber publicado un buen número de libros, dirigido algunas revistas o leido versos en el Ateneo de Madrid... Sin embargo, hemos dado vueltas y revueltas la labor de estos liróforos de la legua, tan insignificantes como fecundos, para encontrar en ellos un remoto chispazo de emoción artística honrada, pero inútilmente. En unos, hemos encontrado deficiencia poética desastrosa, vaciedad encubierta con ungüentos decorativos y aparatosas actitudes; en otros, prosaísmo desesperante, falta absoluta de nervios, y conatos, reflejos y mezclas híbridas de todas las escuelas literarias existentes; y, en todos, un loco afán de producir versificación de mala ley, destinada a aparentar lo que no tienen ni tendrán nunca: talento literario.
He aquí a los más notorios de estos simples versificadores:
CARLOS A. GUTIERREZ, LUIS E. CHACON L., GUSTAVO MELCHERTS, BLANCA MILLER DE LAGOS, INDALICIO PALMA SUAREZ, ISMAEL PARRAGUEZ, BLANCA VANINI SILVA, RAFAEL VIANCOS CALDERON, EFRAIM VASQUEZ JARA, HUMBERTO BORQUEZ SOLAR, VÍCTOR BARROS LYNCH, FRANCISCO A. LIRA D., JUAN ALBERTO CHESEBROUGH, SAMUEL FERNANDEZ, MONTALYA, ALBERTO CARRASCO C., JULIO KLOQUES CAMPOS, ROBERTO MIRANDA.
1. A continuación agregamos algunos juicios sobre aquellos que más se han distinguido por su tenacidad gastada en desprestigiarse públicamente ante las Bellas Letras.
Carlos A. Gutiérrez (N. en 1867).-En el Certamen Varela obtuvo un premio por una colección de poesías líricas; otro le discernió el Ateneo de Santiago. En 1894 publicó su libro de versos Estancias, y en 1904 otro, Al pasar, este último escrito en el Viejo Mundo y editado en Leipzig. El señor Gutiérrez ha escrito muchos versos, sonajeros, con el monotono cascabeleo de las más vulgares consonancias, Choca en ellos el énfasis tribunicio y abundan figuras retóricas demasiado trajinadas. En el tomo XXII de la Biblioteca Internacional de Obras Famosas figuran varias de sus composiciones versificadas. Creemos que el hecho de tener una distinguida situación como Médico y Profesor, no justifica en modo alguno el considerarlo como uno de los poetas representativos de nuestro país. Eso es olvidar a muchos de nuestros poetas de verdad, o sencillamente contribuir a la formación de un erróneo concepto del nivel artístico de nuestra poesía.
Luis Edmundo Chacón Lorca El escritor argentino Alejandro Sux, en su pequeña obra «La Juventud Intelectual de la América Hispana» (prologada por Rubén Darío, año '1911) hace figurar a Chile con los poetas Samuel A. Lillo y Miguel Luis Rocuant, los escritores Baldomero Lillo y Luis Roberto Boza, el pintor Aristodemo Lattanzi y el poeta y periodista Luis Edmundo Chacón Lorca. ¡Así se fabrica la historia... literaria! Que Sux, al hablar de la juventud intelectual chilena, se preocupe de nuestros poetas Rocuant y Lillo,-olvidando a muchos otros,-no está del todo mal. Pero exhibir al señor Chacón como a uno de los genuinos representantes de nuestra poesía, eso merece calificativos. acres que es mejor no pronunciar. Sux reconoce que la obra de este autor, Hojas dispersas, «parece ser el libro de un principiante sin personalidad, y sin embargo el muy bárbaro se afana en esbozarlo y presentarlo como a uno de nuestros poetas. Sux acepta los atrevimientos e innovaciones por más inverosímiles y extravagantes que sean, pero no quiere que las valentías y reformas parezcan andrajosos mantos cubiertos de púrpura destinados a velar defectos y a encubrir incapacidades. Y a renglón seguido agrega que los versos del susodicho autor son de una inocencia primitiva, de una vulgaridad desalentadora, sin ideas, sin sentimientos verdaderamente sentidos, donde la forma es monótona y las figuras completamente viejas. ¡Qué criterio!... Deja al señor Chacón convertido en chupa de dómine, como diría cualquier fraile; lo estropajea de lo lindo y por fin le aconseja que abandone la lira y las musas... La lira ý las musas, tal como suena....Y a un hombre así, lo presenta Sux como a un prototipo para que por él conozcan en el extranjero a los intelectuales, a los poetas chilenos!.... Sux nos debe una reparación. Tal vez encontró en el señor Chacón puntillos de luchador dinamitero y de escritor ácrata, y sin miramiento alguno lo tomó de los cabellos y lo metió a viva fuerza en su grupo archi-cosmopolita de jóvenes intelectuales hispano-americanos. Ya se ve que este Sux es capaz de todo hasta de choroteguear al mismísimo Padre Eterno...
