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                Víctor Domingo Silva






Nació en Tongoy, en 1882 y Fallece en 1960 a los 78 años.

Es la figura más popular de nuestros escritores y poetas.

El pueblo le admira y le adora, la juventud intelectual le aclama con delirio y ciertos talentos fracasados o en declive, y uno que otro sátrapa político, le temen y le odian.

'Ninguno como él ha sabido abrirse paso por entre las guijas de la vida con más tesón, con más altruismo, con más fe en sus propios esfuerzos, para llegar a la altura que sueña su noble corazón idealista.

Nunca ha sufrido un desmayo, un vértigo en la ascensión.

En los altibajos de su jornada siempre ha brillado en su frente la aureola del apóstol.

Para subir no ha acudido al cobijo de la sombra, ni a la injusticia, ni al beso de Judas.

Sus ataques han sido de frente, mirando al fondo los ojos del adversario.

Para el miserable y el canalla ha tenido el profundo desprecio de su dignidad.

Para el amigo y el débil, para el hermano y el compañero, el refugio hospitalario de su esfuerzo, el estímulo caluroso de su palabra y el valor inquebrantable de su propio ejemplo.

Desde muy niño acarició el ensueño de las reivindicaciones populares, la defensa de los sagrados derechos de la libertad individual, que para las masas son un sarcasmo, y la altruista inspiración de purificar la sangre y el espíritu que se pudren en las cloacas de una vida miserable, desamparada.

Publicó sus primeros artículos en diarios de provincia, cuando apenas contaba quince años, y en ellos se revelaba ya el futuro periodista, el novel luchador que hacía vigorosamente sus aprestos para la gran cruzada....

En «Pluma y Lápiz», en 1901, empieza su verdadera jornada literaria.

El inolvidable Cabrera Guerra, profundo conocedor de los hombres que llevan algo de dios prendido en las pupilas, reprodujo algunas poesías y prosas del anónimo poeta que en periodicuchos de villorrio mostraba sus dorados frutos al sol impasible de la indiferencia campesina.

M. Cabrera, lo atrajo a su lado y ahí fue de todo: cuentista, crítico, poeta.

Sus trabajos fueron aplaudidos con entusiasmo por la muchachada de aquel tiempo y a la cual pertenecieron Pezoa Veliz, Pedro Gil, Francisco Contreras, Luis R. Boza, González Bastías y otros.

En 1906 apareció su libro de versos Hacia allá... que es sin disputa una de las mejores obras líricas, que se han publicado en el país hasta la fecha.

Ningún cantor ha superado la belleza, el equilibrio, la delicadeza, la honradez y exquisita substancia de sus versos correctos y extrañamente sinceros.

El alma chilena, netamente criolla, desgarra esa poesía como un vientre fresco y granado, y muestra la riqueza, el dominio, el color y el carácter del ambiente popular.

Víctor Domingo Silva en Hacia allá... y Carlos Pezoa Véliz, en su libro póstumo «Alma chilena>>, son los cantores más genuinamente criollos.

Hay escritores que pretenden hacer obra de costumbres nacionales, mejor dicho, populares, sin otra vocación y otro mérito que conocer más o menos el arte de retorcer estrafalariamente la lengua y saber ridiculizar, hacer caricaturas con las frases incultas de nuestros huasos y de la gente ignorante de nuestro pueblo.

Consideramos que el «criollismo» verdadero, no es éste.

Creer que se marca por ciertos giros de palabras degeneradas, ampulosas, groseras, triviales, revela una ignorancia, un desconocimiento del alma de nuestra raza.

Lo nacional o popular, debe contener la perfecta expresión, la característica inconfundible, la tendencia ordinaria del espíritu dramático del pueblo.

Los escritores no deben especular con las manifestaciones de este orden, que son sagradas, abusando del mal gusto de las masas y ridiculizando a las mismas con sus propios defectos.

Asimismo, el «teatro nacional» no debe tender a mostrar la faz cómica, estrafalaria, de la vida plebeya.

Debe estudiar esencialmente la zona dramática, la parte dolorosa del bajo pueblo, con sus acontecimientos inauditos, con sus dolores menudos, pero propios, y sus estupores de asombro ante el paso de la moderna civilización que le olvida.

Debe cantarse el poema melancólico del inquilinaje que sueña en las horas nocturnas al borde de un estero o a las puertas de los fundos, con un vago presentimiento de felicidad libérrima; al alma vagabunda de ese roto andariego y audaz que hemos visto apoyado como un enigma en la borda de un buque, entrando a un puerto, después de haber recorrido las Indias y la Europa entera.

Se debe penetrar a la vida miserable de los conventillos, de los cerros, de los malecones, de las salitreras y las minas, para sentir el verdadero aliento del alma fatalista del pueblo.

Así se hará poesía nacional, arte criollo, que provocará entre todo un gesto de conmiseración, un estímulo de piedad, y no la carcajada epiléptica que se burla y goza, con la brutalidad ajena.

Víctor Domingo Silva y Pezoa Véliz-como hemos dicho,-han sido los cantores que mejor han vibrado con el sentimiento popular, Bernardino Guajardo, Peralta, Allende, Díaz Gana y otros, han sido caricaturadores del pueblo, pero no poetas populares, en la más profunda significación de estas palabras.

A fines de 1908, V. D. Silva publicó su poema El derrotero, que, a decir de Armando Donoso, «en la obra de renovación de los recursos líricos del poeta, sintetiza la segunda etapa de su ascensión estética>>, y cuyo argumento de índole social llamó la atención por su novedad y el brillante matiz de estilo con que fue desarrollado.

Lástima que una o dos ideas de este libro se hayan atravesado plenamente con otras de Gutiérrez Nájera o de Díaz Mirón.

Fácil es explicar el origen de este cruzamiento: dos poetas pueden penetrar a un mismo hemisferio de inspiración y arrancar piedras preciosas de un mismo filón artístico.

Avanzar otra idea menos lógica, sería temerario, absurdo, tratándose de Victor Domingo Silva.

En 1911 y 1912 sus colecciones de hermosas poesías La Selva Florida y Romancero Naval fueron distinguidas con el primer premio por el Consejo Superior de Bellas Letras y por el Círculo Naval, respectivamente, en los certámenes abiertos por ambas instituciones en aquella época.

A principios de 1908, Víctor Domingo Silva estrenó en Valparaíso su primera obra teatral El pago de una deuda, feliz ensayo que alcanzó mucho éxito y le indujo a proseguir en su carrera de dramaturgo, donde iba a obtener más tarde gloriosos laureles.

Siendo Redactor de «El Mercurio», en 1909, fundó con Horacio Olivos y Carrasco, Zoilo Escobar y otros intelectuales la «Universidad Popular» que dió espléndidos frutos para el pueblo porteño.

A El pago de una deuda han seguido las siguientes piezas teatrales:
Como la ráfaga, comedia, y Los Cuervos, drama, estrenado en Buenos Aires.

Este último -se nos ha dicho- fue un fracaso para su autor.

