Entre 1619 y 1623 se declaró una segunda epidemia de viruela entre la población indígena y mestiza que para suerte de la colonia, imprimió un freno a la rebelión desatada en Curalaba pues diezmó a las poblaciones rebeldes en un momento en que desde la muerte de Alonso de Ribera, la gobernación de Chile pasaba por una mano a otra, sin que ninguno de los gobernadores interinos tenía mayores aptitudes militares.
La excepción a la regla fue Pedro Osores de Ulloa, un anciano militar dotado de un carácter enérgico que impuso disciplina al desastrado e inoperante ejército colonial: ejecutó a los desertores e imprimió un nuevo ímpetu de armas a sus soldados.
Cuando estuvo ya en condiciones operativas la soldadesca salió en una campaña punitiva contra los indios de Purén quienes no le dieron batalla por encontrarse diezmados y rehuyeron el combate frontal.
Catalina de Erauso, la Monja de Álferez
Por estas fechas llegó a Chile Catalina de Erauso, llamada la monja alférez, quien se alistó para luchar en esta guerra bajo las órdenes del capitán Gonzalo Rodríguez, que venía con una fuerza de 1.600 hombres de Lima a la ciudad de Concepción. Luchó como cualquier soldado frente a los mapuches y tuvo una acción destacada en la defensa de Valdivia por lo cual recibió el grado de alférez.
Sin embargo, sus excesos con los indígenas le privó de seguir avanzando en la carrera militar al morir su capitán Gonzalo Rodríguez en la batalla de Purén, quedó al mando de la compañía por 6 meses.
Pedro Osores de Ulloa, además, planteó al virreinato del Perú la reconstrucción de Valdivia y la factibilidad de hacerlo recayó en el conde de Guadalcazár, a quien había sido encomendado el reconocimiento de las costas australes en prevención de ataques de piratas holandeses.
Esta expedición naval llegó y remontó hasta Valdivia.
Viendo que los indígenas reunidos en tierra le exponían una gran cruz como aparente signo de bienvenida, se dispuso el desembarco de Pedro de Balmaceda con 10 soldados. Apenas pusieron los pies en tierra fueron masacrados por la turba de indios ante la atónita vista de la gente en las embarcaciones que huyeron del lugar.
Pedro Osores de Ulloa intentó entregar un informe del estado de la Guerra de Arauco a Felipe IV, el nuevo rey, pero este monarca estaba aún influenciado por los informes del Padre Luis de Valdivia y solo atinó a enviar directamente desde España una flota de tres navíos con 400 soldados a cargo de Iñigo de Ayala, la cual zozobró a la altura del Estrecho de Magallanes, salvando solo un navío que desembarco la infantería sobreviviente, de la que sólo llegaron 80 soldados a Chile por tierra.
El anciano gobernador Pedro Osores de Ulloa,falleció en septiembre de 1624 cuando estaba por salir a dar una batida hacia Valdivia.
Tras el fallecimiento del anciano gobernador el 18 de septiembre de 1624, le sucedió en el gobierno interino don Francisco de Álava y Nureña, con la amenaza de una invasión Holandesa a Chile. Las defensas eran mínimas siendo una suerte que los Holandeses no atacaran.
Campaña de Luis Fernández de Córdoba
En abril de 1625 asume como gobernador Luis Fernández de Córdoba y Arce, sobrino del virrey del Perú.
Este aristocrático e inteligente español derogó mediante el concurso de una cédula real la guerra defensiva impuesta por el infamado padre Luis de Valdivia, autorizando de paso a someter a esclavitud a los mapuches capturados, forjando desde el primer momento una imagen de hombre fuerte.
Reprimió con dureza los abusos y fraudes e impuso una severa disciplina marcial. Realizó varias batidas contra La Imperial donde capturó un cierto número de indígenas, que le costaron 30 españoles y más de 100 yanaconas muertos a fines de 1627.
Estando en La Imperial un ejército de 300 soldados y 400 yanaconas al mando de Juan Fernández Rebolledo con estos prisioneros, se le dejó caer en la noche una turba de indios comandadas por un ex-yanacona llamado Lientur quienes mataron a 28 españoles más y recuperaron a los prisioneros.
Fue necesario desalojar a toda prisa La Imperial y retroceder a Angol con muchos heridos.