Notícula. En descargo del aludido escritor argentino, conviene advertir que él no es el único. A Alejandro Sux, al simpático Sux, bien puede disculpársele un poco eso de no distinguir con claridad cuáles son los muchachos mas luminosos», más «intelectuales de una república literaria; puede disculpársele; él, demasiado trabajo ha tenido con mazarse la abundante melena, añudarse la corbata amariposada y terciarse una capa trovadoresca. Lo que no admite justificación posible es la ignorancia de un Doctor, el Dr. José Rogerio Sánchez, que se titula Catedrático de Literatura en la Escuela de Estudios Superiores del Magisterio y que en 1911 publicó en Madrid su obra «Autores Españoles e Hispano-americanos» (volumen de 913 páginas). Aunque este catedrático expresa que no se trata de hacer una historia de la Literatura sino una especie de manuductio, al través de la literatura escrita en lengua española, el hecho positivo es que ha pretendido confeccionar un estudio crítico de las obras principales de dichos autores, como el mismo Sánchez lo dice explícitamente en la portada de su libro. Imposible concebir un libro más deforme! No figuran en él los mejores escritores de cada país hispano-americano, y en cambio los hay algunos de quinta o sexta magnitud. No menciona a los colombianos Isaías Gamboa y Luis Carlos López; ni a los dominicanos Fabio Fiallo y Tulio Cestero; ni al ecuatoriano Juan Montalvo; ni a los uruguayos José Enrique Rodó, Julio Herrera y Reissig, Carlos Roxlo y Delmira Agustini; ni a los argentinos Andrés Chabrillón, Evaristo Carriego y Enrique Banchs. Estos autores,-sin contar muchos otros de primera fila,-han (lebido figurar en el libro de Sánchez en el lugar que ocupan varios escritores de mérito inferior. Y no es esto todo. Como decíamos, Sux no es el único: ya hemos visto que le acompaña el Dr. Sánchez en eso de publicar libros disparatados en Europa. Escritores ignorantes o negligentes ha habido que han estampado en letras de molde errores más o menos solemnes que, a la postre, no han servido sino para desprestigiarnos gratuitamente en el extranjero. Andrés González Blanco, en su obra «Los Contemporáneos (segunda serie), año 1908, expresa que el poeta José Santos Chocano dedicó su Elegía Tropical «al infortunado poeta chileno Isaías Gamboa». González Blanco no conoce a los poetas de Chile ni los de Colombia, nación a la cual pertenece como una de sus más descollantes personalidades, ese «bello poeta» que se llamó 'Isaías Gamboa. Y lo que es peor, González Blanco copió y no entendio la Elegía de Chocano, en la que se alude a la patria tropical (le Gamboa, y en manera alguna a Chile, país austral en que el poeta residiera temporalmente. Max Nordau también ¡cosa increíble! ha desbarrado al referirse a nuestro país en su obra «Degenera. ción, en la que nos alude como a la República más revolucionaria de Sud América. Esto revela que Nordau conoce mal nuestra historia política. Estimamos que un escritor serio no debe pontificar sobre lo que .conoce en forma deficiente. Sepan Max Nordau y todos los escritores que por ser ciudadanos de un país viejo se creen autorizados para expresarse despectivamente de las nacionalidades nuevas, que Chile es el país sudamericano que ha tenido menos revoluciones y que las pocas habidas en él lo han sido, no por caudillaje, sino en pro de su constitución política, que es sin duda la más sólida de Sud-América. Víctor Hugo es el escritor que ha dicho la cosa más risueña acerca de Chile. Desde 1830, más o menos, rolan por toda la haz del planeta centenares de ediciones de las obras del «Emperador de la Barba Florida entre las que figura la titulada “Littérature et Philosophie mélées». En ella dice Hugo: «Ercilla écrit ses vers sur des peaux de betes dans les forets du Mexiques... El autor de «La Araucana» no estuvo jamás'en Méjico y según su propio decir escribió su libro «muchas veces en cuero por falta de papel y en pedazos de cartas, algunos tan pequeños que apenas cabían seis versos.