Sería el único que ha sufrido en su largo peregrinaje por las sendas del arte.

Pero, cabe hacer presente que «los cuervos» o sean los personajes representativos de esta obra son tipos netamente chilenos, con sus hábitos, carácter y actitudes propias, nacionales.

Son esa horda de tinterillos por lo común de chaquet raído, sombrero hongo, bastón grueso y una cantidad de papeles desordenados bajo el brazo, que, a las puertas de los Tribunales de Justicia, se les verá gesticular doctoralmente, manotear con calor y tratar de convencer a sus víctimas con su erudición rumbosa y su táctica sorpresiva, arrabalesca, de leguleyos astutos y sin conciencia.

Un drama en que figuren tipos casi nacionales, chilenos, es difícil que triunfe en un ambiente extraño, como el de Buenos Aires, pues, el carácter de los personajes estudiados, por ser desconocido o menos familiar de aquel público, no adquiere el relieve ni la potencialidad que revestiría en un teatro del país.

De aquí, posiblemente, la causa del fracaso de este drama, si es que ha existido.

En cambio, su comedia Como la ráfaga, de argumento universal, obtuvo un triunfo en la República Argentina, en cuya capital estuvo Silva en 1914.

Ahí colaboró en «La Nación», «Caras y Caretas», «Ideas y Figuras>>, que le dedicó un número especial, y «Mundo Argentino».

Más tarde estrenó en el Teatro Municipal de Santiago su doloroso drama Nuestras Víctimas, que sentó definitivamente su reputación de dramaturgo de primer orden.

Ha escrito, además, para el teatro, un entremés, A bordo, y un diálogo en verso, El primer acto, representados con éxito en las tablas.

También ha publicado:
•   Las provincias del norte, 1909, estudios locales.
•   Monografía histórica de Valparaíso, 1910.
•   Golondrina de invierno, novela, 1912;

y publicará:
•   Agua mansa, poesías,
•   Leyendas y
• Romances, Odas y Sátiras, Don Alonso de Ercilla, drama; Buena Presa, comedia, y prepara: Los Caballeros del Santuario, novela.

Es increíble la actividad desenvuelta por Víctor Domingo Silva en todas las esferas de acción.

Siendo periodista era empleado público, conferencista, político, tribuno popular, de todo.

Siempre se le encontrará en los puestos de peligro, de combate.

Nada para él se ha escapado.

Luchador infatigable ha tenido por única norma posponer al interés personal el bienestar común del pueblo, el desarrollo de la intelectualidad y la purificación de aquellos servicios públicos corrompidos por las administraciones alejadas de los centros de Gobierno y que los caudillejos políticos reparten en familia, como quien divide una herencia legitima.

Por eso es que le hemos visto figurar brillantemente en el Ateneo, en la Asociación de Educación Nacional, en la Universidad Popular, en la Sociedad Chilena de Historia y Geografía; como mantenedor de los Juegos florales en Valparaíso y Santiago; como miembro de diversos jurados de literatura; como fundador de la Sociedad Chilena de Autores Dramáticos y de la de Artistas y Escritores; en el sacerdocio del profesorado y en el Partido Radical que le cuenta entre sus miembros más pundonorosos y viriles.

Actualmente ocupa un sillón en el Congreso Nacional: es Diputado por Copiapó.

La lucha por la vida y un dejo inquietante y extraño va horadando lentamente su bella personalidad artística.



                       



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PROFESION DE FE




                                   Aquí estoy. Soy el rápsoda. Camino
                                   y canto al par. Me absorbo en lo profundo
                                   de la naturaleza. Peregrino
                                   del pensamiento, voy meditabundo
                                   entre la hostilidad de los humanos
                                   odios, -esos obscuros salteadores-
                                   esparciendo mis sueños como granos,
                                   deshojando mis versos como flores....

                                   Así voy, visionario de la vida,
                                   amando lo que vibra y lo que late,
                                   dejándome llevar, tendiendo brida
                                   a mis íntimas ansias de combate;
                                   soñando con el bien, como Quijote,
                                   odiando el mal y provocando el pasmo
                                   de las gentes beatíficas, al trote
                                   del menguado rocín de mi entusiasmo.

                                   Nací así. ¿Qué he de hacerle? Soy un loco.
                                   Nací para luchar. Por eso vivo,
                                   y tengo algo de Dios cuando desfloco
                                   a todo viento mi penacho altivo.
                                   Vivo para los sueños que fecundo,
                                   vivo para los versos que derramo
                                   y no comprendo la razón del mundo
                                   sino por la virtud de lo que amo....

                                   Soy así. Nací así. Hierve en mis venas
                                   inédita pasión. Como el follaje
                                   me hago rumor y escalofrío, apenas
                                   cae la primera luz sobre el paisaje.
                                   Me hago temblor y cántico, suspiro
                                   y aleteo.... Y, hambrientas mariposas,
                                   rompen mis ansias en revuelco giro
                                   por sobre la opulencia de las rosas.

                                   ¡Rosas de Octubre, como bocas, rojas
                                   de juventud abiertas para el beso,
                                   que entre la pelusilla de las hojas
                                   llevan, con el perfume, eso inconfeso
                                   de la virginidad! Manchas de flora,
                                   entre cuyos matices adivino
                                   algo como un destello de la aurora
                                   que se hubiera enredado en el camino....

                                   Así voy, saludado por la gracia
                                   de mi propia ilusión. No es mi quimera
                                   más fuerte ni más noble que mi audacia.
                                   Mi fe está en mí, mi brazo es mi bandera,
                                   mi solo culto la belleza. Vivo
                                   por la divina fiebre en que me abraso.
                                   No tengo, como Pan, los pies de chivo;
                                   pero calla la selva cuando paso....

                                   Porque la selva, ese órgano sonoro,
                                   sabe de la armonía de mis voces
                                   y yo entiendo su lengua, que es de oro.
                                   Habla la selva, y son los tenues roces
                                   de la fronda en la fronda, es el diluvio
                                   procreador que los pistilos baña,
                                   el clorofilo verde, el polen rubio,
                                   el amor de la tierra hecho montaña....

                                   Como la selva soy. Siento que vibra
                                   la vida en mí, como en la selva, en ruidos,
                                   y que de cada nervio y cada fibra
                                   arrancándome va desconocidos


                                   acordes al pasar: unos violentos,
                                   otros plácidos, vagos o profundos.
                                   Si los crea la vida, mis acentos
                                   fuerza es que sean, como yo, errabundos....

                                   Adoro en mi ideal. La primavera
                                   no vale menos porque esté perdida:
                                   el cielo se ve azul como si fuera
                                   la primera mañana de mi vida.
                                   Adoro en mi ideal. Adoro en cuanto
                                   solicita mi espíritu con mudo
                                   recogimiento.... ¡Pleno de su encanto,
                                   mi corazón es como un dios desnudo!

                                   Mi raza vive en mí, como yo en ella.
                                   Quiero ser el poeta primitivo;
                                   el que arrancó su horóscopo a la estrella,
                                   el que, ceñidas de laurel y olivo
                                   las vastas sienes, arrojó en la sombra
                                   todos sus himnos en un haz de lampos
                                   y al tacto de sus pies tendió una alfombra
                                   de milagrosas flores por los campos.