Los indios a pesar de la epidemia se enardecieron y se sublevaron asaltando Chillán y el fuerte de Nacimiento que estuvo a punto de sucumbir si no hubiera sido por el directo auxilio del gobernador. Al año siguiente, 1628, Lientur organizó una fuerza y atacó desde el este la ciudad de Chillán. El gobernador envió 300 hombres al mando del sargento Mayor Juan Fernández para capturar a Lientur pero el cacique escapó por la cordillera. El 10 de abril de 1629,Lientur atacó nuevamente Chillán y el corregidor de la ciudad, Gregorio Sánchez de Osorio, lo persiguió.
Al día siguiente cuando descansaban, los mapuches les atacaron muriendo el corregidor, su hijo, su yerno y 6 soldados.
Batalla de las Cangrejeras - 1629
En mayo de 1629, el capitán Fernández Rebolledo salió al encuentro de Lientur para impedirle el paso del río Laja. Lientur entretuvo a Fernández por más de un mes mientras reunía hombres y al sentirse con la fuerza adecuada, eligió el lugar del enfrentamiento en las márgenes del estero Yumbel, a 5,6 km al norte de Yumbel en un sitio llamado Las Cangrejeras.
Juan Fernández Rebolledo, aburrido de un mes continuo de ser burlado, perdió la paciencia y se resolvió librar batalla donde lo encontrara hasta que los ejércitos se avistaron el 15 de mayo de 1629 en medio de un severo temporal de viento y lluvia.
Lientur, comprendiendo la ventaja táctica de que las cuerdas de los arcabuces no encenderían bajo la lluvia, abandonó la posición que había escogido y atacó a los españoles que estaban a media formación en una maniobra de pinzas perfecta, con la infantería al medio y la caballería en los flancos.
Fue un combate feroz exclusivamente con armas blancas que duró media hora.
La infantería española, rodeada por todos lados quedó destruía en pocos momentos con 70 españolesmuertos y los mapuches se llevaron prisioneros a los 36 restantes estando el capitán Francisco Núñez de Pineda y Bascuñan, quien describiría más tarde esta batalla y su estadía entre los mapuche, en su libro Cautiverio feliz.
En él cuenta los días realmente hermosos que pasó con los mapuches en Ropecura donde fue llevado por el cacique Maulicán, quien le brindó paternal protección cuando algunos indios lo querían matar, en represalia del bárbaro trato dado por los huincas a ellos y sus familias, siendo prisioneros de guerra.
La mala suerte del Gobernador no había concluido. El buque que despachó desde Concepción al Perú naufragó en las afueras de El Quisco el 3 de junio de 1629 ahogándose 65 tripulantes.
El gobernador Luis Fernández de Córdoba, a la luz de los hechos, se dio cuenta que nada podría hacer para mejorar la situación en la guerra, que ya tenía 83 años de duración, y pidió relevo.
Llegaban noticias a Lima de una supuesta alianza entre los mapuche y los holandeses.
Luis Fernández de Córdoba y Arce, desmoralizado, ya sólo pensó en entregar cuanto antes el gobierno a su sucesor, Francisco Laso de la Vega.
Combate de Quillin - 1629
Antes de entregar la Gobernación, Luis Fernández de Córdoba, en un último intento de recuperar algo de prestigio y no dejar la imagen de un total fracaso para su administración, salió de Concepción el 1 de octubre y estableció su cuartel general en el fuerte de San Luis, preparando invadir con sus fuerzas los tres Butalmapus.
El maestre de campo Alonso de Córdoba y Figueroa, marchó por Tucapel hasta el Cautín y las ruinas de La Imperial con 1.200 españoles y auxiliares que mataron 30 indios y capturaron 200, junto a la recuperación de miles de cabezas de ganado robadas.
El sargento mayor Rebolledo salió del fuerte San Felipe de Austria y marchó por Nacimiento, Colue, Charcienco y Quechereguas, los locales se retiraron a los cerros y volvió recuperando cabezas de ganado.
El gobernador Luis Fernández de Córdoba, por su parte, salió de San Luis con 1.200 hombres entre españoles y yanaconas, recorrió Angol y Purén, cruzó el Cautín y saqueó la comarca de Maquegua, logrando un gran botín se optó por regresar.
Pero en su camino se encontró con Butapichón en Quillin quién le presentó batalla con 3.000 guerreros.