Gustavo Melcherts (N. en Valparaíso, en 1872).-Ha trabajado en la prensa durante más de quince años y ha colaborado en muchos periódicos y revistas del país. Hace tiempo publicó un tomo de poesías titulado Asonantes, que, por carecer de mérito, pasó inadvertido. Con este autor acontece algo extraño. Desde que se inició mediocremente en la carrera literaria publicando poesías en la «Lira Chilenas de Samuel Fernández Montalva, hasta la fecha, no ha podido arribar, a pesar de ser un infatigable versificador. Sus poesías, por lo común asonantadas; no dejan de tener cierta fluidez y sutileza sensoria como en su «Soneto» dedicado a la memoria del joven periodista y escritor, don Humberto Solari Cantwell, muerto prematuramente en Valparaíso. Pero ignoramos qué secreto maleficio tortura la vida de este «poetas, casi anonimo, haciéndolo fracasar hasta en las más íntimas de sus empresas.
Blanca M. de Lagos (N. en Santiago, en 1880).- Muy fecunda, pero de escasísimo mérito Ojalá no continuara publicando lo que escribe: «Se inició en las letras desde muy niña, figurando con versos frívolos y hechos por encargo especial», como ella misma candorosamente lo declara. Ha colaborado en revistas y diarios de provincias. Es una ardiente admiradora de Bécquer, pero, a juzgar por sus producciones, jamás ha logrado comprender el alma de ese enorme poeta. : En 1910 publicó su primera obra, un ensayo dramático, y después un tomo de versos Flores del Alma Ocupa al presente el cargo de Directora de una Escuela Elemental de Illapel.
Indalicio Palma Suárez (N. en San Felipe, en 1882). Es un desairado, un amante burlado de las Musas. Perteneció a la «Academia Literaria Eduardo de la Barra, de gratos recuerdos. Ha colaborado infatigablemente en «Corre-Vuela», la revista más hospitalaria del país. Con esta declaración queda hecha nuestra impresión sobre su obra. Sus versos son gritones y no logran más que despertar com pasión. Para tranquilidad de las letras, no nos ha amenazado con la publicación de ningún libro.
Ismael Parraguez N. en Colchagua, el 26 de Agosto de 1883). Ha publicado: Un idilio menos, poema, 1903; Poesías infantiles, 1907; Flora chilena, poesías, 1908; De dulce y de grasa, cuentos y versos festivos, firmados con un anagrama, 1909; Flora exótica, poesías, 1910; La araña, novela santiaguina, y Urbe, (1916) poema en dos cantos y un paréntesis. Un paréntesis: El crecido número de obras de este autor, está en relación inversa a su talento literario. Es inútil que nos detengamos a escarmenar su obra; no hay un vellón de que se pueda hacer uso para limpiar nuestra pluma... Es autor, además, de una serie de libros pedagógicos sobre la enseñanza del canto escolar, ramo de cuya difusión se preocupa con vivo interés y sin igual acierto desde sus cátedras en el Instituto Nacional y en el Liceo de Aplicación, de Santiago. Entre dichos libros figuran un Tratado de Musicología y un Compendio de Historia de la Música Según Rodolfo Polanco, versista mediocre y añejo, el literato y filósofo español, Julio Cejador, ha escrito sobre las Poesías infantiles lo siguiente: «Este libro de versos para niños es una joya. Yo no creo que su autor promete, porque ya da de si bien sazonados frutos. Ha logrado lo que nadie en castellano, fuera de nuestros dos fabulistas y de Hartzembusch, y aún, más al alcance de los niños está el poeta chileno». Nosotros estamos de acuerdo con el señor Cejador: Poesías Infantiles es un buen libro de versos para niños, como lo con todos sus versos y todos sus volúmenes.