                                   Quiero ser el poeta, hijo y hermano
                                   de la tierra feraz, robusto brote
                                   que se abre con el gesto de una mano....
                                   Bardo y profeta, artista y sacerdote,
                                   y todo!... Que se pierdan en el viento
                                   mis frenéticas voces, siempre llenas
                                   de este amor de la raza que yo siento
                                   crispar mis nervios y expandir mis venas!

                                   Que no haya una fruición ni haya un latido
                                   que no se reproduzca en la salvaje
                                   modulación de mis poemas:
                                   Ruido
                                   del mar, y de la turba hecha oleaje,
                                   vuelos de la ambición, melancolía
                                   de los humildes, místicas plegarias
                                   del crepúsculo, errante fantasía
                                   de éras para nosotros legendarias;

                                   Viriles esperanzas, desvaríos
                                   que hacen salirse el corazón del pecho,
                                   orgullos locos, lúgubres hastíos
                                   que están, prontos a herir, siempre en acecho;

                                   dulces citas románticas, clamores
                                   de las almas anónimas, plebeya
                                   sed de justicia, angustias y terrores
                                   que trazan en la sombra su epopeya....

                                   Todo lo que suspira y lo que vuela,
                                   todo lo que se eleva y lo que canta,
                                   brizna que flota, góndola que riela,
                                   risa del cielo azul: tristeza santa
                                   de todos los que son, entre el estruendo
                                   de la vida, -siniestra mascarada,
                                   idólatras del sol, que están muriendo;
                                   nostálgicos de luz, que no ven nada!

                                   Rudos mis versos son; pero en su aliento
                                   hay algo de las ansias intranquilas
                                   y algo del colosal deslumbramiento
                                   que produce en las vírgenes pupilas
                                   de la raza, la augusta, la increada
                                   visión del porvenir.... Yo hago su éxodo.
                                   ¡Alondra soy que canto en su alborada
                                   y amo la luz, porque la luz es todo!

                                   La luz es lo más alto, lo más libre.
                                   La luz, sombra de Dios, es mi quimera.
                                   Por eso quiero que en mis versos vibre,
                                   juventud inmortal, la primavera,
                                   y la luz, hecha prisma, se derroche....
                                   ¡Yo amo la claridad, como amo el día!
                                   La noche es bella, sí; pero la noche
                                   sin luna y sin estrellas ¿qué sería?

                                   ¡Sueño con extinguirme entre los míos!
                                   Aguardaré el crepúsculo cantando
                                   y cuando lleguen los primeros fríos
                                   a aterirme los músculos, y cuando
                                   se hundan mis plantas en la Selva Obscura
                                   de donde nadie ha vuelto, ya vencido,
                                   he de pedir a estrecha sepultura
                                   la quietud, y el silencio, y el olvido....

                                   ¡Quietud, silencio, olvido! No los quiero
                                   para mi vida aún. Amo y admiro.
                                   Creo en mi fe y en mi esperanza espero.
                                   Y sólo con el último suspiro

                                   dejaré de cantar.... Mi alma se abraza
                                   a su divino ideal. Sigue su huella,
                                   y con honda emoción ve que la raza
                                   busca la luz para bañarse en ella.


                                                  ……………………………………


                     


        


                            

                                     
                                   

DESDE LEJOS




                                  Niña gentil que ante mis ojos pasas
                                  como la sombra de mi amor primero,
                                 ¡qué dulce es el ensueño en que te abrasas!
                                 iqué crueles las angustias en que muero!

                                  Pasas ante mis ojos encendida
                                  de adorable rubor. Eres hermosa
                                  con la hermosura que hace amar la vida
                                  en la estrella, en la perla y en la rosa.

                                  Se abren tus ilusiones ante el cielo
                                  que te da su alegría. Tienes alas,
                                  y, cual si fueras a emprender el vuelo,
                                  sin movimiento ni rumor resbalas.

                                  Aún es pura tu edad! Esos quince años
                                  con que todo lo encantas y alborozas,
                                  ante mis días lóbregos y huraños
                                  pasan como otras quince mariposas.

                                 ¡Mariposas de luz que en torno mío
                                  rondar zumbando y cabrilleando siento
                                  cuando, sólo con tu alma, desvarío
                                  y echo hacia ti a volar mi pensamiento!

                                  Aun es pura tu edad! Amas las flores....
                                  Y, en medio de mi trágico infortunio,
                                  llegan hasta alegrarme los amores
                                  que te canta al oído el plenilunio.

                                  Sabes reír. Es diáfana tu risa
                                  como un cristal. En sus eternos giros,
                                  llega hasta mí la vagabunda brisa
                                  a repetirme todos tus suspiros....

                                  Los tímidos suspiros que te arranca
                                  en medio de tus horas más risueñas,
                                  la visión auroral, mística y blanca,
                                  de la cita romántica en que sueñas!

                                  Tú pasas por la vida entre esplendores
                                  y la haces resonar bajo tus huellas.
                                  Buscan tu dulce plática las flores,
                                  y te llaman su hermana las estrellas....

                                  Mientras que yo,--ni imaginarlo puedes!
                                  huérfano de la gloria que persigo,
                                  vivo muriendo en las eternas redes
                                  de una pasión que acabará conmigo.

                                 ¡Salve a tu vida en flor! Yo que atravieso
                                  con la quimera al hombro todavía,
                                  sueño con el temblor del primer beso
                                  que incendiará tu adolescencia un día.

                                 ¡Henos aquí a los dos! Por un momento
                                  marchamos juntos.... Y después, quién sabe!
                                 ¡Quién sabe a dónde, bajo un mismo viento,
                                  rueda la brizna o se remonta el ave!

                                  Tú no puedes saber cómo combato
                                  cuando el tropel de mis nostalgias suelto
                                  tras el fantasma de un amor ingrato
                                  que partió un día, y que ya nunca ha vuelto!

                                  Ah! si supieras cómo son mis noches.....
                                  Aquel amor desventurado evoco,
                                  y, entregado a suspiros y reproches,
                                  se me figura que me vuelvo loco!

                                  Aún deliro por él! Deliro en vano,
                                  pero le hallo, en el fondo de mi olvido,
                                  más adorable mientras más lejano,
                                  más delicioso mientras más perdido....

                                ¿Por qué, pues sabes alegrar el nido,
                                  no endulzas desde lejos mi tristeza?
                                 ¡Yo sé que las mujeres no han nacido
                                  sino para encantar con su belleza!

                                  Ojalá que, a la tarde, cuando leas
                                  esta canción, bajo la lluvia de oro
                                  de la apoteosis vespertina, veas
                                  cómo en tu ausencia me atormento y lloro!

                                  Ojalá que tus ojos en que anida
                                  la pubertad, a la desdicha extraños,
                                  viertan siempre a lo largo de tu vida
                                  el esplendor de los primeros años!

