Francisco Laso de la Vega




  



Francisco Laso de la Vega tomó posesión del cargo de gobernador de Chile en diciembre de 1629, este español era como muchos de sus predecesores un brillante militar con éxitos en campos de batalla europeos. 

Sus principales características eran su férrea determinación, arrojo y valentía,
perfil de gobernante iba a dar como resultado una de las mejores actuaciones en la Guerra de Arauco. 

Al asumir la
gobernación de Chile no tenía mayor noción de las características de la Guerra de Arauco, pero tomó la firme determinación de poner en cintura a como fuera lugar a los mapuches organizando un poderoso ejército en Concepción y avanzar a Yumbel.


Emboscada de Picolhué - 1630


Por su parte en el
fuerte de Arauco, el 24 de enero de 1630, el maestre de campo Alonso de Córdoba y Figueroa, supo por indios amigos que el cacique Butapichón estaba en las inmediaciones con un número elevado de huestes. 

Despachó al
capitán Juan Morales con unos 15 españoles y 100 yanaconas a reconocer el terreno con la expresa orden de no presentar combate ni traspasar una quebrada llamada "la quebrada de Don García". 

La avanzada no regresó y salió Córdoba con 400 españoles y una avanzada de yanaconas. 

Suponiendo que el
capitán Juan Morales había traspasado la quebrada se adentró en ella y al salir se topó con una masa de indios superior a los 5.000 guerreros que le hicieron frente. 

La
batalla fue en extremo recia y el maestre de campo vio muy comprometida la situación ordenando el gradual retiro hacia la quebrada, sin embargo, un par de capitanes, Lillo y Bernal quisieron perseguir una porción de la infantería enemiga que se dio a una aparente fuga, pero fueron cortados del grueso al cerrarse las filas detrás de ellos. 

Alonso de Córdoba no pudo reabrir las filas cerradas de indígenas. 

De no ser por la aparición del
capitán Juan Morales más dos compañías de arcabuceros que atacaron el flanco enemigo, no habría podido retirarse. 

No obstante, perdió a más de
43 de los suyos que quedaron muertos o prisioneros más una crecida porción de yanaconas.
 
La
batalla fue considerada un mal presagio para el nuevo gobernador.


Batalla de Los Robles - 1630

A fines de marzo de 1630, el gobernador Francisco Laso de la Vega inició una batida punitiva hacia las ciénagas de Purén con 400 españoles y 100 yanaconas.

Durante un mes dio vueltas por territorio enemigo y este no le presentó batalla, limitándose a quemar las sementeras. 

Frustrado, inició el regreso y luego de dejar Yumbel acampó el 14 de mayo de 1630 en un sector ribereño del Itata llamado Los Robles, sin sospechar que Butapichón le venía siguiendo los pasos. 

Rápidamente, y aprovechando que los españoles no habían montado centinelas, se dejó caer sobre el campamento matando a varios españoles en forma sorpresiva. 

Tal fue el desconcierto que se armó una batalla campal en
combate cuerpo a cuerpo en donde los españoles lucharon con excepcional bravura logrando contener a los indios obligándolos finalmente a retirarse al caer la noche, no sin antes llevarse numerosos prisioneros. 

Francisco Laso de la Vega tuvo 20 muertos, 40 heridos y un número indeterminado de prisioneros pudiendo en esta batalla ver la naturaleza del enemigo a que se enfrentaba y se dio cuenta que necesitaría algo más que arrojo y valentía para llevar con éxito su campaña.
 
A fines de
diciembre de 1630, Francisco Laso de la Vega logró reclutar unos 150 españoles voluntarios en Santiago que pensaba sumarlos a los ya 1.600 soldados acantonados en el sur. 

Su idea era internarse en el mismo
corazón de Arauco y dar una batalla decisiva a los mapuches para terminar de una vez por todas con la guerra. 

El
pánico general cundió cuando la población supo de las osadas intenciones del gobernador y el Cabildo le rogó que desistiese de hacer ese tipo de guerra, pero fue inútil, Lazo de la Vega quería esa batalla decisiva.


Batalla de La Albarrada - 1631


En
enero de 1631, Laso de la Vega reunió en el fuerte de Arauco, más de 800 españoles y unos 500 yanaconas mientras el ejército de los caciques marchaba a esa plaza pero Lientur rechazó la idea de combatir y se retiró con los 2.000 guerreros propios.

Los
caciques prefirieron continuar su marcha con las 5.000 lanzas que les quedaban, al fuerte de Arauco, llegando a las cercanías de este en la noche del 12 de enero.

Algunas fuentes dicen que
Lientur consideró demasiado riesgo el enfrentar a los españoles en campo abierto​ aunque otras dicen que malos augurios le advirtieron del futuro desastre.

El
13 de enero de 1631, Laso de la Vega ya habiendo hecho confesar a sus huestes salió del fuerte y eligiendo cuidadosamente el terreno, fue a tender su línea de batalla sobre la loma de Petaco, protegiendo sus flancos con defensas naturales y ordenando que los indios auxiliares formasen entre los españoles.
 
El
flanco derecho español, compuesto de infantería, quedó a cargo del sargento mayor Juan Fernández Rebolledo; el izquierdo, compuesto por la caballería, a cargo del maestre de campo Zea; y el comisario general Alonso Villanueva de la reserva, formada por tropas escogidas.