Rafael Viacos Calderón (N. en San Felipe, en 1886). Este Abogado publicó en roro su novela Los ideales le Clemente, que alcanzó algunos juicios desfavorables y muy bien merecidos de la prensa. En los Juegos Florales celebrados en Valparaíso, fiestas que vienen siendo ya como el lanzadero público de los poetas zurraposos, ha obtenido varias recomendaciones que le han hecho un daño irremedíable. En el Certamen de 1912, el Consejo Superior de Letras de Santiago le concedio el único accésit por su colección de Cuentos. Aunque Viancos se ha dedicado a la poesía desde muy niño y obtenido varios premios durante su larga época de incubación, no ha logrado aún descollar a pesar de sus esfuerzos y de su tenacidad. Sus versos casi esencialmente patrioteros, no tienen los arranques épicos de Samuel Lillo-su maestro--y son pesados y monotonos. Sus poesías «La visión de San Martín» y el «Canto épico a los héroes de la Concepción», son sus mejores trabajos. Nos ha prometido, desgraciadamente, publicar éstos últimos y su nueva novela Retiro de Ilusión. Las Bellas Letras permanecen mudas como una esfinge, ante este ofrecimiento del poeta.
Efraim Vásquez Jara (N. en Santiago, en 1887).-En 1911 publicó su primer libro, un tomo de Versos, del cual, estamos seguros, se habrá arrepentido. En este folleto no hay un solo trabajo que no sea producto de la ramplonería y de la vulgaridad. Sin embargo le hemos dado un rincón en este capítulo, como a tantos otros, por ser consecuentes con la primera idea que tuvimos al publicar la presente obra, cual fue la de incluir en ella a los autores que han tenido o tienen alguna actuación en nuestra literatura, durante la época prescrita, y que, a pesar de no tener ningún mérito, se han dado a conocer de: bido a la benevolencia interesada de las revistas o diarios, cuya mayor parte alimentan sus columnas con la colaboración gratuita de los autores pordioseros de publicidad. Vásquez Jara y Roberto Miranda, tal vez sean los versificadores que más nos han hecho sonreír piadosamente e inspirado un profundo desprecio. Ojalá busque y encuentre en las selvas de la Jurisprudencia los vellocinos que ha perseguido inútilmente en las laderas del Olimpo.
Samuel Fernández Montalva (N. en Santiago, en 1879). -Su nombre está vinculado. a la revista semanal «La Lira Chilena» (1898-1911). Un núcleo de versificadores verbosos vació en las columnas de ese semanario un fárrago de renglones métricos. La revista se creó un ambiente popular, se vendía y daba pingües utilidades a su feliz propietario, quien escribía prosas y versos, en enorme cantidad, para el gusto de «sus lectorcitas. Es verdad que en ella solía aparecer algunos Domingos la firma del malogrado Ricardo... En 1902 Marcial Cabrera Guerra fundó «Pluma y Lápiz». Esta revista, como también «Instantáneas y «Luz y Sombra», de Augusto G. Thomson, lograron formar otro núcleo de jóvenes escritores que han levantado muy alto el prestigio de nuestras bellas letras: Carlos Pezoa Véliz, Víctor Domingo Silva. Francisco Contreras, Luis R. Boza, Federico Zúñiga, Miguel Luis Rocuant, Ernesto A. Guzmán, Ignacio Pérez Kallens (Leonardo Penna), Ricardo Prieto Molina, Oscar Sepúlveda, Pedro Emilio Gil, Guillermo Labarca Hubertson, Jorge Prieto Lastarria y otros. El espíritu moderno, con finalidades hacia un arte exquisito y sincero, que flotaba en las páginas de estas revistas, contrarrestó la influencia reaccionaria y morbosa de «La Lira Chilena), revista a la cual vino a herir de muerte el hebdomadario «Zig-Zag». Sin embargo, Samuel Fernández M. se esforzaba en dar vida artificial a su popular semanario, hasta que dejó de aparecer en 1911. Las labores de Ricardo y Şamuel Fernández Montalva han contrastado entre si: la del primero fue desinteresada, espontánea y vivida, con un simpático tinte de bohemia; la del segundo fue acomodaticia y oportunista para llenar una revista al gusto de sus lectores y lectoras. Sin embargo, en su colección de poesías Golondrina hay despuntes de verdadero lirismo, de estremecimientos románticos y sinceros, que constituyen una excepción en quien está habituado a hacer mera literatura.