                                  Y que la victoriosa primavera
                                  con que un día, al pasar, me sorprendiste
                                  desparrame su luz, ella siquiera,
                                  por mi horizonte eternamente triste!

                                  Sé siempre así! Sonriente y encantada,
                                  toda la vida en torno tuyo irisa
                                  con el triunfo de luz de tu mirada,
                                  con la gracia ideal de tu sonrisa....

                                  Al través de la bruma en que me pierdo
                                  como un pálido espectro de amenaza,
                                  te repito mi adiós.... Yo amo un recuerdo,
                                  y tú eres vida que se asoma.... y pasa!


                                               …………………………………………



                      
                                         
                         

LA MAÑANA SENTIMENTAL




                                        Está la mañana tan triste!
                                        Maniática bruma persiste
                                        por sobre los“ cerros, sin un arrebol.
                                        Está la mañana tan fría,
                                        que flota en el aire como una agonía....
                                        (Ayer hubo un poco de sol).

                                        Vago a solas por entre los pinos.
                                        Con sus cristalinos
                                        gorjeos los pájaros, ríen.... En fin,
                                        algo lírico alegra siquiera
                                        con su olor de fugaz primavera
                                        mi invierno de bruma y esplín.

                                        Otros días, mañanas como éstas
                                        hacían vibrar las orquestas
                                        de mis versos.... Hacían vibrar
                                        ese poco de luz que en mi espíritu llevo.
                                        Y en mi oído sonaban a nuevo
                                        el rumor de las hojas y el ruido del mar.

                                        Hoy mi espíritu tiembla y solloza.
                                        Un ala fantástica roza
                                        mis párpados ebrios de luz.... «Vamos ya!
                                        Vamos, pues, a soñar, vagabundo!»
                                        Y con qué ansias de olvido me inundo
                                        de esa vaga tristeza que viene de allá!

                                        De allá de los altos nublados
                                        que van en desfile, solemnes, pausados,
                                        con rumbo a un lejano país,
                                        pájaros que alean en son de agonía,
                                        harapos del viejo sudario del día,
                                        banderas de un trágico ejército gris!

                                        ¡A soñar! A olvidarse de todo,
                                        a seguir devorando el éxodo
                                        del huérfano hogar;
                                        a seguir devorando el vacío
                                        de mis horas de angustia y de hastío,
                                        dando cita a un olvido que tarda en llegar.

                                        ¡Soñador! Aún confías?
                                        Aún recuerdas, sonriendo, tus días
                                        de amor, de piedad, de ilusión?
                                        Al borde del vasto silencio infinito,
                                        aún te atreves, rebelde y precito,
                                        a invocar la aurora de tu corazón?

                                        Delante del turbio paisaje,
                                        de la luz tamizada por entre el follaje,
                                        en esta mañana otoñal,
                                        tienes miedo a la muerte, y esperas
                                        el regreso de aquellas quimeras
                                        que te hablaban de ensueño, de ideal.

                                        ¡Tienes miedo! Este frío,
                                        esta bruma, esta calma te ponen sombrío,
                                        soñador incansable, fatal soñador,
                                        quisieras morir a la luz, entre flores,
                                        estinguirte en un mar de rumores,
                                        mientras cierra tus ojos un beso de amor ....

                                        ¡Pero no! Como sombra
                                        va la muerte siguiendo tus pasos. Te nombra,
                                        y tú escuchas su voz de fakir
                                        que te dice, ante el túmulo abierto:
                                        ¡es muy dulce, muy dulce estar muerto;
                                        pero es espantoso tener que morir!


                                                     …………………………………



                                                    


                              

ACCION DE GRACIAS


                                        (Pórtico del libro La Selva Florida).


                                            A ti, mujer, que me amaste
                                            un minuto de tu vida,
                                            cuando a mi alero llegaste
                                            como una alondra perdida;

                                            y a ti, amable vendedora
                                            de besos, que no quisiste
                                            con tu boca pecadora
                                            beber de mi vino triste;

                                            y a ti, musa de mi infancia
                                            que siento en mi alma vibrar
                                            con la dulce resonancia
                                            de una campana escolar;

                                            y a ti, hermosa, a quien un día
                                            con muda sorpresa oí
                                            decir una poesía
                                            escrita antaño por mí;

                                            y a ti, traviesa y coqueta;
                                            y a ti, suave y soñadora; y a ti, por tu alta silueta;
                                            a ti, por tu tez de aurora;

                                            y a ti, por saber reír;
                                            y a ti, por saber cantar;
                                            y a ti, por saber sentir;
                                            y a ti, por saber soñar;

                                            y a todas por haber puesto
                                            en mi vida vagabunda
                                            un rayo, una nota, un gesto
                                            que la tornaron fecunda;

                                            a todas, por haber sido
                                            como el arroyo que pasa
                                            cantando gloria al oído
                                            del viajero que se abrasa;

                                            por haber hecho brotar
                                            en mi alma una luz de estrella,
                                            como la arena del mar
                                            vierte agua bajo la huella;

                                            por haber, un solo instante,
                                            con un soplo de pasión
                                            sacudido el desolante
                                            horror de mi corazón;

                                            os debo un voto de gracias
                                            y os entrego lo que os debo....
                                            ¡Brida quieren mis audacias
                                            para lanzarse de nuevo!

                                            Al insecto diminuto
                                            que poliniza las flores
                                            debe algún árbol su fruto:
                                            así os debo mis dolores,

                                            y mis dolores han sido
                                            mi vida, pues me lo han dado
                                            todo, menos el olvido;
                                            nada, fuera del pecado!

                                            Pero, entre todas, a ti,
                                            noble amiga y compañera,
                                            que eres siempre para mí
                                            la más alta, la primera;

                                            a ti, que no ignoras cuanto
                                            hay de miseria en mis días:
                                            mi incurable desencanto
                                            y mis raras alegrías;

                                            que no ignoras una sola
                                            de mis íntimas torturas:
                                            ni el orgullo que me inmola
                                            en la cruz de mis locuras,

                                            ni los callados terrores
                                            de mis lúgubres tormentos,
                                            ni los hondos estertores
                                            de mis grandes desalientos;

                                            tú, que llorando conmigo
                                            te has uncido a mi fracaso,
                                            recogiéndome al abrigo
                                            de tu bendito regazo;

                                            tú, que acallas mis sollozos
                                            con tus palabras ardientes
                                            en los vastos alborozos
                                            de las horas confidentes;

                                            tú, de mis luchas testigo;
                                            tú, que nunca te has cansado
                                            de soñar junto conmigo....
                                            ¡tú, que siempre has perdonado!

                                            tú, que con tus claros ojos
                                            has visto bien como soy
                                            y vas limpiando de abrojos
                                            la senda por donde voy;

                                            tú, que al borde de la cuna
                                            de nuestro ángel, has vertido
                                            rayos de sol y de luna,
                                            siglos de amor y de olvido;

                                            tú, la novia adolescente
                                            que revives el pasado,
                                            y que, aunque el dolor te ausente,
                                            sabes estar a mi lado;

                                            tú, en fin, a cuya mirada
                                            mi corazón, libro abierto,
                                            no podría ocultar nada....
                                            ¡ni siquiera que está muerto!