En tanto que la primera quedó compuesta por
250 jinetes, seguida por una segunda formada por la infantería y la artillería fue situada en los flancos.

A inicios del siglo
Alonso de Ribera reorganizó el ejército español en Chile, además de mejorar la disciplina de las tropas, aumentó la proporción de infantería, por adaptarse mejor al terreno que la caballería.

Los
mapuches dispusieron a su caballería a la derecha, a cargo de Quepuantú, y la infantería, al mando de Butapichón, a la izquierda.

Butapichón les dio un discurso a sus tropas mencionando los logros de sus padres contra los españoles, sus casi cien años de resistencia y las glorias de Chillán y Nacimiento mientras que Quepuantú presionaba para iniciar la batalla. 

La lucha comenzó con la carga de
jinetes mapuches que fue detenida por mosqueteros y lasquenetes.

Luego,
Laso de la Vega ordenó a su caballería cargar contra la infantería enemiga, lo que terminó siendo rechazada igualmente, acabando los jinetes hispanos por huir desordenadamente. 

Esta situación, según los escritores de ese tiempo, no fue aprovechado por
Butapichón que perdió la oportunidad de decidir el enfrentamiento.

Mientras el fuego de los mosquetes forzaba a los araucanos a retroceder en el flanco izquierdo, en el derecho
Laso de la Vega reorganizó su caballería y ordenó una nueva carga de los jinetes siendo rechazada nuevamente.

Pero haciendo una tercera carga y junto a
150 hombres de la reserva logró abrir las filas mapuches.

La
caballería mapuche en eso fue desbandada y Butapichón fue herido y derribado de su caballo, lo que afectaría la moral de los suyos. 

La
infantería mapuche, que se mantuvo siempre unida y firme, a pesar del continuo fuego de la infantería española, comenzó a tambalear al ver caer herido a su jefe y al desbandarse la caballería. 

Los
mapuches resistieron lo que pudieron pero terminaron por escapar rápidamente hasta una ciénaga donde se empantanaron produciéndose una gran masacre ya que Laso de la Vega había ordenado su persecución. 

La
batalla fue un desastre total para los araucanos, fuentes de la época mencionan hasta 2.000 caídos, 600 prisioneros y tres a cuatro mil caballos capturados por los españoles.

Las fuentes modernas tienden a rebajar la cifra a varios
cientos de muertos y más de medio millar de prisioneros.

Tras la
batalla y persecución el gobernador ordenó a sus tropas volver al fuerte al final del día tras lo que se celebró un Te Deum y se dio de comer, además de darles las gracias en nombre del rey, a sus soldados de forma general, más algunas particulares, para finalizar con una cena junto a sus oficiales.

Esta victoria fue una de las mejores obtenidas para las armas españolas desde los tiempos de
García Hurtado de Mendoza y fue muy celebrada en América y España considerándose decisiva en la pacificación de Arauco, celebrándose la victoria con fiestas públicas en todas las ciudades de Chile.

             

Combates de Elicura, Quillín y Angostura


La falta de recursos y la negativa de los mapuches a aceptar la paz fueron los principales motivos que impidieron a Laso de la Vega aprovechar su victoria.

Entrado el
invierno de 1631, en el Valle de Elicura, Quempuante le hizo frente con 150 guerreros a su perseguidor, el maestre de campo Fernando de Cea, mató a Longo, hijo de un cacique amigo de los españoles y huyó.

Poco después fue
muerto en un duelo por el control de su tribu.
Su vencedor,
Loncomilla, fue muerto cuando él y sus hombres estaban borrachos y fueron atacados por los españoles.
Se calculó en
600 muertos o capturados en las campañas de ese invierno.
 
Faltaba
Butapichón quien sabiamente rehusó el combate y no le presentó batalla en las redadas y batidas punitivas en pleno corazón del territorio mapuche.
El
cacique reunió miles de guerreros en el valle central pero cuando el gobernador marchó desde Yumbel con 1.800 hombres hasta Curalaba evitó todo combate.

El
comandante español mandó al maestre de campo Fernández Rebolledo hacía Quillín y trajo de vuelta 250 prisioneros y 6.000 cabezas de ganado.

En la
Navidad, el ejército español acampó en las ruinas de La Imperial.
El
número de prisioneros hechos en campaña fue de 500 indígenas, se mataron a otros 160, recuperaron 1.000 caballos y 12.000 cabezas de ganado, se rescataron numerosos españoles y 150 indios amigos, sin embargo, solo 60 nativos aceptaron la paz.
 
Para
1634, la voluntad guerrera mapuche había cambiado aparentemente y se notaba el languidecimiento de las actividades predatorias de los indios debido al arrasamiento material. 

Laso de la Vega resolvió repoblar Angol en 1637 en forma prudente después de vencer al cacique Naucopillán en el combate breve de Angostura el 12 de diciembre de 1636. 

Entregó el gobierno al
Marqués de Baides, Francisco López de Zúñiga y Meneses.
 
La
guerra y las preocupaciones constantes por 10 años minaron la salud de este gobernador y el 15 de julio de 1640 falleció cuando acababa de llegar a Lima en busca de ayuda médica a los 54 años.

Laso de la Vega pasó a ser considerado el más importante gobernador que tuvo Chile en el siglo XVII y se considera que sus campañas fueron el principal motivo del alzamiento general de los mapuches que se venía gestando por las expediciones de captura de prisioneros para venderlos como esclavos se produjo solo en 1655.



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