(Nació en Quillota, el 10 de Agosto de 1872 y fallece en 1963 a la edad de 91 años)
Es el pastor exótico del paganismo, que dice sus canciones impasibles bajo la sombra de los templos de la antigua mitología.
Es uno de nuestros poetas con personalidad literaria bien definida y sólidamente encauzada.
Marcha solo, aislado, por los senderos de la poesía, sin importarle nada las grimas humillantes de aquellos envidiosos herméticos que, por no comprenderlo o considerarlo raro, estiman que sus versos son afectados y carecen de sinceridad.
Sus poemas rígidos e impecables, cuando se detienen en las antiguas calzadas abiertas a toda atmósfera a cantar las deslumbrantes bellezas exteriores de las cosas, difunden una espléndida floración de chispas fantásticas, bellas y sin calor; pero, cuando se empeñan en merodear por los estrechos y obscuros callejones de la vida interior de las almas, no conmueven y producen el efecto de la luz que despiden las lámparas agonizantes.
Es uno de los pocos representantes en América de aquellos viejos tercios puritanos que, sedientos de una belleza artística sin mácula, se agrupan al rededor del lustroso Leconte de Lisle.
Desde su primero y único libro Neuróticas, publicado allá por el año 1903, vemos la inclinación de este poeta por el culto de la belleza helénica; de ahí su fervor por el arte antiguo, por el arte pagano, que se despliega en envolturas brillantes sobre su poesía de parnasiano puro.
En este volumen hay fuegos de Rubén Darío y de Pedro Antonio González, Olivos y Carrasco es un poeta infatigable.
Como carece de recursos, se ve condenado a guardar en la obscuridad de su escritorio, siete u ocho obras que esperan con desconfianza una mejor situación pecuniaria del autor.
Sus libros inéditos son: Falenas, que publicó en «Sucesos a manera de folletín; Prosas Sentimentales, Cuentos Rápidos, Recuerdos Literarios, Páginas de Arte (ensayos de crítica), Rimas Sugestivas, y El amor criminal (tragedia).
Su bella colección de poesías titulada La Noche Lírica, firmada con el pseudónimo de Poquita Cosa, fue premiada con el primer accésit en el Certamen Literario promovido en 1912 por el Consejo Superior de Bellas Artes.
Porque ellas hacen de cada Otoño mil Primaveras, mientras se encienden de los amores las rosas áridas, en la afrodisia de mis ardientes locas quimeras amo el divino símbolo augusto de las cantáridas.....
Al sol irradian sus capacetes multicolores que luego fingen irises vagos en la enramada, claros rocíos en el engaste de muchas flores, rojos rubíes en el estuche de la granada.
En las sombrías y claudicantes frondas espesas brillan sus petos con la elegancia de un simulacro, como carbunclos, como esmeraldas, como turquesas, como encendidos negros carbones de un fuego sacro.
Entre las lilas y los citisos del viejo monte donde Afrodita tuvo su templo grande y austero, acaso sueñan con la vendimia de Anacreonte, con la belleza del paganismo que cantó Homero.
Bajo la doble coraza de iris que las guarnece hay del alegre fauno lascivo la chispa grata que es en las venas de los Vinicios; ola que crece; y es en las bocas de las Popeas: beso que mata!
Acaso sueñan con Berenice. Sueñan acaso con la cohorte de las bacantes de Alejandría; tal vez lamentan de Cleopatra su último paso, magas venustas que sólo fueron flores de un día!
Porque fue Safo sacerdotisa de cultos fálicos Safo las quiso; y en sus jardines plenos de lilas reverberaban: cual diminutos soles metálicos, reverberaban como curiosas raras pupilas.
Porque ellas hacen de cada Otoño mil Primaveras, mientras se encienden de los amores las rosas áridas, en la afrodisia de nis ardientes locas quimeras amo al divino símbolo augusto de las cantáridas.
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HORA DE JUERGA
Los marqueses del Ensueño rememoran sus quince años; señoritas Ilusiones, os espera el parque abierto.... suenan rítmicos violines, ritman cánticos extraños que van pronto diluyéndose en el ámbito desierto.