                                            A ti, que siempre has sabido
                                            matar en mí la blasfemia
                                            haciendo en tu pecho un nido
                                            para mi musa bohemia;

                                            a ti, por tu santo amor
                                            y por todas tus virtudes
                                            he de deber la mayor
                                            de todas mis gratitudes.

                                            Por nadie, sino por ti
                                            está mi selva florida....
                                            Por ti tiembla y sangra allí
                                            la mitad de nuestra vida!

                                            Es hijo del corazón
                                            este libro algo sombrío:
                                            lo comenzó la ilusión
                                            y ha de acabarlo el hastío!

                                            Tómalo, pues, en ofrenda
                                            de gracias. Dale tu palma,
                                            ya que él conoce la senda
                                            que va derecha a tu alma.

                                            Lleno de temor lo envío:
                                            mas si lo objetas, te argullo
                                            que si es tuyo, es por ser mío;
                                            que si es bello es por ser tuyo....


                                                 ………………………………………




  

                            
                             
                                

LA CUNA VACIA








                           No ha muerto, no, no ha muerto.
                           Ni siquiera se ha ido.
                           Siempre está con nosotros, aunque no haga ruido,
                           ni sus ojos enormes nos sonrían como antes.
                           ¡Siempre está con nosotros!
                           No hay horas, no hay instantes
                           que algo, en la casa muda, no nos recuerde el día
                           en que, al verle en su cuna, creímos que dormía.

                           Dormía, sí, en efecto, los ojos entornados
                           e inmóviles, los labios secos y amoratados.
                           ¡Era su sombra sólo! su sombra taciturna
                           que noble mano amiga depositó en la urna....
                           Su cuerpo, no su espíritu, no su ser ideal:
                           el vaso miserable, no el efluvio inmortal.

                           Porque él vive en nosotros.
                           Preside nuestras charlas.
                           Coge nuestras ardientes manos para besarlas.
                           Entre ella y yo, vacía, su sillita le espera,
                           y cada tarde un rayo de sol, cual si quisiera
                           borrar con su tibieza la pena del hogar
                           ocupa tembloroso su sitio familiar.

                           Está presente en todo.
                           Nada hablamos ni hacemos
                           sin recordarlo, nada.... Los silencios supremos
                           de las meditaciones, las frases indecisas
                           de un diálogo, el hojeo de un libro, las sonrisas
                           y los suspiros, todo le pertenece. Es dueño
                           de nuestro afán,
                           de nuestra quietud,
                           de nuestro sueño.

                           ¡Lleno está siempre el nido de su presencia! El pomo
                           conserva siempre el alma de su perfume.... Como
                           si siempre nos citáramos para hablar de lo mismo,
                           recordamos sus gestos, su gracia, su egoísmo,
                           sii infantil inconciencia.
                           Y, ahondando nuestra herida,
                           nos parece que en torno se ensanchara la vida.

                           Nos sentimos más buenos.
                           Nos hiere en lo profundo,
                           como tristeza propia, la tristeza del mundo.

                           Es él, su dulce imagen la que el hogar invade. ..
                           Y esa dulzura íntima, romántica saudade,
                           que el corazón nos llena de amor y de indulgencia,
                           ángel! te lo debemos a ti y a tu presencia.

                           A tu presencia, que habla
                           sin hablar, que nos guía,
                           que envuelve nuestras almas en esa poesía
                           melancólica y tierna como un rayo de luna.
                           No estás, y estás en todo. La oquedad de tu cuna
                           guarda intacto el relieve de tu cuerpo bendito....
                           ¡Si hay veces que saltamos creyendo oir tu grito!

                           ¡Qué grotesca es la muerte, comedianta sombría,
                           ante el amor que triunfa! Todo el terror que un día
                           estrangulara nuestro corazón, ya ha pasado...
                           El hijo que perdimos ya no está a nuestro lado:
                           está en nosotros mismos! Su alegría inocente
                           pasa por nuestras almas cantando eternamente.

                           Bendito tú, que vives de nuestro amor! Benditas
                           tus risas gorgeadas, tus blancas manecitas.
                           Cuando ella duerme es sólo
                           contigo con quien sueña.
                           ¡Tú eres quien hace gestos en su boca risueña!
                           y yo, mientras escribo, loco de tu cariño,
                           me digo:
                           «Chit! Recuerda que está durmiendo el niño!»


                                                     ……………………………….




                          


                                    

CARTA FILIAL




                               Madre! de tu tristeza
                               yo sé el secreto: todas las mañanas
                               observo con dolor que en tu cabeza
                               brillan, más que la víspera, las canas
                               y como sé también que no te aflige
                               la ancianidad, a mi pesar evoco
                               esa tarde tan triste en que te dije
                               que todo el mundo me creía un loco....

                               Recuerdas? Fue a la puerta
                               del hogar. Tú llorabas la partida
                               del noble compañero
                               que, con el alma a tu cariño abierta,
                               te adelantó en la senda de la vida.
                             -No llores. Yo no quiero,
                               yo no puedo (te dije) ver el llanto
                               en tus ojos amados, madre mía.
                               Y tú me respondiste:
                            -¡Pero si sufro tanto!
                               La triste soledad de la bahía
                               a nuestros ojos pareció más triste,
                               y el último fulgor crepusculario
                               hizo que el pueblo solitario y pobre
                               pareciera más pobre y solitario.
                               El viejo campanario
                               fue deshilando su tin-tin de cobre
                               al toque de oración.... Doblé la frente
                               y unimos nuestras lágrimas.... ¡Oh, instante!
                               Aún me parece oir tu voz velada
                               de infinita emoción, como una fuente
                               trémula y suspirante;
                             -Calla, hijo mío! No me cuentes nada.
                               Y es que tú adivina bas mi secreto,
                               tú leías en mí; tú conocías
                               esta ansiedad, este vivir inquieto
                               y estas penas de amor que son tan hondas
                               ¡tan hondas y tan mías!...
                             -«Calla! Calla! Es lo mismo que me escondas
                               o me reveles tu penar.... »
                               Mis ojos
                               te hablaban del delirio de mis noches,
                               de mis sueños violados y dispersos,
                               de mi vida hecha abrojos,
                               más que las quejas, más que los reproches,
                               ¡más que toda la angustia de mis versos!
                               Te hablaban del fracaso
                               de mi continuo aventurar, mi paso
                               torpe; mi palidez, el ansia incierta
                               con que mi pensamiento vagabundo,
                               creía ver, tras la entornada puerta,
                               como una fiera muerta de hambre, al mundo.
                               Y me hablaste de ti, de tu ternura,
                               de tu orfandad, de todo lo que ha sido
                               rayo de sol o niebla entre la obscura
                               ramazón que sostuvo nuestro nido.
                               Me hablaste de él, y sollocé contigo.
                               Comprendí que, aunque en ruinas,
                               el nido familiar era un abrigo
                               para nuestro desvelo.
                               Y,-¡Felices (pensé) las golondrinas
                               que saben dónde han de posar su vuelo!