Humberto Borquez Solar Abortó sus primeros trabajos siendo ya un hombre. Su obra es escasa y sin mérito, a pesar del quijotesco altruismo de don Juan Enrique Lagarrigue que la alaba, y del accésit por su «Oración al Trabajo» y de otros premios que le colgaron su propio hermano Antonio y el Jurado de los Juegos Florales de Valparaíso, cuyo representante más conspicuo fue Ronquillo, Egidio Poblete... Bórquez el más pequeño, ha publicado un folleto en versos abominables con el título de Ramillete Poético, fragmento de su libro Efluvios en el cual nos amenaza con otro: De las sombras a la luz y con uno de cuentos: Al través de la vida. Le rogamos no cumpla su sangrienta promesa. El público, nosotros, ya estamos ahitos de fetos literarios. ¿Para qué contribuir al ensanche del vasto cementerio? La buena madre patria le agradecerá más que prosiga con ahínco en su noble tarea desde la Cátedra de Castellano en la Escuela Normal de Curicó, ciudad donde reside actualmente. Es hermano de Antonio Bórquez Solar.
Roberto Miranda (N. en Santiago) Lleva publicados dos libros de versos. Hemos leído el último, Sombras, cuyo título es un soberbio reflejo de su contenido. Creemos que jamás autor ha bautizado una obra con mayor propiedad. Es un mamotreto de poesía huera, llena de sombras imposibles: los disparates se suceden en él con tanta frecuencia y promiscuidad que nos ha hecho arrojar el libro, con la más justa y nerviosa de las indignaciones. Quisiéramos hacer la vivisección de sus versos para convencer a los lectores, pero, afortunadamente, les evitaremos esta vía-crucis, por no disponer de la paciencia que se requiere para operar sobre un monstruo literario en descomposición. No se nos pregunte el por qué de nuestro afán de incluir en esta obra a autores de tal naturaleza, pues volveríamos a repetir lo que por sí mismo se deja subentender: porque es necesario desnudar a ciertos poetas de la popularidad absolutamente falsa, metida a fuerza de bombo y exhibicionismos vergonzantes, erigida por medio de comilonas rociadas con gruesos vinos y que les abren un artículo a dos columnas en la prensa barata; porque es preciso eliminar de los Jardines Prohibidos a los invasores literarios con infulas de propagandistas y gestos apostólicos de maestros; y porque, en fin, se impone la necesidad de obligarlos a dejar la pluma que, en sus manos se convierte en tijeras de sastre, en compás de carpintero'o en estuche de piedras falsas. Para desprestigio de las letras Roberto Miranda tiene en preparación una novela, otro tomo de versos y una obra teatral.
Francisco A. Lira D Ha puesto su fácil cualidad de versificador al servicio de azuzar multitudes en las Casas del Pueblo, mortificando con sus carroñas líricas la noble causa de la redención social, de la noble anarquía por medio de la razón y de la lógica. Sus composiciones en verso parecen panfletos construidos después de una larga lectura de libros de caballería.
Víctor Barros Lynch Autor de Ofrenda Lírica. Nada puede decirse de un folleto en que no hay nada..
Juan Alberto Chesebrough Autor de Prosas Rimadas (1902), con fotografías artísticas del mismo. Aun como réclame de estas fotografías, los versos de dicho libro serían malos.
Blanca Vanini Silva Autora de varios folletones literarios con pretensiones trascendentales, Oda a Italia, por ejemplo;
Julio Kloques Campos Autor de Tardes de Otoño (1909) y varios libros en versos; y
Alberto Carrasco C. Colaborador de «Primerose» en la época nefandamente rastrera de csta revista, son verdaderas nulidades literarias que no merecen la pena de ser comentadas en otra forma.