El descubrimiento, la conquista y la colonización de nuestro país fue el proceso más difícil que les tocó vivir a los aventureros españoles.
Difícil en muchos aspectos: un territorio lejano, agreste, por sus grandes montañas y un extenso y árido desierto y principalmente por la resistencia ejercida por los nativos.
Desde los aztecas en México, los mayas en Centro América hasta los Incas en el Perú ofrecieron una débil resistencia que no tiene comparación a la resistencia ejercida por la gente de la tierra, la de “los ches”, llámese Picunches, Huilliches, Mapuches, etc..
Fueron centenares de años de resistencia, donde pasaron muchos gobernadores que se fueron de Chile o murieron frustrados en sus intentos de conquista.
El entendimiento fue posible y solo se logró mediante diversos parlamentos,acuerdos entre nativos y conquistadores que fueron capaces de reconocerse y respetarse mutuamente.
Así se logró la construcción política de Chile, mediante muchas batallas que terminaron en acuerdos pacíficos de saber convivir juntos, como una nación en que cada uno respeta al otro y se establecen reglas de convivencia comprensivas.
Y ocurrió algo mucho más hermoso, españoles y nativos terminaron mezclándose conformando una nueva raza llamado el meztizaje actualmente característico de la población chilena.
Por ello, no podemos renegar contra los españoles, menos aun si llevamos sus apellidos, lo que significa que portamos su sangre y eso nunca se podrá borrar.
Además se debe reconocer que los españoles y europeos trajeron consigo conocimientos que a la región le significó adelantos importantes en esos tiempos como siembras agrícolas, nuevas semillas y frutos como las uvas, el uso de la lana e hilo para un ropaje que reemplazó a las pieles de animales.
Los nativos, en especial de la zona austral, estaban desprovistos de protección ante la intemperie salvaje del frío polar, y fueron los europeos quienes le mejoraron sus vestimentas y les enseñaron el trabajo coordinado.
La historia de desencuentros pasado nos sirvió y nos debe servir de experiencia, no solo para evitar de repetirlos sino para acrecentar la grandeza de espíritu y unidad del nuevo país que se formó llamado Chile en que todo tenemos un espacio.