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           Victor "Tiburón" Contreras


                  






Víctor Guillermo Contreras Olguín,​ más conocido como "Tiburón Contreras"​ fue un destacado nadador en aguas abiertas chileno y un técnico electricista de oficio.

Nació en
Valparaíso, 14 de septiembre de 1945 y fallece en la ciudad de Quilpué por insuficiencia cardíaca el 26 de junio de 2018 a la edad de 73 años.

Se casó con
Mafalda Espinoza, con quien tuvo cinco hijos.

Este humilde compatriota que vivió lo que le tocó vivir - independientemente al gobierno de turno que le tocó que sin su apoyo, no habría podido realizar las hazañas que hoy podemos contarle.

Sin ser un nadador rápido, sino más bien mediocre y con poca técnica -como él mismo se define- el porteño había aprendió a nadar por accidente, se convirtió en el primer chileno en cubrir a nado el importantes y difíciles accidentes marítimos como el Estrecho de Magallanes o de Gibraltar entre otros.

Comenzó a practicar la natación en su ciudad natal en la década de
1950 realizando posteriormente varias proeza de talla mayor.

En
1979 se convirtió en el primer nadador chileno en cruzar el estrecho de Magallanes auspiciado por la Universidad Católica de Valparaíso.

En
1980 cruzó el canal del Beagle en 1980 y luego el cabo de Hornos.

El
31 de agosto de 1981, registró un récord mundial al cruzar el estrecho de Gibraltar, desde Tarifa hasta una milla al este de Tánger,​ en 3 horas y 27 minutos,​ marca que estuvo vigente por catorce años.

En
1982 cruce del canal de Chacao siendo el primero en completarlo.

Es mismo año,
1982 después nadó el canal de la Mancha que une Francia e Inglaterra.
El recorrido de 48 kilómetros es cubierto en 12 horas y dos minutos.

Además, fue el primer ser humano -y hasta ahora el único- en nadar en aguas antárticas sin traje de protección.

Finalizó su carrera deportiva en
1987.


Sus inicios


Empezó a nadar de manera no muy grata, por un empujón que recibió mientras veía a otras personas nadaban, así el propio Contreras cuenta:

"Yo empecé a nadar porque me tiraron. Debía tener ocho años. No sabía nadar, pero me gustaba ponerme en el muelle para ver cómo nadaba la gente. Un día, yo estaba allí mirando y un pelotudo me empujó, así que empecé a manotear para no ahogarme. Como no me ahogué, me quedó gustando. Así empezó mi vida náutica, nadando a lo perrito"
.

Esta narrativa la hace
62 años después, realizando largas pausas, como tratando de llenar sus humanas branquias con el aroma de aquella brisa marina, porque aquel accidente iniciático, lejos de matarlo, terminaría salvándole la vida.


A sus nietas no le creen quien es su abuelo


Continúa su relato en su domicilio de la
Calle Galileo de Quilpué:
Tres nietas juegan en la habitación contigua y comenta:
"En el colegio no se creen que sean las nietas del Tiburón Contreras", con gesto de sorpresa que uno no tarda en comprender que el paso del tiempo ha sido inexorable.


Recuerdos que se borran en su Casa


Los recortes y portadas en blanco y negro que adornan todas las paredes de la casa y que su esposa
Mafalda exhibe con orgullo evidente, no son más que papeles viejos para las niñas; los restos de un naufragio que ellas no vivieron y que, salvo sus protagonistas, cada vez menos personas recuerdan.


Preparación de un loco

"Yo me estaba preparando para intentar el cruce del Estrecho de Magallanes, estábamos casi a fin de año, el 14 de diciembre del año 78", comienza.
"En esa época yo llegaba a las
6 de la mañana a Caleta El Membrillo, en traje de baño corriente, y salía corriendo hasta el Molo como precalentamiento.
Luego lo hacía nadando.
Había incluso comentarios en
la radio que decían que había un loco corriendo en pelotas a las 6 de la mañana.