                               Me sentí aniquilado,
                               como una obscura golondrina inerme,
                               y escondí mi cabeza en tu adorado
                               regazo, madre mía,
                               como cuando a tu dulce «duerme! duerme!»
                               conversar con los ángeles creía....

                               Hoy nada queda ya! Todo ha caído,
                               en el tiempo, en la sombra, en el olvido....
                               A los golpes adversos,
                               P S D del azar, ese viento despiadado,
                               los hijos de tu amor todos dispersos,
                               todos buscando el pan, se han alejado.
                               Ya no están a tu lado
                               para besar tus ojos, madre mía,
                               y transformar tu soledad de pena,
                               en bullicioso encanto de alegría.
                               Forzados del trabajo, todavía
                               cada cual va arrastrando su cadena.
                               Recordamos, a solas, tus consejos
                               y lloramos por ti, que eres tan buena,
                               y estas siempre tan lejos!

                               Perdona tú, perdona,
                               (perdonar es de madre) si te abrumo
                               con tanta queja. Mi penar me abona.
                               Mi vida es un cadáver que yo exhumo,
                               pero para quemarlo.... Es sólo un poco
                               de ceniza y de humo:
                               la fe de un niño y la ambición de un loco!

                               No te asuste el silencio, no te alarme
                               el no saber de mí. Corriente arriba,
                               he de bracear hasta poder echarme
                               sobre el verdor de la ribera, esquiva
                               como toda ilusión. ¡Es la postrera
                               a que prestó mi corazón abrigo!
                               Sé que me aguardas tú, sé que me espera
                               tu corazón contigo.
                               Aún me parece que tu voz me exhorta
                               a confiar en tu amor y en tu cuidado....
                               ¿Qué el mundo no me entiende?
                               ¡Y qué me importa
                               si sé que tú me entiendes demasiado!


                                                    ………………………………



                             




     

    

                                 
                              

GRITO ROMANTICO


                                                  (Sonata de Invierno)





                               ¡Qué tristeza más honda! Frente al día
                               que languidece, desmayante y flácido,
                               languidece también el alma mía.
                               Cae en mí tu recuerdo como un ácido
                               de acritud corrosiva. Me enveneno
                               con ideas hostiles. Estoy triste,
                               y hallo un sabor sensual y casi obsceno
                               en el último beso que me diste.

                               En el último beso! Se diría
                               que derramaste en él todo el deseo
                               de eternidad de nuestro amor de un día.
                               Todo lo evoco; y, como entonces, veo
                               tu rostro oval, tus senos agitados
                               de angustioso temblor, y el brillo ardiente
                               de tus rubios cabellos desatados
                               como una tempestad sobre mi frente....

                               Aún siento el calofrío de tu mano
                               en mi mano ardorosa. Todavía
                               me contemplo a tus pies, como un gusano,
                               pidiéndote perdón por la agonía
                               de nuestro idilio; echándote a los ojos
                               todo el horror de un alma, hecha de frío,
                               de pereza y de angustia.... los despojos
                               de una vida extraviada en el vacío!

                             ¿Qué quieres tú? ¿Pude pensar siquiera
                               que estaban en acecho los dolores,
                               y que en nuestra naciente primavera
                               se iban tan pronto a desgajar las flores?
                               Y hoy.... no lo sabes tú! Ni carcajada,
                               ni sonrisa, ni lágrima, ni beso....
                              ¡El invierno es el gesto de la nada,
                               y el hastío es el triunfo del bostezo!

                               Estoy pensando en ti. Tu imagen, vaga
                               como un jirón de niebla, me ha rozado....
                               Hay algo en tu recuerdo, que me halaga:
                               acaso lo agridulcè del pecado,
                               acaso lo auroral... lo fugitivo
                               de aquel amor.... Mi mano se resiste;
                               pero, jugando con la pluma, escribo
                               y ya no me lamento de estar triste!

                                                       *

                           .... La tarde se despide dulcemente.
                               Se va la luz. Suspira la arboleda
                               y de los surtidores de la fuente
                               caen fugaces lágrimas de seda.
                               El día va a morir. Voces extrañas....
                               Temblores de pavor.... Para el gran duelo,
                               se visten de violeta las montañas
                               y se ilumina triunfalmente el cielo!

                               De frente a la ventana, mis pupilas
                               se hastiaron de absorber en su mirada
                               las lontananzas mudas y tranquilas.
                               Se hastiaron ay! de escudriñar la nada
                               y se han vuelto hacia mí, cuando tampoco
                               vuela sobre la estepa desolada
                               de mis ideas, más que un verso loco
                               como una golondrina fatigada....

                               Oh, el invierno del alma! En vano, en vano
                               abro con gesto trágico la mano,
                               como si pretendiera en mi caída
                               perpetuar el horror de una blasfemia
                               para todas las cosas de la vida
                               hoy que arrastrando voy, torvo y callado,
                               lejos de mi romántica bohemia
                               mis nostalgias de principe expatriado....

                               Soy como el sembrador junto al terruño
                               que ya nada produce.... Antes creía
                               blandir un arma al esgrimir la pluma,
                               que hoy me hace vacilar cuando la empuño.
                               En mi jardín, ya no es la poesía
                               trepadora que adorna y que perfuma,
                               y ya en torno al hogar ronda la bruma
                               con toda su invernal melancolía!

                               Y empero, recordando, entre la obscura
                               vaciedad de mis años, la ternura.
                               del viejo idilio, la ansiedad secreta,
                               la íntima angustia, el grito de alegría
                               con que a mis confidencias respondía;
                               hurgando el rastro de mi vida inquieta,
                               siento que todavía soy poeta
                               porque no he envejecido todavía!

                            ....La tarde se despide dulcemente.
                               Se va la luz. Suspira la arboleda
                               y de los surtidores de la fuente
                               caen fugaces lágrimas de seda.
                               El día va a morir. Voces extrañas....
                               Temblores de pavor.... Para el gran duelo,
                               se visten de violeta las montañas
                               y se ilumina triunfalmente el cielo!

                               De frente a la ventana, mis pupilas
                               se hastiaron de absorber en su mirada
                               las lontananzas mudas y tranquilas.
                               Se hastiaron ay! de escudriñar la nada
                               y se han vuelto hacia mí, cuando tampoco
                               vuela sobre la estepa desolada
                               de mis ideas, más que un verso loco
                               como una golondrina fatigada....

                               Oh, el invierno del alma! En vano, en vano
                               abro con gesto trágico la mano,
                               como si pretendiera en mi caída
                               perpetuar el horror de una blasfemia
                               para todas las cosas de la vida
                               hoy que arrastrando voy, torvo y callado,
                               el lejos de mi romántica bohemia
                               mis nostalgias de príncipe expatriado....