Flotan sombras en el parque. Bajo el arco de las luces cruzan, pasan fugazmente, como sombras, las parejas; y hay aromas enervantes de nelumbos y altramuces en el aire voluptuoso que modula cosas viejas.
¡Oh, los nobles del Ensueño! En el parque, los marqueses tienen cisnes, grullas, gansos, que chapuzan en las ninfas; con los mármoles helenos, lucen pórfidos franceses; faunos, sátiros, eunucos y discóbolos y ninfas.
Los helechos de las islas, en las largas avenidas, agigantan sobre el suelo sus ramajes de altos picos y las palmas tropicales (del país de los druídas) ensombrecen los senderos con sus verdes abanicos.
Señoritas Ilusiones, os espera el parque en fiesta; serán vuestras las estatuas de las Venus y los Eros, y los cisnes del estanque y el frú-frú de la floresta, y el misterio religioso de los cómplices senderos.
Pan insufla en su carrizo leve y rústico motivo, Pan celebra los quince años con sus flébiles canciones; se os permite la vagancia por un lapso fugitivo; vuestras son todas las sendas ¡oh, mis dulces Ilusiones!
A compás de las gavotas vuelan francas alegrías; los marqueses del Ensueño rememoran sus quince años; sean vuestros tantos goces, vuestras dichas sean mías, que después, mis Ilusiones, ya vendrán los Desengaños....
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DE ALBA
Flota un blando perfume. Junto al lecho mi novia calza su escarpín de seda, y, como Venus de la espuma leda, surge sonriente del nidal deshecho.
Sus bronces y sus lakas en acecho la atisban desde el piano. Ella se enreda los cabellos dispersos, y se queda contemplando las formas de su pecho.
Una sonrisa espléndida ilumina su virgíneo semblante de alabastro con arreboles de carmín de China.
Y atraviesa el boudoir, dejando un rastro de claridad exótica y divina cual si pasase entre la sombra un astro!
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EN LA SOMBRA
La noche reina. En el huerto céfiro duerme. Las hadas cruzan el cielo desierto enamoradas.
Flota en la atmósfera cálida blando perfume de amores; brilla la luna más pálida entre las flores.
Duerme en las ramas la lira que antes pulsara mi Musa; y Hécuba, triste, suspira toda confusa.
Cuelga el Amor las escalas para que ascienda Romeo, mientras despliega sus alas el dios Deseo.
Ya la Morgana doncella se hunde en la diáfana linfa: sigue, curiosa; su huella cándida ninfa.
Sordo tropel de Centauros que, huyendo veloz, se aleja; y cabecean los lauros allá en tu reja.
Las ondulantes Walkirias bailan su alegre gavota, cual las mujeres asirias de terra cotta.
Sale a rondar la indiscreta ronda de silfos alados, ora en la altiva meseta, ora en los prados.
Venus sonríe, y, opreso quizá, su espíritu amante da al dulce Adonis un beso en ese instante!
Pan se ha quedado sin pauta. Pan está triste. Algún gnomo desafinóle la flauta sin saber cómo!
Todo, en silencio, reposa; reina una calma profunda; Dafne se pierde amorosa, meditabunda.
Y en tu balcón entreabierto do están tus flores inermes, vela mi espíritu yerto mientras tú duermes....!
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VENCIDA
Junto al estanque sonoro está la púdica Diana como una griega sultana de cabellera de oro.
Sus formas -rico tesoro de morbidez parnasiana- hunde en la linfa liviana con recato y con decoro.
Tiembla su carne de rosa como una flor pudorosa que besa el aura marina.
Y al verse hermosa en la fuente deja escapar, inconsciente, su risotada argentina.
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Tras unas rosas la acecha, lleno de gozo el semblante, un viejo sátiro amante que en darle caza aprovecha.
Diana le ha visto en la brecha; y de furor delirante salta a la arena quemante y coge su arco y su flecha.
Apunta al sátiro, y brava, del pecho en medio le clava su saeta vengadora....
Pero luego, arrepentida, al verle rodar sin vida, se arroja sobre él.... y llora!