Un Escualo cerca le dio su apodo

Un día, volviendo a nado a la Caleta el Membrillo, se me acercan dos tipos en un bote y me dicen: "Cabro, tienes que subir de inmediato".
Me siento en el bote y veo tres aletas; una grande, una chica y una más chica.
A la grande le faltaba un pedazo.
Se armó un revuelo tremendo.
Empezaron a decir que:
"dos hombres habían salvado a un nadador de ser devorado por tiburones".
Ahí, después de aquel episodio, nació mi nombre,
"Tiburón Contreras".

Una vez conquistado el nombre, no le quedó al menudo deportista más remedio que
lanzarse a la conquista de los mares.


Las grandes travesías



Cruce del Estrecho de Magallanes

Cuando llegué a Magallanes, el médico me dijo:
Tiburón, problemas: te puede dar un paro cardíaco, la médula espinal se te puede congelar o puedes tener una hipotermia severa.
Son cero grados, tal vez menos cuando te encuentres en la corriente del Pacífico,
¿Tienes hijos?. Y yo le contesté:
"Sí, tengo cinco, pero en este momento no tengo hijos, no tengo mujer, no tengo nada, porque lo único que quiero es lanzarme".
Y se lanzó.

Con el único auspicio de la
Universidad Católica de Valparaíso -donde trabajaba como técnico electricista-, y el único precedente de, la norteamericana Lynne Cox, quien tres años atrás se había convertido en la primera persona en completar dicha ruta, Víctor Contreras cubrió a nado el paso natural que comunica los océanos Atlántico y Pacífico.

Y vivió para contarlo.

Y probablemente a la primera persona a la que se lo contó fue precisamente a su esposa:
Mafalda Espinoza:
"Después de cruzar el Estrecho de Magallanes él fue a saludar a su mamá y yo estaba allí".
"Nos conocíamos de siempre, pero era la primera vez que nos veíamos en 20 años y no volvimos a separarnos",
revela, emocionada, la mujer que hoy continúa siendo su infatigable compañera de viaje.


Canal de Beagle, Cabo de Hornos y el Chacao

Le siguió el Canal de Beagle, un año más tarde, y después el Cabo de Hornos, meses antes de establecer en el Estrecho de Gibraltar
En
1982 fue el turno del Canal de Chacao -el primer hombre en completar dicha travesía.


Ahora a unir Gibraltar

Superado con éxito su primer desafío transoceánico y con poco más que lo puesto, Contreras se fijó un nuevo objetivo; unir, a través del Estrecho de Gibraltar, los continentes de Europa y África.
Con 2.000 dólares en el bolsillo, una bandera chilena -cortesía de la Armada-,  el porteño se conjuró para lograr un nuevo hito.
Así, el
31 de agosto de 1981, a las 9:00 a.m. se echó a la mar en Tarifa, España y en tres horas y 27 minutos más tarde logra atracar a una milla al este de Tanger, en las costas de Marruecos.
Fue un récord que habría de permanecer vigente durante 14 años.
Nadie antes lo había hecho tan rápido.


Canal de la Mancha

En 1982 nadó los 46 kilómetros que separan Calais en Francia y Dover en Inglaterra en un tiempo de 12 horas y dos minutos, hazaña humana nunca antes realizada.
En un momento, la corriente no le permitía avanzar pero su fuerza pudo más y lo logró sorprendiendo a toda Europa.



Agradecimiento al Gobierno

Recibió el apoyo del gobierno para llegar a esta instancia y le dio sus agradecimientos: 
"Se lo dedico al Presidente de la República de Chile y a mi familia", acertó a proclamar sonriente en su llegada de vuelta a Madrid.
Por tan afectuoso agradecimiento el gobierno no tardó en citarlo a
La Moneda, ni tampoco en brindar facilidades al nadador de 34 años que, de la noche a la mañana, había pasado de ser un deportista anónimo, a convertirse en el héroe nacional de los oceános.
"El presidente (Pinochet), puta, una excelente persona. No es la imagen que tenemos todos. Un gallo bonachón.
Me preguntó qué era lo siguiente, le dije que el Canal de La Mancha y me dio permiso laboral, me pagó equipamiento, sobrealimentación, viático, todo",
recuerda el Tiburón de su encuentro con el humilde tragamillas.