                               Soy como el sembrador junto al terruño
                               que ya nada produce.... Antes creía
                               blandir un arma al esgrimir la pluma,
                               que hoy me hace vacilar cuando la empuño.
                               En mi jardín, ya no es la poesía
                               trepadora que adorna y que perfuma,
                               y ya en torno al hogar ronda la bruma
                               con toda su invernal melancolía!

                               Y empero, recordando, entre la obscura
                               vaciedad de mis años, la ternura
                               del viejo idilio, la ansiedad secreta,
                               la íntima angustia, el grito de alegría
                               con que a mis confidencias respondía;
                               hurgando el rastro de mi vida inquieta,
                               siento que todavía soy poeta
                               porque no he envejecido todavía!


                                                         ………………………….










                                        
                                 

LA LUZ LETANA







                                   Cuando ha caído la noche
                                   sobre la ciudad dormida
                                   y sólo el ruido de un coche
                                   hace un último derroche
                                   de actividad y de vida;

                                   cuando el mar ronca o bosteza
                                   su milenaria modorra
                                   y confunden su tristeza
                                   la nube que se espereza
                                   y la estrella que se borra;

                                   cuando tras de la neblina
                                   suena el toc-toc taciturno
                                   del vendedor que camina
                                   o del guardián que en la esquina
                                   hace el servicio de turno;

                                   cuando en la torre más vieja
                                   el reloj canta las doce
                                   y pasa por la calleja
                                   algún ebrio que se queja
                                   o algún enfermo que tose;

                                   salgo a la abierta ventana
                                   y en los rincones más turbios
                                   veo, pálida y lejana,
                                   una luz que se desgrana
                                   por la paz de los suburbios.

                                   La veo clara y tranquila,
                                   que alarga en la sombra un trazo
                                   y palidece y vacila,
                                   no a modo de una pupila
                                   sino a modo de un brochazo.

                                   ¿Y qué es esa luz lejana?
                                   Yo lo ignoro, yo lo ignoro....
                                   Pero ella arde en la ventana
                                   y en la noche se desgrana
                                   como una cinta de oro.

                                   Y algo extraño me sugiere.
                                   Ternura? Melancolía?....
                                   ¡Nadie sabe lo que quiere
                                   esa luz que no se muere
                                   y está en eterna agonía!

                                   Esa luz que así vislumbra
                                   del arrabal soñoliento
                                   sobre la muerta penumbra,
                                   no puedo saber si alumbra
                                   taller, tugurio o convento....

                                                                   *

                                   Acaso es la compañera
                                   que, sin pesar ni reproche,
                                   sobre la gran mesa espera
                                   que la joven costurera
                                   termine su obra esa noche.

                                   Lámpara de tonos rojos
                                   de pie en la gran mesa, acaso
                                   da artificiales sonrojos
                                   a la que clava sus ojos
                                   en las labores de raso.

                                   Entre los dedos la aguja,
                                   la pobre en silencio cose,
                                   plega, hilvana y encarruja....
                                   Y una sonrisa dibuja
                                   porque es tan tarde y no tose!

                                   Un grito. ¿Qué? Se ha pinchado
                                   Y los opulentos ruedos
                                   que ella temió haber manchado,
                                   con su rico encarrujado
                                   hacen fru-frú entre sus dedos.

                                   (¡No te afanes, costurera!
                                   Hace mal la que se afana
                                   y sufre de esa manera:
                                   otra mujer hechicera
                                   lucirá el traje mañana!)

                                   ¿Y qué es esa luz lejana?
                                   Quizás, con la madre espera,
                                   fijo el ojo en la ventana,
                                   a algún hijo tarambana
                                   que esa noche duerme afuera....

                                   ¡Cuánto tarda! Cuánto tarda!
                                   Tic-tac.... Las tres en la esfera.
                                   Tic-tac, tic-tac.... Pero aguarda,
                                   y ni el frío la acobarda
                                   ni el tiempo la desespera.

                                   (Pobre madre! Tú no sabes
                                   muchas cosas.... Pobre vieja!
                                   Tú ignoras cosas más graves:
                                   te ha robado hasta las llaves
                                   el miserable, y te deja....

                                - ¿Por qué-preguntas-se aparta
                                   de mi lado el pobre niño?
                                   Ya muy pronto estarás harta:
                                   la copa, el beso y la carta
                                   te han robado su cariño!

                                   Tú no sabes, pobre vieja,
                                   lo que hace ahora el muchacho....
                                   Un borracho es su pareja
                                   y el borracho le aconseja
                                   que siga siendo borracho.

                                   No sufras, madre, no esperes...
                                   Cierra, cierra la ventana
                                  ¡En brazos de otras mujeres,
                                   ese hijo que tanto quieres
                                   no volverá hasta mañana!)


                                                                   *


                                              Aquella luz mortecina
                                              que se asoma a la ventana,
                                             ¡quién sabe si en la cortina
                                              de una alcoba femenina
                                              su lluvia de oro desgrana!

                                            ¿Quién sabe si adolescente,
                                              niña en su libro se arroba,
                                              y es su única confidente
                                              esa luz auriluciente
                                              que se desmaya en la alcoba!

                                              Sonríe acaso a un ensueño
                                              que por su espíritu pasa.
                                              Enarca el labio risueño
                                              y arde su cutis sedeño
                                              con la fiebre que la abrasa.

                                              La luz desde el velador
                                              envuelve en vivos destellos
                                              aquel cuadro encantador....
                                            ¿Dónde estará el trovador
                                              que la bese en los cabellos?

                                              Deja el libro. Los paisajes
                                              del muro mirando queda
                                              y se absorbe en sus mirajes
                                              mientras crujen los encajes
                                              con cuchicheos de seda....

                                             (No sueñes más, burguesita,
                                              con amores medioevales.
                                              Por más que seas bonita,
                                              no hay luna para la cita
                                              ni caballeros feudales....

                                              Duerme, y piensa en cosas graves,
                                              en un nido, en un esposo
                                              que te engaña y tú lo sabes
                                              y que te deja las llaves
                                              porque no es nada celoso.

                                              Sueña con un millonario
                                              que use sombrero de copa
                                              y viva por formulario,
                                              y que en caso necesario,
                                              podría llevarte a Europa...

                                              Duerme, duerme! Tu quimera
                                              es tan dulce como vana.
                                              Duerme! La pálida cera
                                              que hoy brilla a tu cabecera
                                              seguirá ardiendo mañana!)

                                                                   *

                                              ¿Qué inquietudes, qué desvelos
                                              preside esa luz lejana?
                                              ¿Qué goces, qué desconsuelos?
                                              ¿Qué esperanzas y qué anhelos
                                              de alguna pobre alma humana?

                                             ¿Es un padre que agoniza,
                                              o es un pequeño que nace?
                                             ¿Surge allí el llanto o la risa?
                                             ¿Es ensueño que se realiza
                                              o ilusión que se deshace?

                                            ¿Es un obrero encorvado
                                              que lucha con su pobreza?
                                             ¿O es un fraile atormentado
                                              que, al crucifijo abrazado,
                                              trémulas plegarias reza?

                                            ¿Es un amante que vela
                                              la x desconocida?
                                            ¿O es un pobre que se ofusca
                                              y empuña con mano brusca
                                              el revólver del suicida?