El primer choque desordenó las filas españolas, necesitando sus oficiales un gran esfuerzo para reorganizarse.
Tras esto los hispanos usaron su artillería para romper las filas enemigas forzando a Butapichón a retroceder con parte del botín y algunos prisioneros.
Sin embargo, los españoles consideraron el enfrentamiento como una victoria.
El gobernador volvió a San Luis victorioso el 3 de noviembre y de ahí a Concepción donde entregó el mando a su sucesor el 23 de diciembre.
Emboscada de Picolhué (1630).
Francisco Laso de la Vega tomó posesión del cargo de gobernador de Chile en diciembre de 1629, este español era como muchos de sus predecesores un brillante militar con éxitos en campos de batalla europeos.
Sus principales características eran su férrea determinación, arrojo y valentía. Este perfil de gobernante iba a dar como resultado una de las mejores actuaciones en la Guerra de Arauco.
Al asumir la gobernación de Chile no tenía mayor noción de las características de la Guerra de Arauco, pero una vez en Chile, tomó la firme determinación de poner en cintura a como fuera lugar a los mapuches. Deseoso de batir a los indígenas, decidió organizar un poderoso ejército en Concepción. Desde ahí avanzó a Yumbel.
Por su parte en el fuerte de Arauco, el 24 de enero de 1630, el maestre de campo Alonso de Córdoba y Figueroa, supo por indios amigos que el cacique Butapichón estaba en las inmediaciones con un número elevado de huestes.
Despachó al capitán Juan Morales con unos 15 españoles y 100 yanaconas a reconocer el terreno con la expresa orden de no presentar combate ni traspasar una quebrada llamada "la quebrada de Don García". La avanzada no regresó y salió Córdoba con 400 españoles y una avanzada de yanaconas. Suponiendo que el capitán Juan Morales había traspasado la quebrada se adentró en ella y al salir se topó con una masa de indios superior a los 5.000 guerreros que le hicieron frente.
La batalla fue en extremo recia y el maestre de campo vio muy comprometida la situación ordenando el gradual retiro hacia la quebrada, sin embargo, un par de capitanes, Lillo y Bernal quisieron perseguir una porción de la infantería enemiga que se dio a una aparente fuga, pero fueron cortados del grueso al cerrarse las filas detrás de ellos.
Alonso de Córdoba no pudo reabrir las filas cerradas de indígenas.
De no ser por la aparición del capitán Juan Morales más dos compañías de arcabuceros que atacaron el flanco enemigo, no habría podido retirarse.
No obstante, perdió a más de 43 de los suyos que quedaron muertos o prisioneros más una crecida porción de yanaconas.
La batalla fue considerada un mal presagio para el nuevo gobernador.
Batalla de Los Robles (1630).
A fines de marzo de 1630, el gobernador Francisco Laso de la Vega inició una batida punitiva hacia las ciénagas de Purén con 400 españoles y 100 yanaconas.
Durante un mes dio vueltas por territorio enemigo y este no le presentó batalla, limitándose a quemar las sementeras.
Frustrado, inició el regreso y luego de dejar Yumbel acampó el 14 de mayo de 1630 en un sector ribereño del Itata llamado Los Robles, sin sospechar que Butapichón le venía siguiendo los pasos.
Rápidamente, y aprovechando que los españoles no habían montado centinelas, se dejó caer sobre el campamento matando a varios españoles en forma sorpresiva.
Tal fue el desconcierto que se armó una batalla campal en combate cuerpo a cuerpo en donde los españoles lucharon con excepcional bravura logrando contener a los indios obligándolos finalmente a retirarse al caer la noche, no sin antes llevarse numerosos prisioneros.
Francisco Laso de la Vega tuvo 20 muertos, 40 heridos y un número indeterminado de prisioneros. Aquí pudo en esta batalla ver la naturaleza del enemigo a que se enfrentaba y se dio cuenta que necesitaría algo más que arrojo y valentía para llevar con éxito su campaña. A fines de diciembre de 1630 Francisco Laso de la Vega logró reclutar unos 150 españoles voluntarios en Santiago que pensaba sumarlos a los ya 1.600 soldados acantonados en el sur.
Su idea era internarse en el mismo corazón de Arauco y dar una batalla decisiva a los mapuches para terminar de una vez por todas con la guerra.