Fracaso de Río de La Plata

En el Río de la Plata tuvo tifus que se interpuso en su camino y un proyecto de despedida que nadie ha logrado emular aún.
"Eso fue culpa mía", interrumpe de pronto Mafalda, su esposa.
"Nosotros vivíamos en Brasil en ese tiempo y yo había visto un reportaje que le habían hecho a Jacques Cousteau y que decía que en la Isla Decepción el agua era caliente.
Cometí el error de contárselo, y aunque yo le dije: Papi, quédemonos aquí, él quiso devolverse.
Así que lo primero que hicimos al llegar a Chile fue ir al Instituto Hidrográfico para estudiar la factibilidad",
agrega.
Y resultó ser factible, pero también extremadamente arriesgado.


Su Protección Corporal

Su traje de baño, gorra y lentes, y untado hasta las cejas en aceite de lobo marino "que me protegía del frío pero que me dejaba después tres días pasado a lobo"), según contó.


Travesía en Aguas de la Antártica

Víctor Contreras se convirtió en el primer y único ser humano hasta hoy todavía  en completar una travesía a nado sin traje de protección en las heladas aguas de la Antártida.
Contreras cuenta:
"A tres metros del borde costero el agua estaba caliente, pero pasabas esos tres metros y la hüeá bajaba de cero, hasta siete bajo cero.
Fueron unos 2.500 metros desde la Bahía Balleneros a La Península Dumas.
Fui el primer humano, bueno, además de los que se han caído y se han ahogado".

Es el relato del
Tiburón, con un punto de ironía, acerca de una travesía que también fue la más dura.

Mafalda cuenta: A mí me dejaron afuera.
El
Almirante Merino me dijo: "no, usted no va porque se podría morir".
Así es que me dejaron en
Punta Arenas.
Desde que me cortaron la comunicación a las
cinco de la mañana, hasta que terminó de nadar, me fumé como cuatro cajetillas y me tomé como 18 cafés. Hasta que me lo dieron de nuevo vivo.

Recuerdo que cuando lo logró el cruce, el
Almirante Merino dijo: "En la armada, un hombre que se cae al agua en la Antártida es hombre muerto y si este loco se atreve a nadar en la Antártida quiero que mis marinos sepan que pueden sobrevivir", recuerda.

Relato de
Contreras:
"Empecé a nadar tranquilo, pero sentía que la embarcación que iba conmigo se me alejaba.
Y decía: Puta, me están dejando aquí.
Y eso que el gallo del buque me iba pegando en la gorra.
Después supe que eso era la hipotermia.
Al llegar me hicieron exámenes y todo estaba bien.
Quizás la boca no tanto, porque hablaba como japonés, pero había salido vivo. Esa fue mi última hazaña de nombre mundial"
, culmina.


Su Retiro

Ya lejos del mar, la vida de Víctor Contreras no dejó de sufrir sobresaltos.
Un incendio intencionado redujo a cenizas su escuela de natación situada en el borde costero, años antes de que el
terremeto del 2010 le obligara a abandonar su casa de siempre, de la céntrica Calle Colón de Valparaíso, para refugiarse tierra adentro.
Un
derrame cerebral puso en jaque su vida.
Estaba haciendo una instalación eléctrica en la casa y le dio un
infarto cerebral salvando por milagro.

El médico le dijo:
"
Mira Tiburón, aquí de esta sala, sales muerto o sales hüeón y yo salí sólo un poquito",
explica sonriendo, con la tranquilidad que le confiere el hecho de saber que su legado no se extinguirá fácilmente.
Porque de su relevo se han ocupado ya, entre otros nadadores chilenos:
Julieta Núñez; la mejor de sus alumnas; y su hijo Víctor Contreras Junior; quien además dirige el club de natación que lleva su nombre.



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