                                            ¿Es un inventor que busca
                                              los despojos de la amada
                                              que en su mortaja se hiela?
                                            ¿Es un pintor que en su tela
                                              hunde febril la mirada?

                                            ¿Es un poeta que escribe
                                              entre el frenético enjambre
                                              de imágenes que concibe?
                                            ¿Es un bohemio que vive
                                              de la gloria y para el hambre?....

                                              La luz lejana, tranquila
                                              junto al alma que acompaña,
                                              ya no tiembla ni vacila:
                                              es un faro que vigila,
                                              no un fuego fatuo que engaña.

                                              Desde sus rincones turbios
                                              brinda amor, incita al sueño,
                                              pone paz en los disturbios
                                              y aunque brilla en los suburbios
                                              es todo un mundo en pequeño.

                                              Duermo ya, y la luz lejana
                                              se derrama compasiva
                                              sobre la miseria humana:
                                              humilde estrella, es hermana
                                              de las que brillan arriba....

                                             ¡Pobre faro que destellas
                                              en la sombra, luz lejana!
                                              Tus hermanas las estrellas
                                              saben bien que tú, como ellas,
                                              arderás hasta mañana!


                                                      ………………………………




           

                                

                                   

IN MEMORIAM



                                          Manos dolorosas,
                                          largas manos febriles,
                                          manos hechas para deshojar rosas
                                          y enredar sueños sutiles.
                                          Están heladas, están quietas
                                          con la espantosa quietud final.
                                         ¡No más angustias secretas,
                                          todo para ellas es igual!

                                          No queda más que el tormento
                                          de los recuerdos desgarradores:
                                          la evocación de tu acento,
                                          tu piano, mis libros, tus flores....

                                         ¡Pensar, que inmóviles, ahora,
                                          tus ojos ven más que ayer!
                                          Ya no brillan: pero una aurora
                                          sobre tu frente se ve arder.

                                          En el silencio los cirios
                                          alargan rayos gesticulantes,
                                          Hay rosas, y violetas, y lirios.
                                          Se oyen repiques distantes.

                                          Pasan las horas. Es una
                                          horrenda cabalgata de dolor....
                                          Tiembla en las gasas un rayo de luna.
                                          Marea el aroma del alcanfor.

                                          Amor que no pudo quererte,
                                          mendigo claudicante que, ahora,
                                          ante la brutalidad de la muerte,
                                          se desespera y llora;


                                          fatal y perpetuo condenado
                                          a mirarte sólo desde lejos,
                                          con el oído esclavizado
                                          por los más razonables consejos;

                                          este doloroso cariño
                                          que me hizo perseguir tu paso,
                                          que llenó mi vida de niño,
                                          y que hoy me tumba en el fracaso,

                                          nada es para ti,-nada!
                                          en el horrible vacío:
                                          inmóvil sigue tu mirada,
                                          y yo todo pálido y sombrío.

                                          Y pensar que todo este duelo,
                                          que toda esta pena, tan sentida,
                                          que todo este desconsuelo
                                          tan hondo, los barrerá la vida!

                                          Pasarán las horas. Y tú, amada,
                                          tú, la que mi labio nombra
                                          con una voz tan angustiada,
                                          no serás al fin más que una sombra,

                                          una sombra empalidecida,
                                          una fecha lejana y dudosa
                                          que se guarda en el trajín de la vida
                                          como se guarda cualquier cosa!....


                                                   …………………………………..




                                  

ODA INGENUA


                                                    (A una mestiza)


                                          Se enflora la primavera
                                          y con su racha más tibia
                                          va a agitar tu cabellera,
                                          como si algo te dijera
                                          de la lejana Valdivia.

                                        ¿De qué te charla la brisa
                                          que la inquietud de la risa
                                          pone unos brillos tan raros,
                                          en esos ojos más claros
                                          que un panorama de Suiza?

                                          Aunque está la tarde triste,
                                          mi ensueño hacia ti galopa,
                                          ya que en mí la luz vertiste
                                          de esos ojos con que viste
                                          las maravillas de Europa....

                                                               *

                                          Nacida en extraño suelo
                                          en tu alma extraña se encierra
                                          quien sabe si en paz o en guerra,
                                          la ternura de tu cielo
                                          con la pasión de mi tierra.

                                          Tienes del norte, el ensueño;
                                          tienes del sur, la alegría:
                                          tu rostro es serio y risueño,
                                          tentador y zabareño....
                                         ¡Escandinavia y Hungría!

                                          Atraes, turbas, rechazas....
                                          Y no hay poder que destruya
                                          la dulce alianza que abrazas:
                                          la sangre de cuatro razas
                                          se funde en la sangre tuya!

                                                               *

                                          Yo amo tu voz porque vibra
                                          y con extraño alborozo
                                          hace temblar toda fibra;
                                          tu voz, en que se equilibra
                                          la risa con el sollozo.

                                          Amo tu voz porque hace,
                                          con la inflexión extranjera,
                                          más original tu frase;
                                          tu voz, que aunque se disfrace
                                          es cruelmente zalamera.

                                         ¡Pero amo más tu palabra
                                          porque al vaciar sus torrentes
                                          de armonías transparentes,
                                          hace que tu boca se abra
                                          para que brillen tus dientes!

                                                                *

                                          Cuando ante tu regio paso
                                          las bocas sueltan sus ¡oles!
                                          cruje de tu traje el raso
                                          y van contigo del brazo
                                          tus recuerdos españoles.

                                          Y de tu alma femenina
                                          picaresca y columbina,
                                          como un relámpago cruza
                                          por tu nariz parisina
                                          y por tu boca andaluza.

                                          Nada hay en ti que no estalle
                                          en triunfos de aristocracia:
                                          cuando así ondulas el talle
                                          se va llenando la calle
                                          del perfume de tu gracia!

                                                                *

                                          Pero en las tardes discretas
                                          de leves brumas violetas,
                                          sueñas con otras edades
                                          y en tus pupilas inquietas
                                          lloran pálidas saudades

                                          que, desde el fondo del piano,
                                        -un negro piano alemán,-
                                          contigo volando van
                                          al eco vago y lejano
                                          de una balada de Uhland....

                                          Y en espléndida cohorte,
                                          así divagan tus cánticos,
                                          rinden ante ti su porte
                                          los caballeros románticos
                                          de las leyendas del norte.

                                                                *

                                          Así me gustas. Por eso
                                          no silencio que te adoro.
                                          Por eso en ti me embeleso.
                                          Por eso en mi alma tu beso
                                          sonaría a perla y oro.

                                          Virginidad opulenta,
                                          son tus caprichos extraños
                                          la marejada violenta
                                          con que ya en fruto revienta
                                          la gloria de tus veinte años.

                                          Me tiene loco tu hechizo.
                                          Y, aunque hoy en tu orgullo escollo,
                                          ya abrirás el paraíso,
                                          diabolesco ángel mestizo,
                                          a tu poeta criollo!


                                             ….………………………………………...