El pánico general cundió cuando la población supo de las osadas intenciones del gobernador y el Cabildo le rogó que desistiese de hacer ese tipo de guerra, pero fue inútil, Lazo de la Vega quería esa batalla decisiva.
Batalla de La Albarrada (1631).
En enero de 1631, Laso de la Vega reunió en el fuerte de Arauco, más de 800 españoles y unos 500 yanaconas mientras el ejército de los caciques marchaba a esa plaza pero Lientur rechazó la idea de combatir y se retiró con los 2.000 guerreros propios.
Los caciques prefirieron continuar su marcha con las 5.000 lanzas que les quedaban, al fuerte de Arauco, llegando a las cercanías de este en la noche del 12 de enero. Algunas fuentes dicen que Lientur consideró demasiado el riesgo de enfrentar a los españoles en campo abierto aunque otras dicen que malos augurios le advirtieron del futuro desastre.
Batalla sobre las lomas de Petaco
El 13 de enero de 1631, Laso de la Vega ya habiendo hecho confesar a sus huestes salió del fuerte y, eligiendo cuidadosamente el terreno, fue a tender su línea de batalla sobre la loma de Petaco, protegiendo sus flancos con defensas naturales y ordenando que los indios auxiliares formasen entre los españoles.
Los españoles
El flanco derecho español, compuesto de infantería, quedó a cargo del sargento mayor Juan Fernández Rebolledo; el izquierdo, compuesto por la caballería, a cargo del maestre de campo Zea; y el comisario general Alonso Villanueva de la reserva, formada por tropas escogidas. En tanto que la primera quedó compuesta por 250 jinetes, seguida por una segunda formada por la infantería y la artillería fue situada en los flancos.
A inicios del siglo Alonso de Ribera reorganizó el ejército español en Chile, además de mejorar la disciplina de las tropas, aumentó la proporción de infantería, por adaptarse mejor al terreno que la caballería.
Los Mapuches
Los mapuches dispusieron a su caballería a la derecha, a cargo de Quepuantú, y la infantería, al mando de Butapichón, a la izquierda.
Butapichón les dio un discurso a sus tropas mencionando los logros de sus padres contra los españoles, sus casi cien años de resistencia y las glorias de Chillán y Nacimiento mientras que Quepuantú presionaba para iniciar la batalla.
La lucha comenzó con la carga de jinetes mapuches que fue detenida por mosqueteros y lasquenetes.
Luego, Laso de la Vega ordenó a su caballería cargar contra la infantería enemiga, lo que terminó siendo rechazada igualmente, acabando los jinetes hispanos por huir desordenadamente.
Esta situación, según los escritores de ese tiempo, no fue aprovechado por Butapichón que perdió la oportunidad de decidir el enfrentamiento.
Mientras el fuego de los mosquetes forzaba a los araucanos a retroceder en el flanco izquierdo, en el derecho Laso de la Vega reorganizó su caballería y ordenó una nueva carga de los jinetes siendo rechazada nuevamente.
Pero haciendo una tercera carga y junto a 150 hombres de la reserva logró abrir las filas mapuches.
La caballería mapuche en eso fue desbandada y Butapichón fue herido y derribado de su caballo, lo que afectaría la moral de los suyos.
La infantería mapuche, que se mantuvo siempre unida y firme, a pesar del continuo fuego de la infantería española, comenzó a tambalear al ver caer herido a su jefe y al desbandarse la caballería.
Los mapuches resistieron lo que pudieron pero terminaron por escapar rápidamente hasta una ciénaga donde se empantanaron produciéndose una gran masacre ya que Laso de la Vega había ordenado su persecución.
La batalla fue un desastre total para los araucanos, se mencionan hasta 2.000 caídos, 600 prisioneros y tres a cuatro mil caballos capturados por los españoles.
Tras la batalla y persecución el gobernador ordenó a sus tropas volver al fuerte al final del día tras lo que se celebró un Te Deum y se dio de comer, además de darles las gracias en nombre del rey, a sus soldados de forma general, más algunas particulares, para finalizar con una cena junto a sus oficiales.
Esta victoria fue una de las mejores obtenidas para las armas españolas desde los tiempos de García Hurtado de Mendoza y fue muy celebrada en América y España considerándose decisiva en la pacificación de Arauco, celebrándose la victoria con fiestas públicas en todas las ciudades de Chile. Últimas campañas de Laso de la Vega. (Combates de Elicura, Quillín y Angostura)